La Piscina de Roubaix, el Orsay del norte de Francia

Es sin lugar a duda uno de los museos más hermosos que visto en mi vida. A pesar de que fue inaugurado hace ya unas dos décadas nunca lo había visitado. Entre las razones, el hecho de que se encuentra enclavado en una antigua ciudad industrial: Roubaix, sita en el noreste de Francia que forma parte, hoy en día, de la gran metrópolis de Lille y Tourcoing. La presencia desde el siglo XIX de importantes manufacturas de textil la convirtió en polo de emigración obrera y, luego, de mano de obra extranjera.

La Piscina, como su nombre lo indica, era un establecimiento balneario construido entre 1927 y 1932 por el arquitecto francés Albert Baert, originario de Lille, en estilo art-deco, muy de moda en ese periodo. Su construcción había formado parte de una política de higiene emprendida entonces por los actores políticos de la época. La Piscina surgió como la más hermosa realización de su tipo en toda Francia. Sus dimensiones olímpicas (50 metros de largo) y las galerías de vitrales, así como su vasto jardín dan fe de ello. En la década de 1970, el establecimiento empezaba a degradarse y fue cerrado finalmente en 1985. Ocho años después comenzó la reconversión de este sitio excepcional en museo a cargo del arquitecto parisino Jean-Paul Philippon.

Perspectiva de una de las pasarelas de la piscina.
Perspectiva de una de las pasarelas de la piscina.

Con un costo de casi 20 millones de euros, más de la mitad subvencionados por el gobierno, La Piscina, convertida en Museo de Arte y de Industria, abrió sus puertas en 2001. Sus colecciones se enriquecieron con los fondos del antiguo Museo Industrial de Roubaix, creado en 1985, que aportó importantes muestras de producción de textiles, y se amplió con obras de artes decorativas y otros fondos de pinturas, esculturas, dibujos y objetos de arte de finales del XIX y principios del XX, provenientes de diferentes colecciones como la del industrial del ramo textil Henri Selosse, así como otros fondos pertenecientes al Museo de Orsay.

Vista lateral de La Piscina.
Vista lateral de La Piscina.

La atmósfera que se desprende del espacio central del museo, ocupado por la piscina, es de armonía y la luminosidad, a la que se añade el agradable sonido del agua borboteando de la fuente que alimentaba su gran estanque desde que fue construido. Para reducir el ancho de la piscina, el arquitecto concibió sendas pasarelas en madera pulida sobre las que dispusieron parte de las esculturas de la muestra permanente. Las antiguas taquillas fueron transformadas en vitrinas con paredes de vidrio para acentuar la interrelación con la propia piscina y dar mayor visibilidad a las obras expuestas.

‘Eva y la serpiente’, una escultura de Marcel Mérignargues.
‘Eva y la serpiente’, una escultura de Marcel Mérignargues.

Abundan las cerámicas de Picasso y las esculturas de gran formato de Marcel Mérignargues, Charles-Marie-Félix Martin, Gustave Miklos, Jean-Joseph Weertz, entre otros escultores del periodo. Lo que tal vez aporta el sello distintivo al espacio en su conjunto es la ausencia de obras “vedettes” de la historia de este género y la posibilidad de deambular libremente entre los diferentes niveles con el agua como espejo que refleja desde diferentes ángulos la belleza de las obras presentadas.

Una de las castellanas de la malograda escultora Camille Claudel.
Una de las castellanas de la malograda escultora Camille Claudel.

En una de las salas que rodean el patio ajardinado podemos ver tres piezas de la mítica y malograda escultora francesa Camille Claudel (1864-1943), colaboradora y amante de Auguste Rodin y hermana del escritor Paul Claudel, internada por este último, en 1913 y hasta su muerte, en el más absoluto anonimato de un manicomio. La Piscina exhibe tres de sus obras: La pequeña castellana (1892), la segunda versión de la misma obra, de 1896 y Las conversadoras (1893-1895). Un lujo que pocos museos pueden ofrecerse.

El restaurante art deco de La Piscina.
El restaurante art deco de La Piscina.

La Piscina posee un fabuloso restaurante de época, también de estilo art-deco, administrado por Méert, célebre plurisecular pastelería y salón de té de Lille. Un jardín botánico cuyas plantas han sido concebidas a partir de fibras textiles imita el concepto cisterciense de patio interior. En 2011, el mismo arquitecto encargado de la rehabilitación de la piscina realizó la ampliación con 2000 metros suplementarios dedicados a la historia de la ciudad de Roubaix, a exposiciones temporales, la reconstitución del taller del escultor Henri Bouchard y el gran lienzo Panorama del Ayuntamiento de Roubaix (1911), desaparecido desde la época de su creación hasta que fue encontrado en las buhardillas del propio Ayuntamiento en los años 1990y restaurado.

‘Train en gare’ (’Tren en la estación’), c. 1935, de Raoul Dufy, óleo sobre lienzo.
‘Train en gare’ (’Tren en la estación’), c. 1935, de Raoul Dufy, óleo sobre lienzo.

A lo largo de la visita descubrimos un cuadro de Ingrès, el hermoso óleo Tren en la estación (1935) de Raoul Dufy, cuadros de Pierre Bonnard o Mondrian, esculturas de Bourdelle, Zadkine, Giacometti, Gargallo o Rodin, pero sobre todo una enorme variedad de obras de artistas plásticos que no tienen el renombre de aquellos que la Historia del Arte ha canonizado y que, como Rémy Cogghe –autor local de un lienzo sobre las peleas de gallos en Flandes, una de las aficiones locales– son de calidad extraordinaria y han permanecido fuera de los cenáculos de la crítica del siglo pasado.

Vista del Ayuntamiento de Roubaix.
Vista del Ayuntamiento de Roubaix.

El calendario de actividades paralelas de La Piscina merece mención aparte. A partir de octubre de 2023 y hasta enero del año siguiente se expondrán las muestras “Chagall político”, “Georges Arditi”, (pintor de origen greco-español nacido en Marsella), “Claude Simón”, entre otras. La Piscina acaba de recibir la donación de obras de Jean Cocteau, Víctor Hugo, Vuillard, Dezeuze, Dalí, Alechinsky, Zao Wou-Ki, entre otros conocidos artistas, que se mostrará a partir de febrero de 2024. Completan el programa los ciclos de conferencias, los talleres para niños y jóvenes, los conciertos y las visitas guiadas.

Un viaje à Roubaix puede completarse con un recorrido por su gran plaza (donde se encuentran el Ayuntamiento y la iglesia parroquial San Martín), así como una visita a la Villa Cavrois, encargada en 1929 por Paul Cavrois, un industrial local, al arquitecto y diseñador parisino Robert Mallet-Stevens, símbolo del Modernismo de la primera mitad del siglo XX y abierta al publico en 2015. Los interesados en el arte del textil podrán visitar también La Manufactura, un museo completamente dedicado a esta manifestación, motor económico de la región. Incluso existe la posibilidad de adquirir una entrada combinada de La Piscina con la Villa o La Manufactura.

William Navarrete es un escritor establecido en París.