Un pilar de la victoria de Erdogan: las mujeres devotas conservadoras

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, habla en un evento que organizó su partido político en Estambul, el viernes 26 de mayo de 2023. (Sergey Ponomarev/The New York Times)
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, habla en un evento que organizó su partido político en Estambul, el viernes 26 de mayo de 2023. (Sergey Ponomarev/The New York Times)

ESTAMBUL — Hace diez años, Emine Kilic estaba dedicada a criar a sus dos hijos en su casa de Estambul cuando decidió crear su propia empresa de ropa para ayudar a mantener a su familia.

Su negocio, que comenzó con un préstamo sin intereses con respaldo del gobierno para mujeres emprendedoras, ahora emplea a 60 personas y exporta a quince países, comentó Kilic, quien tiene una educación primaria. Atribuyó el mérito a un poderoso motivador que la inspiró a transformar su vida —el presidente Recep Tayyip Erdogan—, al que llamó un defensor de las mujeres.

“Gracias a mi presidente, me convertí en la jefa de mi propia empresa”, mencionó Kilic, de 38 años, quien agregó que había votado por él durante años y lo volvió a hacer para ayudarle a garantizar otro mandato presidencial el domingo.

Para oponer resistencia a la amenaza política más grave de su mandato de dos décadas como un político dominante de Turquía, Erdogan contó con el apoyo ferviente de un electorado que suele ser infravalorado: las mujeres religiosas conservadoras.

En toda Turquía, las mujeres devotas, tanto las profesionales como las que no trabajan fuera de casa, no solo acudieron a votar por Erdogan en grandes cantidades, sino que también convencieron a sus amigos y familiares de que hicieran lo mismo. Las mujeres también tienen una participación activa en el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por su sigla en turco), desde las activistas que difunden mensajes del partido entre sus vecinos con una taza de té hasta las docenas de mujeres que representan al partido gobernante en el Parlamento.

Lo que une a estas mujeres y a Erdogan es una visión musulmana conservadora compartida del papel de la mujer en la sociedad turca: primero, como madre y esposa; segundo, como miembro de la fuerza laboral. En un país incondicionalmente secular, donde las mujeres que se cubrían el cabello tenían prohibido el ingreso a las universidades y a los empleos públicos, muchas mujeres devotas consideran a Erdogan como su protector, porque presionó para que se relajaran esas normas.

Mujeres muestran su apoyo al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en un evento político del AKP en Estambul, el viernes 26 de mayo de 2023. (Sergey Ponomarev/The New York Times)
Mujeres muestran su apoyo al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en un evento político del AKP en Estambul, el viernes 26 de mayo de 2023. (Sergey Ponomarev/The New York Times)

“Votar en Turquía, en especial para nuestra comunidad, no es solo elegir a alguien. Es tomar una decisión sobre tu vida”, opinó Ozlem Zengin, legisladora y miembro femenino de alto rango del partido de Erdogan.

Para muchas mujeres conservadoras, la amargura de que las expresiones públicas de su fe limiten sus ambiciones es profunda e incluso les ha afectado a los hijos de quienes la superaron, comentó. Ese resentimiento también alimenta la tremenda gratitud hacia Erdogan.

“A Erdogan se le quiere tanto porque cambió la vida de la gente”, mencionó Zengin.

La electricidad entre Erdogan y sus partidarias recorrió una sala de conferencias de Estambul durante un mitin de mujeres dos días antes de la segunda vuelta del 28 de mayo. Miles de mujeres, algunas acompañadas de bebés o niños, abarrotaron la sala, aplaudiendo y agitando los brazos al son de los himnos de la campaña y con las linternas de sus teléfonos móviles en alto para darle la bienvenida al escenario.

“Las mujeres son las heroínas más importantes en nuestra lucha por servir al país”, comentó Erdogan, entre aplausos eufóricos.

Le recordó a su audiencia que había cumplido con las causas conservadoras, tras eliminar la prohibición del velo y convertir en mezquita el otrora museo Hagia Sofia, uno de los tesoros arquitectónicos de Turquía. Y realizó una nueva promesa de buscar una jubilación para las mujeres que no trabajan fuera de casa, con lo que recibió más vítores.

“Reventaremos las urnas”, señaló Erdogan. “No vayan solas. Asegúrense de que sus familias, vecinos y parientes lejanos también vayan a votar”.

“¡Las mujeres están contigo!”, coreaba la multitud.

Los fieles seguidores de Erdogan entre los conservadores tienen sus raíces en la historia de Turquía.

Aunque es una sociedad predominantemente musulmana, el país se fundó en 1923 como Estado secular. Esto le otorgó al gobierno la supervisión de las instituciones religiosas y el poder de dejar las expresiones abiertas de religiosidad fuera de la esfera pública.

Algunos turcos atesoran ese laicismo como un pilar fundacional de la república. Sin embargo, causó escozor en muchos devotos, incluidas las mujeres que sintieron que las convertía en ciudadanas de segunda clase. Algunas mujeres tuvieron que quitarse el velo para ir a la universidad. Otras llevaban peluca.

Zengin, la legisladora, comentó que había trabajado como abogada durante 20 años sin que se le permitiera siquiera entrar en la sala del tribunal porque se cubría el pelo.

“Si eras un acusado o una parte agraviada, podías entrar en la sala, pero no como abogado”, señaló. “Era incomprensible”.

Desde que Erdogan llegó a la escena nacional en 2003 como un ambicioso político islamista, ha marginado a las élites seculares de Turquía y ha consolidado más poder en sus manos. A lo largo del camino, ha presionado para relajar las restricciones sobre el velo.

Las restricciones se levantaron en los campus universitarios en 2008 y, en 2013, cuatro mujeres con velo del partido de Erdogan se convirtieron en miembros del Parlamento, algo inédito hasta ese momento. Ahora son muchas más y los conservadores le siguen agradeciendo a Erdogan con sus votos.

“Siento que estoy en deuda con él”, adimitió Eda Yurtseven, maestra de guardería. “Le debo mucho porque ahora puedo vivir con libertad”.

La visión de Erdogan sobre la familia sigue siendo conservadora y mantiene sacrosanta la noción de que el matrimonio es solo entre un hombre y una mujer, de preferencia con tres hijos. Su idea de la libertad personal deja poco espacio para la comunidad LGBTQ en Turquía.

“Creemos que la familia es sagrada”, afirmó durante el mitin de mujeres. “Debemos tomar precauciones ahora contra estas tendencias que se están propagando como la peste”.

La Constitución turca otorga los mismos derechos a hombres y mujeres y su código laboral prohíbe la discriminación con base en el género. No obstante, en promedio, las mujeres siguen ganando un 15,6 por ciento menos que los hombres, según un informe de Naciones Unidas del año pasado.

En 2021, Erdogan sorprendió a los grupos de derechos humanos cuando retiró a Turquía de un tratado internacional para prevenir la violencia contra las mujeres que había firmado en 2011. Los defensores de las mujeres consideran que las leyes contra la violencia doméstica del país son sólidas, pero afirman que los abusos físicos y sexuales contra las mujeres siguen siendo habituales y a menudo no se denuncian o las autoridades no los investigan de forma adecuada.

La representación política femenina ha aumentado durante el mandato de Erdogan y las mujeres obtuvieron unas 120 curules en el Parlamento de 600 miembros en las elecciones de este mes. Sin embargo, según el informe de la ONU, la mayoría de las mujeres trabajan en campañas, comunicaciones o funciones de apoyo, no en la toma de decisiones de alto nivel.

c.2023 The New York Times Company