Poemas para enviar en el Día de la Madre

El domingo 20 de octubre es el Día de la Madre en la Argentina
El domingo 20 de octubre es el Día de la Madre en la Argentina

En el Día de la Madre se acostumbra a hacer un regalo especial a las figuras maternales, y un poema puede ser ideal para demostrar el cariño que se tiene por estas personas. La jornada de celebración es este domingo 20 de octubre, por lo que preparar unos versos de agasajo es una buena idea para enviar.

Un poema es un trabajo literario que busca alcanzar las verdades más profundas de la humanidad. Estos textos generalmente están organizados en versos y, dependiendo del estilo, pueden tener rimas. Es una forma literaria que tiene miles de años y fue utilizada desde los inicios de la expresión escrita y oral.

Cinco poemas para enviar en el Día de la Madre

A continuación, cinco textos para enviar a todas las personas que uno considera madres:

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“Cuando duerme una madre junto al niño”, de Miguel de Unamuno

Cuando duerme una madre junto al niño

duerme el niño dos veces;

cuando duermo soñando en tu cariño

mi eterno ensueño meces.

Tu eterna imagen llevo de conducho

para el viaje postrero;

desde que en ti nací, una voz escucho

que afirma lo que espero.

Quien así quiso y así fue querido

nació para la vida;

solo pierde la vida su sentido

cuando el amor se olvida.

Yo sé que me recuerdas en la tierra

pues que yo te recuerdo,

y cuando vuelva a la que tu alma encierra

si te pierdo, me pierdo.

Hasta que me venciste, mi batalla

fue buscar la verdad;

tú eres la única prueba que no falla

de mi inmortalidad.

El Día de la Madre en la Argentina cae el domingo 20 de octubre este 2024
El Día de la Madre en la Argentina cae el domingo 20 de octubre este 2024

“Dulzura”, de Gabriela Mistral

Madrecita mía,

madrecita tierna,

déjame decirte

dulzuras extremas.

Es tuyo mi cuerpo

que juntaste en ramo,

deja revolverlo

sobre tu regazo.

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Juega tú a ser hoja

y yo a ser rocío,

y en tus brazos locos

tenme suspendido.

Madrecita mía,

todito mi mundo,

déjame decirte

los cariños sumos.

Se suele dar un regalo en el Día de la Madre
Se suele dar un regalo en el Día de la Madre

“Doña Luz XVII”, de Jaime Sabines

Lloverás en el tiempo de lluvia,

harás calor en el verano,

harás frío en el atardecer.

Volverás a morir otras mil veces.

Florecerás cuando todo florezca.

No eres nada, nadie, madre.

De nosotros quedará la misma huella,

la semilla del viento en el agua,

el esqueleto de las hojas en la tierra.

Sobre las rocas, el tatuaje de las sombras,

en el corazón de los árboles la palabra amor.

No somos nada, nadie, madre.

Es inútil vivir

pero es más inútil morir.

El Día de la Madre se celebra el 20 de octubre en la Argentina
El Día de la Madre se celebra el 20 de octubre en la Argentina

“A mi madre”, de Edgar Allan Poe

Porque creo que en los cielos, arriba,

los ángeles que uno a otro se susurran

no hallan entre sus palabras de amor

ninguna tan devota como “Madre”,

desde siempre te he dado yo ese nombre,

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tú que eres más que madre para mí

y llenas mi corazón, donde la muerte

te puso, libre el alma de Virginia.

Mi propia madre, que murió muy pronto

no era más que mi madre, pero tú

eres la madre de a quien yo quería,

y así eres más querida tú que aquella,

igual que, infinitamente, a mi esposa

amaba más mi alma que a sí misma.

Un poema es un regalo ideal para mamá
Un poema es un regalo ideal para mamá

“La madre ahora”, de Mario Benedetti

Doce años atrás

cuando tuve que irme

dejé a mi madre junto a su ventana

mirando la avenida

ahora la recobro

solo con un bastón de diferencia

en doce años transcurrieron

ante su ventanal algunas cosas

desfiles y redadas

fugas estudiantiles

muchedumbres

puños rabiosos

y gases de lágrimas

provocaciones

tiros lejos

festejos oficiales

banderas clandestinas

vivas recuperados

después de doce años

mi madre sigue en su ventana

mirando la avenida

o acaso no la mira

solo repasa sus adentros

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no sé si de reojo o de hito en hito

sin pestañear siquiera

páginas sepias de obsesiones

con un padrastro que le hacía

enderezar clavos y clavos

o con mi abuela la francesa

que destilaba sortilegios

o con su hermano insociable

que nunca quiso trabajar

tantos rodeos me imagino

cuando fue jefa en una tienda

cuando hizo ropa para niños

y unos conejos de colores

que todo el mundo le elogiaba

mi hermano enfermo o yo con tifus

mi padre bueno y derrotado

por tres o cuatro embustes

pero sonriente y luminoso

cuando la fuente era de ñoquis

ella repasa sus adentros

ochenta y siete años de grises

sigue pensando distraída

y algún acento de ternura

se le ha escapado como un hilo

que no se encuentra con su aguja

como si quisiera comprenderla

cuando la veo igual que antes

desperdiciando la avenida

pero a esta altura qué otra cosa

puedo hacer yo que divertirla

con cuentos ciertos o inventados

comprarle una tele nueva

o alcanzarle su bastón.