Enjuician al antiguo dueño de Presidente Supermarket por el asesinato del amante de su ex esposa

Dos días después de que el cadáver del amante de su esposa apareciera degollado y con los genitales quemados, Manuel Marín, el acaudalado propietario de la cadena Presidente Supermarket, abandonó a su esposa, sus cuatro hijos, su lujosa mansión de Lighthouse Point y su yate multimillonario, y desapareció.

Siete años después, Marín apareció por fin en la embajada de Estados Unidos en Madrid, España, donde el FBI detuvo al presunto cerebro de la trama que hasta ahora ha dejado a tres socios con largas penas de prisión. Se le consideraba fugitivo desde hacía cuatro años.

Esta semana, fiscales estatales sentaron a Marín ante los jurados y el juez del Tribunal de Circuito de Miami-Dade Miguel de la O en la sala 4-1 del edificio de tribunales penales del condado. Enfrenta cargos de homicidio en segundo grado, conspiración para cometer homicidio y secuestro, que pudieran llevarle a prisión el resto de su vida. Es la misma sala en la que fue condenado el asesino en serie Ted Bundy y Jim Morrison, famoso líder de The Doors, fue declarado culpable de exhibicionismo.

Durante las declaraciones iniciales del martes, el fiscal estatal adjunto de Miami-Dade Jonathan Borst dijo a los jurados que la víctima, Camilo Salazar, se acostaba con la esposa de Marín, Jenny Marín, y que su marido creía que Salazar merecía el castigo “definitivo”.

“Degollado. Muñecas y manos atadas con un cinturón. Cara y manos muy golpeadas, fracturadas. Quemado. Camilo Salazar no solo fue asesinado, fue torturado”, dijo Borst. “Este caso es una venganza”.

Cuando Borst terminó, el abogado defensor de Manuel Marín, José Quiñones, admitió ante los miembros del jurado que la aventura desgarró a la pareja, pero también argumentó que ese hecho distaba mucho de ser una prueba de que su cliente hubiera cometido un crimen.

“Ni una sola prueba apunta al señor Marín”, dijo Quiñones. “Y nadie vendrá a este tribunal a testificar que el señor Marín mató a Salazar”.

Aunque no se espera que Manuel Marín testifique en lo que pudiera ser un largo juicio de dos semanas, sí lo hará un protegido. Ariel “La Pantera” Gandulla, un ex luchador de MMA a quien Marín ayudó a salir de Cuba, regresó voluntariamente a Miami en 2018 después de tres años prófugo en Vancouver, Canadá. Gandulla –quien admitió haber participado en el secuestro de Salazar, pero dice que no tuvo nada que ver con el asesinato– aceptó una pena de tres años de prisión a cambio de su testimonio.

Se espera que el ex luchador de MMA Ariel Gandulla, que aceptó una pena de tres años de prisión a cambio de un testimonio, suba al estrado esta semana en el juicio contra el ex propietario de la cadena Presidente Supermarket Manuel Marín, quien está acusado de conspirar para matar al amante de su ex esposa.
Se espera que el ex luchador de MMA Ariel Gandulla, que aceptó una pena de tres años de prisión a cambio de un testimonio, suba al estrado esta semana en el juicio contra el ex propietario de la cadena Presidente Supermarket Manuel Marín, quien está acusado de conspirar para matar al amante de su ex esposa.

Jenny Marín pasó casi tres horas en el estrado el miércoles. Los fiscales la retrataron como la esposa despechada y sumisa del “jefe” de los supermercados, un hombre al que le gustaba tener el control y dar órdenes. La imagen que pintaron contrastó con el intento del abogado defensor de convencer a los jurados de que Jenny Marín era manipuladora y a menudo conseguía lo que quería.

“Usted le dijo a [el fiscal estatal adjunto de Miami-Dade Justin] Funck que no quería divorciarse, pero que no quería que terminara la aventura, ¿verdad?”, preguntó Quiñones a Jenny Marín.

“Temporalmente, puedes vivir una vida así”, dijo ella.

TODO EMPEZÓ EN NUEVA JERSEY

Su historia sentimental quedó expuesta en el juicio. Ella tenía un trabajo de marketing y vivía en Newark, Nueva Jersey, cuando conoció a su futuro esposo en 1999. Salieron juntos durante un año. Luego Manuel Marín volvió con su esposa en Miami. Jenny empezó a salir con otro hombre y se mudó a Miami. Cuando esa relación fracasó, se involucró íntimamente con Salazar. Pero también rompieron y ella regresó a Newark.

En 2004, Manuel Marín se presentó en casa de Jenny con los papeles del divorcio y se arrodilló. Ella aceptó su propuesta de inmediato y, con ella, un gran cambio en su estilo de vida. La pareja se mudó a un penthouse frente al mar en Sunny Isles Beach. Para 2008, ella había dado a luz a dos niños y se mudaron, primero, a una casa en el lujoso barrio de Gables Estates y, después, a una mansión en Lighthouse Point, donde compraron la propiedad vecina, tuvieron una segunda piscina y atracaron su yate en su muelle.

