Pogo, “el payaso asesino” que mató a más de 33 jóvenes y aterrorizó a todo EEUU
Uno de los casos más famosos e infames en la historia de los asesinos seriales en los Estados Unidos es el de John Wayne Gacy, quien durante la década de los 70’s asesinó a 33 hombres jóvenes, según datos oficiales, aunque sus víctimas podrían ser muchas más.
Su historia fue muy conocida y le apodaron “El payaso asesino”, pues solía hacer servicios sociales y acudir a fiestas infantiles vestido como “Pogo el payaso”, un personaje que él mismo creó.
John Wayne Gacy era un miembro bastante respetado en su comunidad, tenía su propia compañía de construcción, era exitoso en los negocios y fue titular de la cámara de comercio local, sin embargo, nadie se imaginó que debajo de esa fachada de hombre bonachón se escondía un verdadero monstruo, cuyo único objetivo era tener sexo con adolescentes inocentes y saciar su sed de sangre.
Peacock, el nuevo servicio de streaming en Estados Unidos, estrenará en su plataforma este 25 de marzo el documental “John Wayne Gacy: Devil in Disguise”. Su contenido ampliará la historia conocida sobre los terribles crímenes que Gacy cometió y mostrará una entrevista completa con él desde la cárcel, con lo que nos enteraremos de los motivos que lo llevaron a cometer sus atrocidades.
En exclusiva para San Diego Red, hablamos con el ex detective de la policía de Des Plaines, Illinois, Rafael Tovar, quien estuvo profundamente involucrado en el caso y quien llevó a Gacy tras las rejas.
La pregunta inicial que le hicimos a Tovar fue cómo comenzó todo:
El 12 de diciembre de 1978 llegó la familia de Robert Piest (una de las víctimas) a la estación de policía para ver qué habíamos hecho respecto al reporte de la desaparición de su hijo. Ese día comenzamos a investigar a la gente que había estado en el lugar donde trabajaba el muchacho y fue cuando descubrí que John Wayne Gacy estuvo ahí la noche anterior. Cuando vi el expediente oficial de él, noté que había pasado tiempo en la prisión por violar a unos niños en Iowa, así que eso hizo que lo volteáramos a ver.
Robert Piest
El detective aludió a que en un principio nadie sospechaba de las oscuras intenciones de John Wayne Gacy, pues era un vecino bastante ejemplar.
En el barrio donde vivía siempre ayudaba a la gente, si caía nieve salía con su pala y limpiaba sus banquetas. Nadie había dicho una mala palabra sobre él; decían: ‘John era un hombre muy bueno’.
El pasado de Gacy fue traumático, pues de pequeño era maltratado física y psicológicamente por su padre alcohólico, quien constantemente le propinaba golpizas y le decía “marica” y “estúpido”; se dice también que fue abusado sexualmente por un amigo cercano de la familia, aunque el propio Gacy negó este hecho rotundamente. A los 11 años se golpeó la frente con un columpio y como consecuencia se le formó un coágulo de sangre en el cerebro, por lo que sufrió constantes ataques de epilepsia y desmayos. Su padre nunca le creyó y pensaba que solo quería llamar la atención.
John Wayne Gacy de niño
Ya de adulto, tras haberse casado en 1964, tuvo su primera experiencia homosexual con un menor de edad, por lo que fue sentenciado a 10 años de prisión en Iowa. Su buen comportamiento como recluso lo llevó a ser liberado 18 meses después. Posteriormente volvió a Illinois, donde ocultó su registro criminal y rehízo su vida, hasta que volvió a atacar.
John Wayne Gacy el día de su boda con Carole Hoff
Antes de la tragedia, John Wayne Gacy solía ir a fiestas infantiles y a hospitales vestido de payaso. Lo aterrador es que esto sirvió como base para las historias de terror relacionadas a los personajes circenses tales como “It” de Stephen King, películas del género de horror y numerosas canciones oscuras de rock.
Rafael Tovar mencionó esta peculiaridad durante la entrevista:
Este payaso iba a lugares donde había niños y les hacía un show ahí para que se rieran, para ayudarles, pero siempre andaba buscando víctimas, porque como dicen: '¿Quién no quiere a un payaso?'.
El detective, ahora retirado, explicó su papel dentro del caso que sacudió a Estados Unidos:
Yo estuve dentro de esto desde el primer día hasta el último, hasta que lo sentenciaron a muerte. Investigué a las personas que estaban muertas, recuperé los cuerpos que estaban enterrados en su casa. Así que estuve en el caso totalmente, todo el tiempo. Hice todas las partes de la investigación.
Rafael Tovar. Crédito: Daily Herald
Cuando le preguntamos si había hablado con el asesino en persona, Tovar afirmó con la cabeza:
Hablé con él varias veces. La primera fue cuando intentábamos obtener una orden de cateo (de su casa) y me pidieron que me sentara con él ahí en la estación de policía, lo habían traído para hacerle un interrogatorio y no querían que se fuera, pero no estaba arrestado, así que no lo podíamos detener. Yo estuve hablando con él como por 2 o 3 horas, solo hablando de cualquier cosa. Mi trabajo era entretenerlo ahí. Me di cuenta de que era una persona que le gusta hablar mucho de él mismo. Me decía que conocía a fulano de tal que era famoso y yo le hacía más preguntas y comenzaba a hablar y hablar.
