Podemos: De tocar los cielos a aspirar a socio minoritario de los socialistas

FILE PHOTO: Podemos (We Can) party leader Pablo Iglesias delivers a speech during a motion of no confidence debate at Parliament in Madrid, Spain, May 31, 2018. REUTERS/Susana Vera/File Photo

Por Belén Carreño

MADRID (Reuters) - Podemos -la estrella rutilante de la izquierda europea que en 2015 iba a romper el sistema- ha perdido el apoyo del electorado de forma masiva en apenas cuatro años, disparando la incertidumbre en unas elecciones españolas especialmente reñidas.

El mejor resultado para Podemos en la cita electoral del 28 de abril es convertirse en un socio menor de un gobierno liderado por el socialista Pedro Sánchez. Además, la suma de ambos partidos no va a ser suficiente lo que obligará a Sánchez a buscar otros aliados o incluso otro acuerdo para ser investido presidente.

La debilidad de Podemos deja en evidencia en España y en el resto del mundo la dificultad para formar alianzas y establecer gobiernos estables una vez que se ha roto el statu quo de los grandes partidos.

"El cielo no se toma por consenso. Se toma por asalto", dijo el líder de la formación morada, Pablo Iglesias, en 2014, poco después de su inesperado resultado para las elecciones europeas en el que consiguió cinco escaños, pocos meses después de fundarse.

Pero aquel auge inédito de un partido en España, que en 40 años de democracia ha visto como el conservador PP y el socialista PSOE se han alternado en el poder, ha dado paso a una ristra de peleas y escándalos internos que han fragmentado el partido y le han hundido en las encuestas.

De un 20 por ciento de votos en las urnas en 2015, los sondeos dan ahora a Podemos un apoyo del 12 por ciento, muy cerca de la quinta fuerza más votada que sería el partido de extrema derecha Vox.

Iglesias reapareció en escena después de tres meses de baja de paternidad con una autocrítica sobre la situación del partido.

"Hemos dado vergüenza ajena con nuestras peleas internas, por los sillones, por los cargos y la visibilidad. Hemos actuado como un partido más", lamentó ante una marea de fieles frente al Museo Reina Sofía en Madrid.

"El principio del fin está en la tentación del 'sorpasso' al PSOE en 2016", asegura José Ignacio Torreblanca, director de la oficina de European Council of Foreign Relations en Madrid.

Ese "sorpasso" se soñó en 2016, cuando Podemos irrumpió en el Parlamento español quedándose apenas a 350.000 votos del PSOE.

Las elecciones se repitieron, por primera vez en la historia de España, ante la incapacidad de formar un Gobierno. Y en seis meses el partido había perdido un millón de votos.

La marcha de otro de los fundadores de Podemos, Iñigo Errejón, el pasado enero para formar otra plataforma política aceleró la huida de sus votantes, que están volviendo en su mayoría al PSOE.

La corriente que pilotaba Errejón en Podemos era partidaria de una política populista que intentara aglutinar votantes de todos los partidos.

Pero las tesis de Iglesias, que los expertos consideran de una izquierda "clásica", se impusieron y la transversalidad de su espectro electoral se fue perdiendo.

Desde Podemos no asumen este cambio ideológico. "Somos una fuerza de carácter popular que defiende a la gente que trabaja, a los de arriba y a los de abajo", dice a Reuters Rafael Mayoral, miembro de la Ejecutiva de Podemos.

EL SISTEMA YA NO SE ROMPE

Entrar en las instituciones, locales y regionales, fue otro hito que hizo cambiar la percepción del partido.

"El partido se normaliza cuando entra en el poder. Los votantes ven que ya no va a romper el sistema. Que su utilidad es mantener al PSOE a la izquierda", reflexiona Fernández Albertos.

Podemos ha tenido un papel protagonista en los últimos diez meses al apoyar al Gobierno minoritario socialista, pero para la próxima legislatura la formación morada ha pedido a Sánchez formar un Gobierno de coalición y llegar a La Moncloa con esta vía indirecta.

Pero su debilidad le ha convertido en un socio menos atractivo para Sánchez, ya que a la luz de los sondeos su apoyo no le bastaría para formar un nuevo Gobierno.

Sánchez no ha querido hablar sobre ninguna posible coalición, cuya viabilidad depende de cómo se comporte Podemos y del veto que le ha impuesto la Ejecutiva de Ciudadanos.

Las opciones de la derecha de gobernar en coalición también son escasas según las encuestas.

España comparte con sus vecinos europeos el dilema de gestionar un sistema político fragmentado o en un punto muerto.

Esta crisis política recorre Italia, Francia y Grecia, con los efectos secundarios de la crisis de la deuda de 2009-2014 y aún visibles en la sociedad.

En Grecia, las cosas fueron diferentes para la izquierda anti-austeridad.

Su abanderado Syriza ha gobernado desde 2015, suplantando a los socialistas de Pasok al aceptar los rescates y asumiendo su transformación política en una formación pragmática.

Podemos, en cambio, eligió una línea más dura. "(En el caso de Grecia) bebimos de ese cáliz en particular, nos sentimos decepcionados y volvimos al pragmatismo", dijo Theodore Couloumbis, un analista político en Atenas.

En Portugal, el Bloco de Esquerda, también se benefició de su postura anti-austeridad durante la crisis de deuda, pero perdió el apoyo electoral desde que se convirtió en un aliado de los socialistas en 2015.

Ese gobierno minoritario, también apoyado por los comunistas, ha logrado la estabilidad, y le ha dado a Sánchez e Iglesias un modelo a seguir.

La territorialización del partido tampoco ha facilitado su pervivencia. Podemos entró antes en las instituciones regionales y municipales que en las nacionales y eso dio mucho poder a los líderes locales que han terminado construyendo marcas propias separadas de Podemos.

En la región de Madrid se presentarán posiblemente hasta tres marcas que antes se aglutinaban en Podemos, una de ellas la del propio Errejón.

(Información de Belén Carreño, Información adicional de Axel Bugge, Michele Kambas, Renee Maltezou y Richard Lough; Editado por Jose Elías Rodríguez)