Pero la vida no era todo lo que parecía, según declaró Jenny Marín ante el tribunal. A pesar de ser socialmente activa, se sentía “sola” viviendo con Manuel Marín y de nuevo floreció el romance entre ella y Salazar. Su marido se dio cuenta de las mentiras de su esposa y de sus frecuentes ausencias. Ella dijo que todo estalló el 4 de febrero de 2011, cuando ella tenía una cita con un médico en Kendall, pero accedió a reunirse primero con Salazar para tomar un café en Norman Brothers. Su esposo la siguió hasta allí. Luego la llevó a su auto y partió enfadado, exigiendo la verdad.

“Gritó e hizo preguntas. ¿Por qué me sigues mintiendo? ¿Por qué sales con esa persona? Luego dijo su nombre. Me sorprendió que supiera su segundo nombre”, cuenta Jenny Marín. Le dijo que redujera la velocidad y se detuviera. Lo hizo. Pero su puerta estaba demasiado apretada contra una barandilla para abrirse. Así que bajó la ventanilla y salió por ahí con su bolso, y aun así pudo acudir a su cita con el médico.

No interactuaron mucho durante los meses siguientes, dijo Jenny Marín. A finales de mayo, cuando Jenny Marín y Salazar estaban en una habitación de un hotel de Fort Lauderdale, ella miró por la ventana y vio a un hombre en la playa mirando hacia ellos.

“Miraba hacia arriba con una cámara”, dijo.

EL FATÍDICO VIAJE A BIMINI

El 29 de mayo de 2011, los Marín y sus dos hijos, otros dos del matrimonio anterior de Manuel Marín, otra pareja y el padre de Jenny Marín embarcaron en el yate familiar y el capitán puso rumbo hacia Bimini. Debían regresar el 31 de mayo, pero el tiempo empeoró. A primera hora del día siguiente, 1º de junio, el yate zarpó, con una rápida excursión para que los niños pudieran nadar con algunas rayas.

En el yate, Jenny Marín dice que su esposo le dijo que tenía que dejar la aventura. Luego dijo que usó la palabra desgracia en español, que ella entendió como que la aventura la avergonzaría. Más tarde se enteró de que quería decir “calamidad” o “tragedia”.

Cuando el yate llegó a la casa de Lighthouse Point, alrededor de las 2 p.m., Jenny Marín dijo que su esposo tuvo que ir a una de sus tiendas a ocuparse de algo. Regresó alrededor de las 8 p.m. esa noche. Dijo que él llevaba la misma ropa y, aunque se mantuvo alejada de él, no percibió olor a alcohol ni vio sangre.

La policía y la fiscalía estatal dicen que Salazar fue asesinado durante esas horas. Creen que Gandulla, otro luchador cubano patrocinado por Manuel Marín llamado Alexis Vila Perdomo y Roberto Isaac –quien, según Quiñones, es miembro de la pandilla Latin Kings– siguieron a Salazar hasta Coconut Grove, lo esposaron y lo metieron en una camioneta. Dicen que Manuel Marín apareció más tarde en su Mercedes con una lona sobre el asiento trasero.

También dicen que la evidencia de los teléfonos móviles y las torres de telefonía celular demostrarán que todos menos Gandulla estaban en el lugar del asesinato, en un campo de West Miami-Dade a orillas de los Everglades. La evidencia hallada en la escena del crimen muestran la ropa quemada que llevaba Salazar, la mitad inferior de su cuerpo gravemente quemada y profundos cortes en la garganta. Perdomo e Isaac fueron declarados culpables durante un juicio celebrado en 2019, en el que Perdomo fue sentenciado a 15 años de cárcel e Isaac a cadena perpetua por el asesinato de Salazar.

En el juicio del miércoles, Jenny Marín dijo que llamó a Salazar repetidamente entre el 2 y el 4 de junio y que nunca respondió. “Estaba preocupada”, dijo. El 4 de junio, su abogado le dijo que habían descubierto el cadáver de Salazar. Dijo que su esposo desapareció más o menos a esa hora y que pronto rastrearía su teléfono celular hasta Nueva Jersey, pero no obtuvo respuesta cuando le llamó. Cuando revisó la caja de seguridad de la familia, el pasaporte de él había desaparecido. El 6 de junio, la policía de Lighthouse Point se presentó en su casa y le dijo que habían encontrado el auto de su esposo.

Según Jenny Marín, el 8 de junio su marido la llamó desde un número internacional que ella facilitó a la policía. “Básicamente me dijo que me quería. Quería saber cómo estaban los niños. Dijo que estaba trabajando en una cocina lavando platos”. Ella dijo que nunca le preguntó dónde estaba.

En el juicio de esta semana no quedó claro si Jenny Marín sabía dónde estaba su esposo. La pareja consiguió divorciarse con la ayuda de Yadiel Marín, hijo del primer matrimonio de Manuel Marín. En el acuerdo, entre la manutención de los hijos y la pensión alimenticia, Jenny Marín recibía $30,000 al mes, el Mercedes de la familia y le tocaba vivir en la casa de Lighthouse Point, venderla y quedarse con las ganancias.

En marzo de 2018, Jenny Marín y sus dos hijos volaron a una casa que alquilaron en Cuba. Allí les esperaba Manuel Marín. Cinco meses después, se presentaría en la embajada de Estados Unidos en España, sería puesto bajo custodia y extraditado a Miami. Cuando el fiscal estatal adjunto de Miami-Dade Justin Funck preguntó a Jenny Marín si alguna vez le había preguntado a su esposo “qué demonios” estaba haciendo, ella respondió que “no”.

“Quería que mis hijos vieran a su padre”, dijo. “Fue emotivo”.