La manera en la que Gacy operaba era invitando a jóvenes a su hogar donde les prometía ofrecerles trabajo, refugio temporal o películas pornográficas. Ya dentro los drogaba con cloroformo y abusaba sexualmente de ellos, luego los asesinaba de diferentes formas: con cuchillo, estrangulamiento o por medio de asfixia. Gacy enterraba los cadáveres debajo de su garaje. Sus víctimas tenían entre 15 y 22 años.
Algunas de las víctimas de John Wayne Gacy
La segunda vez que hablé con él fue después de que le imputaron los cargos de asesinato porque necesitábamos la información de dónde estaban los cuerpos debajo de la casa exactamente. Fue cuando nos pintó un mapita.
Dijo Tovar.
John Wayne Gacy fue atrapado definitivamente el 22 de diciembre de 1978, 10 días después de iniciada la investigación sobre la desaparición de Robert Piest, aunque ya se tenía el antecedente de Jeffrey Rignall, al que Gacy secuestró, drogó y agredió sexualmente para luego abandonarlo en un parque público. Ese chico había hecho una denuncia. En aquel entonces, tras su breve arresto, nuevamente quedó en libertad a la espera de juicio. No obstante, Gacy ya estaba en la mira de las autoridades.
Al cuestionarle ¿cómo le afectó psicológicamente estar involucrado en estos acontecimientos?, el detective Tovar se mostró reflexivo.
Hubo dos cosas que yo hacía. La primera era que tenía una moneda de 10 pesos de México, estaba un poco grande. Esa la cargaba siempre en mi bolsa cuando trabajaba de policía, y cuando llegaba a mi casa la sacaba de ahí y la dejaba en el cenicero de mi carro. Ahí se quedaba el trabajo, no me lo llevaba a mi casa. Creo que así pude separar mi trabajo de mi vida.
Pero también, de tanto que hicimos, a todos nos provocó algo, porque por años pensábamos en esto. Todos los que estuvimos ahí en la casa, después nos juntábamos una vez al año y hablábamos, casi curándonos los unos a los otros.
Tovar recordó otra costumbre que tuvo que abandonar para dejar el traumático pasado atrás.
Tenía dos camisas de rugby, una era verde con azul y la otra roja con azul. Son las que usaba cuando estábamos allí escarbando. Después de que se acabó el caso nunca más pude usarlas otra vez. Si me las ponía empezaba a sudar. Las tiré y ya se acabó todo, pero era mi trabajo… te guste o no te guste, era lo que tenía que hacer.
Rafel Tovar desenterrando los cuerpos debajo de la casa de Gacy
Me afectó por muchos años, pero cuando lo sentenciaron a muerte se cerró todo para mí. Dije: ‘Ya cumplimos, hicimos algo bueno, paramos a alguien que estaba matando niños, ya nunca va a matar otra vez’, entonces acepté que había hecho mi trabajo y lo había hecho bien. Estaba cómodo con eso.
Aunque oficialmente las víctimas de John Wayne Gacy fueron 33, se presume que asesinó a por lo menos 17 jóvenes más.
Tovar, visiblemente consternado, platicó con dificultad la confesión que le hizo el asesino antes de ser encerrado.
La última vez (que hablé con él) fue cuando lo llevé a la cárcel del condado donde le pregunté: ‘John, ¿a cuántos mataste?, dime’ y él me comentó que le había dicho a su abogado y a otras personas que a como treinta y tantos…pero agregó: ‘El número 45 me gusta’.’ ‘¿Y dónde están esos?’, le dije. ‘No, ese es tu trabajo. Tú eres el detective’, me contestó. Yo estoy seguro de que hubo más, pero no sé si los podemos hallar sin él.
¿Acaso John Wayne Gacy demostraba remordimiento por sus actos? Para Tovar la respuesta fue no.
Para él no era nada. Matar a un humano era como pisar una hormiga. No tenía consciencia de nada de eso. Veía la matanza como una manera de mantenerse libre. Si los mataba nadie le decía nada o se quejaba de él.
El primer niño que mató… fue después de haber dormido con él. En la mañana se dio cuenta que el muchacho estaba viendo su cartera y creyó que le iba a robar, se pelearon y lo mató. Pero creo que le gustaba jugar a ser Dios: quien vive, quien no vive, porque luego descubrimos a varias otras personas a las que llevó a su casa para tener sexo, pero a esos no los mató.
La pregunta final que le hicimos a Tovar fue si él creía que Gacy había recibido ayuda de algún cómplice para cometer sus asesinatos:
Creo que uno de sus trabajadores le ayudó a enterrar uno, pero actualmente no tenemos certeza de que ellos le ayudaron a matar a alguien. No podemos probarlo.
Escena del crimen
Si quieres saber más sobre este caso, te recordamos que el documental “John Wayne Gacy: Devil in Disguise” se estrena este 25 de marzo por Peacock.
Puedes ver la entrevista completa acá abajo: