Gastaban como reyes en Miami mientras Venezuela sucumbía bajo esquema de corrupción

El empresario Raúl Gorrín saliendo de una tienda exclusiva en Coral Gables, en una foto de archivo.

Poco antes de que la economía venezolana colapsara en el 2015 debido en gran parte al distorsionado régimen de control de cambio, el socio del gobernante Nicolás Maduro y dueño del canal de noticias Globovisión, Raúl Gorrín, gastaba millones de dólares obtenidos gracias al altamente corrupto sistema cambiario para comprar yates, aviones y otras propiedades de lujo.

Según las acusaciones presentadas contra él por la fiscalía federal del Distrito Sur de Florida, Gorrín y sus socios gastaron ese año aproximadamente 65 millones de euros en una sola juerga de compras. Los fondos provenían de los $600 millones que habían sacado de PDVSA a través de un ingenioso sistema de corrupción que en pocos meses multiplicaba por más de mil por ciento una inversión inicial de $50 millones.

Y pese a que las finanzas del país ya deambulaban al borde de la quiebra debido a la mala administración, la caída de los precios del petróleo y la generalizada corrupción asociada al régimen cambiario, Gorrín y sus socios preparaban extraer de PDVSA otros $600 millones más, señala la acusación.

Mientras esto sucedía, las finanzas de todos los venezolanos iban de mal en peor. El país estaba por ingresar por un devastador período de escasez provocado precisamente por la falta de ingresos que luego terminó desembocando en años de hiperinflación y en una feroz crisis humanitaria que impulsó a millones de venezolanos a salir del país.

Para finales del 2015, justo cuando la operación orquestada por Gorrín y sus socios se encontraba en pleno apogeo, el país registraba una tasa de desabastecimiento de todos los productos que rondaban por el orden del 75% provocado, y millones de venezolanos súbitamente se encontraron inmersos en la pobreza y sin posibilidades de comer tres veces al día.

Mientras el país carecía de los ingresos para importar los productos que requería, los recursos de PDVSA eran extraídos por distintos esquemas de corrupción, incluyendo el diseñado para beneficiar a Gorrín, a otros empresarios venezolanos ligados al régimen y a los familiares de Maduro.

Según la acusación, Gorrín y sus socios sobornaron a altos funcionarios de PDVSA para que aprobaran el mecanismo de corrupción a través del cual la empresa estatal adquirió préstamos en bolívares otorgados por compañías controladas por los acusados y que fueron pagados en cuestión de pocos meses en dólares.

“A través de estos contratos de préstamo, Raúl Gorrín Belisario y sus co-conspiradores intentaron explotar el tipo de cambio fijo de la moneda extranjera de la República de Venezuela, que valorizaba el bolívar venezolano artificialmente alto en comparación con el tipo de cambio disponible en el mercado abierto”, declara la acusación introducida el mes pasado en la corte.

“Bajo la apariencia de uno de esos contratos de préstamo, PDVSA pagó a Eaton [compañía controlada por el acusados] el equivalente en euros a $600 millones de dólares por un préstamo en bolívares venezolanos que tenían un valor de solo unos $50 millones en el mercado abierto, lo que le generó ganancias por un valor aproximado de $550 millones”, agrega la acusación.

Esas ganancias fueron repartidas entre los acusados y en el caso de Gorrín, parte de ellas terminaron siendo utilizados en Estados Unidos para la adquisición de bienes de lujo.

Según la acusación, unos $4 millones fueron transferidos el 13 de enero del 2015 a una empresa de servicios de títulos de aeronaves en Oklahoma City bajo pedido de Gorrín. Poco después, en junio de ese mismo año, unos $649,000 fueron transferidos a una cuenta bancaria en Miami para pagar los gastos incurridos por el yate de lujo M/Y Eloina, para beneficio de Gorrín.

Ese diciembre, las autoridades detectaron la transferencia de $1.5 millones a la misma cuenta bancaria en Miami, a nombre de una empresa de ventas de yates. Ese mismo mes, la misma cuenta bancaria recibió otra transferencia de un millón de dólares proveniente de la firma Unicorn, propietario de otro yate de lujo, el Blue Ice.

El Blue Ice fue finalmente a una compañía de maletín, cuyo director nominal y presidente es un familiar cercano a uno de los socios de Gorrín.

Identificado por la fiscalía federal como uno de los principales arquitectos de una conspiración para lavar cientos de millones de dólares obtenidos a través de la corrupción, Gorrín había logrado evadir ser acusado por ese caso que inicialmente fue presentado contra el empresario Francisco Convit, y cerca de una docena de personas que participaron en la operación.

Eso cambió el mes pasado, luego que un gran jurado federal presentara cargos formales contra el socio de Maduro, quien ya enfrentaba cargos vinculados a otro esquema de corrupción.

Gorrín, quien vivió un tiempo en el Sur de la Florida y trató de reunirse con funcionarios de la Casa Blanca para buscar una salida a la crisis venezolana, se convirtió en el dueño del canal de noticias Globovisión en marzo de 2013 a través de una polémica compra. Actualmente es considerado por muchos como uno de los hombres de negocios más ricos e influyentes de Venezuela, gracias a sus estrechas relaciones con miembros clave del régimen, incluyendo a la familia presidencial.

Ascendiendo de orígenes humildes, Gorrín también consolidó el control de Aseguradora La Vitalicia, que adquirió en 2008 con los socios Juan Domingo Cordero y Gustavo Perdomo.

Gorrin y Perdomo también habían adquirido considerables propiedades de bienes raíces en Estados Unidos, incluyendo exuberantes propiedades en el sur de la Florida pese a haber sido declarados como personas non grata por la ciudad de Miami.