La política exterior de Gabriel Boric: sus posturas definidas lo alejan cada vez más de la izquierda tradicional de la región

Gabriel Boric camina junto a Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo, en París. (Bertrand GUAY / AFP)
Gabriel Boric camina junto a Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo, en París. (Bertrand GUAY / AFP) - Créditos: @BERTRAND GUAY

SANTIAGO, Chile.- En la primera gira europea de su mandato, y en una oportunidad inmejorable para desplegar el ideario de su política exterior, el presidente chileno, Gabriel Boric, eligió darle continuidad a una postura que cada cierto tiempo lo enfrenta a nivel doméstico con sus aliados de la izquierda más dura. Una visión que el propio líder de Francia, Emmanuel Macron, alabó al calificarla como “elocuente” y que apuntó a una enérgica condena que realizó Boric a la invasión rusa en Ucrania, en la cumbre que reunió a los países de la Unión Europea (UE) con los de América Latina y el Caribe (Celac), en Bruselas.

“Le agradezco su postura inequívoca sobre la guerra lanzada por Rusia en Ucrania”, le dijo Macron al mandatario chileno en una reunión bilateral celebrada este viernes en el Palacio del Elíseo en París, y que recordó la intervención de Boric en el foro de Bruselas.

“Lo que sucede en Ucrania es una guerra de agresión imperial, inaceptable, en donde se viola el derecho internacional. Y entiendo que la declaración conjunta está trabada hoy porque algunos no quieren decir que es la guerra contra Ucrania”, señaló Boric.

El presidente chileno, Gabriel Boric, observa durante su visita al CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) en Meyrin, cerca de Ginebra, el 19 de julio de 2023
El presidente chileno, Gabriel Boric, observa durante su visita al CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) en Meyrin, cerca de Ginebra, el 19 de julio de 2023 - Créditos: @FABRICE COFFRINI

El emplazamiento de Boric a sus pares de la región generó cierto ruido por el fondo y por la forma, y también volvió a develar diferencias importantes en la relación de Boric con el bloque latinoamericano que representa a la izquierda más tradicional y que en la cita evitó condenar de manera más enérgica la acción bélica rusa. Nicaragua, de hecho, fue mucho más allá y se convirtió en el único país que no suscribió la declaración final de la cumbre. Aun así, fue el propio presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, quien optó por criticar al gobernante chileno, de 37 años, con dureza, y lo calificó de ser un “joven sediento y apresurado”.

“Probablemente, porque debe haber sido la primera reunión de Boric de la UE con América Latina, tiene un poco más de ansiedad que los demás. Solo eso”, declaró Lula.

Luiz Inacio Lula da Silva, presidente de Brasil, y Gabriel Boric, presidente de Chile. (AP)
Luiz Inacio Lula da Silva, presidente de Brasil, y Gabriel Boric, presidente de Chile. (AP)

Boric evitó escalar el conflicto con Lula (“somos de la misma familia política”, dijo) y aseguró no sentirse “ofendido”, pero en la misma instancia el mandatario chileno nuevamente se enfrentó abiertamente con camaradas que, en teoría, provienen de un domicilio político similar y que han sido cuestionados por violaciones a los derechos humanos: Nicaragua y Venezuela, cuyos líderes -Daniel Ortega y Nicolás Maduro- hoy son aliados del Kremlin.

“No debieran ser tolerables en América Latina ni en ninguna parte del mundo situaciones como las que ocurren en Nicaragua hoy o la terrible crisis que ha llevado al éxodo de más de 6 millones de venezolanos, que lo vemos en nuestra patria, donde hemos acogido más de un millón de ellos”, apuntó Boric.

Los cortocircuitos de Boric con el sandinismo y el gobierno de Maduro, de igual modo, ya suman varios episodios, a los que también en su minuto se sumó el régimen cubano, con quien también ha sido crítico, y terminaron por ratificar que el espacio progresista que el chileno pretende encauzar en la región no incluye a estos tres países y se aproxima más a la figura de Gustavo Preto, en Colombia, o la de Andrés Manuel López Obrador, en México.

Réditos

“Boric usa los distintos foros para realizar estas condenas y que se distingue de la izquierda más tradicional y ligada a la Guerra Fría. Es un presidente joven, que se quiere desmarcar de estos liderazgos y no responde a estos compromisos históricos como los que tiene una parte del Partido Comunista chileno con algunos de estos regímenes. Ahora eso también tiene un costo al no tener una posición más activa en América Latina y una posición más unánime para promover el regionalismo latinoamericano, pero en el ámbito interno se puede sostener que esas posturas le generan más réditos”, dijo Cristian Ovando, profesor asociado del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Tarapacá y doctor en estudios internacionales.

Con todo, la respuesta desde los países criticados por el chileno también ha sido dura. Diosdado Cabello, número dos del chavismo, afirmó en junio que Boric era “un bobo” y actuaba como el “borracho impertinente” de la fiesta, mientras que Managua le exigió moderar su tono tras la Cumbre Iberoamericana de marzo en República Dominicana, instancia en la que Boric calificó de “dictadura” al régimen de Ortega. “Pedimos no usar a Nicaragua como plataforma para demostrar su traición al pueblo chileno y su entrega al imperio norteamericano y sus aliados”, dijo.

En Chile, al menos, existe cierto consenso al considerar que la posición de Boric no obedece a una estrategia de última hora y que su irrupción frente a la Unión Europea busca otros beneficios. “Él quiere estrechar relaciones con Europa occidental en términos de cooperación política, económica y en materia científica y energética”, apuntó Rodrigo Espinoza, director de la escuela de administración pública de la Universidad Diego Portales (UDP).

“Desde antes de ser presidente, Boric ya tenía una postura bastante clara con respecto a la violación de los derechos humanos en América Latina y con una mirada crítica hacia los gobiernos nicaragüense y venezolano. Una vez que llega a ser presidente, estos principios permanentes que también son parte de la política exterior chilena -como el respeto irrestricto a la democracia o el respeto al derecho internacional humanitario-, le han servido para posicionarse en el continente como uno de sus defensores más categóricos, lo que sumado a su juventud, le entrega un capital estratégico importante en su política exterior”, sentenció Ovando.