Sin un plan concreto, Lula se involucra en la guerra de Ucrania y apuesta a ser un referente global de la paz
BRASILIA.– Después del esperado llamado de ayer entre los presidentes de Ucrania, Volodimir Zelensky, y de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, el clima en el Palacio de Planalto fue de satisfacción.
Los asesores internacionales de Lula creen haber conquistado importantes victorias en las últimas semanas, que ubican a Brasil justamente donde quería estar: en el lugar del país que promueve la paz en una guerra que tiene fuerte impacto en América Latina. Lula, afirman estos asesores, no tiene un plan, o una propuesta concreta, para alcanzar la paz entre Rusia y Ucrania. Lo que existe, hasta ahora, es la idea de reunir países que no participen directa o indirectamente en la guerra, y que estén en favor de la paz.
El presidente brasileño quiere ser el gran articulador de este grupo, y siente que está caminando en ese sentido. Le dijo a Zelensky, según confirmaron a LA NACION fuentes brasileñas, que hablará con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre la posibilidad de pensar en la realización de una cumbre de países latinoamericanos con Ucrania, atendiendo a un pedido del presidente ucraniano. La semana pasada, Zelensky afirmó que Lula podría ayudarlo a que su posición sea mejor entendida por la región.
A guerra entre Ucrânia e Rússia não é boa para ninguém. O Brasil participará de qualquer esforço em busca da paz, e reafirmei isso ao presidente @ZelenskyyUa. Torço para que não existam mais mortes e para que se possa estabelecer uma política de diálogo.
📸: @ricardostuckert pic.twitter.com/bKVP7zRtpV— Lula (@LulaOficial) March 2, 2023
Por otro lado, Lula agradeció la invitación para ir a Kiev, pero dejó bien en claro que en este momento no están dadas las condiciones para realizar ese viaje. A buen entendedor, pocas palabras. Si no va a Moscú, el presidente brasileño tampoco irá a la capital ucraniana. No se trata solamente de evitar un viaje arriesgado, se trata, sobre todo, de mantener una posición equilibrada, que le permita a Brasil avanzar con su plan de liderar, o por lo menos, compartir el liderazgo, de una iniciativa viable de paz. En este sentido, es importante destacar que en el contacto con Zelensky el presidente Brasil defendió la integridad territorial de Ucrania. Es la primera vez que Lula – no Brasil – lo dice enfáticamente.
Durante alrededor de media hora, ambos jefes de Estado hablaron en un tono muy cordial y dejaron atrás los recelos que podrían existir por declaraciones de Lula durante la campaña electoral brasileña, en las que aseguró que la guerra era responsabilidad de Rusia y de Ucrania. Lula está decidido a tener un papel relevante en el debate global sobre la guerra y quiere, sobre todo, que la paz sea un elemento central de la política exterior de su tercer gobierno. Algunos de sus asesores ya sueñan con una candidatura al Nobel de la Paz. El otro gran tema es el combate al hambre, directamente relacionado a la guerra.
“No tenemos un plan, tampoco una propuesta. Para eso es necesario avanzar más y pensar muy bien cada paso que damos. No se puede presentar algo sin tener mínimas garantías de que será ampliamente aceptado”, explicó una fuente del gobierno de Brasil. El gobierno de Lula está en la etapa de conversaciones. El jefe de Estado habló personalmente con el canciller alemán, Olaf Scholz; con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden: con la canciller francesa, Catherine Colonna; y, a fines de este mes, hablará con el presidente de China, Xi Jinping. El canciller de Lula, el embajador Mauro Vieira, hizo lo propio con representantes de varios gobiernos, incluido el canciller ruso, Sergei Lavrov, en la cumbre del G-20, en la India. Lavrov, por su parte, pretende viajar a Brasilia en mayo.
Las piezas del tablero de ajedrez de Brasil se están moviendo, y, como explica el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal del ABC y miembro del Observatorio de Política Exterior e Inserción Internacional de Brasil, Giorgio Romano Schutte, “se están abriendo espacios y Brasil quiere ayudar, no necesariamente liderar”.
Brasil tiene muy en claro, reconocen miembros del gobierno de Lula y diplomáticos que siguen de cerca el conflicto, que Ucrania y Rusia están muy lejos de una victoria militar. Y es en base a esa idea que el gobierno de Lula intensifica sus gestiones en favor de una negociación de paz que considera, a la larga, inevitable. También está claro que, hasta llegar a eso, habrá mucha más guerra. “Lo mejor que se puede esperar para los próximos meses es que el conflicto se congele”, dijo una fuente brasileña.
Agenda
Mientras tanto, el Brasil de Lula prepara lo que será su agenda como presidente del G-20, a partir de fines de este año y durante todo 2024. “La paz será un tema central”, insisten los asesores internacionales del presidente brasileño. Después, en 2025, el país tendrá la presidencia de los Brics, grupo también formado por Rusia, India, China y Sudáfrica. Se sabe que la guerra está lejos de terminar, y para Brasil, confían en el gobierno de Lula, la cruzada por la paz es una jugada que, bien hecha, solo puede traer beneficios al país y al presidente, como líder regional y global.
Muchos especialistas recuerdan en estos momentos las gestiones de Brasil en el 2010, para buscar facilitar un acuerdo entre Estados Unidos e Irán. En ese momento, Lula actuó en conjunto con Turquía. Es un antecedente válido, sostiene Juan Gabriel Tokatlián, vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella. “Finalmente, algunos años después, hubo acuerdo”, asegura Tokatlián, para quien la iniciativa de Brasil por la paz en Ucrania será tomada como referencia, “y lo importante, a partir de ahora, es ver que otros países van a adherir a esta idea”.
En este sentido, será clave el viaje de Lula a China. Será, aseguran en el Planalto, un termómetro para el presidente brasileño, consciente de que pocos tienen tanta injerencia en Vladimir Putin como Xi Jinping. Pero no hay que olvidar, reconocen diplomáticos brasileños, que este acercamiento con China debe ser cuidadoso, para no generar ruidos con Estados Unidos. El presidente de Brasil deberá mostrar sus dotes de equilibrista, si los tiene, para llegar a buen puerto con su apuesta por la paz como bandera de proyección mundial.