Todavía hay petróleo en el mar de Lima
A tres años del derrame petrolero más grande de la historia reciente de Perú, visitamos la zona contaminada en su capital. Las consecuencias del desastre ocasionado por la empresa española Repsol siguen vigentes y han inactivado la pesca local artesanal de Lima y Callao, resignando a familias enteras a la no reparación.
Miguel Núñez extraña pescar. Dice que eso de estar solo, esperando que las redes atrapen algo, le daba un par de horas diarias de paz. Hoy tiene otras ocupaciones: cría cerdos y toca el arpa andina en fiestas costumbristas. Su vida y su rutina cambiaron el 15 de enero de 2022, cuando se tiñó de petróleo el mar donde pasaba sus madrugadas, en el distrito de Ventanilla, provincia del Callao, a unos 50 minutos en auto desde el Centro de Lima.
La casa de Núñez es una galería de los oficios a los que se dedica desde que la pesca lo dejó. El grueso hombre de 53 años vive en un sitio de materiales modestos –calamina, madera delgada– y sin espacios delimitados. Parece un taller, pero no se sabe de qué: sin orden aparente yacen maniquíes, herramientas, cascos, parrillas, instrumentos, flores y radios. Como todo el vecindario, su hogar huele al mar que está a pocos metros y a la tierra arcillosa de los caminos sin asfaltar.
“Me hice pescador por necesidad, principalmente. Cuando me mudé a Ventanilla desde El Agustino (distrito en Lima) no había mucho trabajo todavía. Para ‘la olla’, unos amigos me animaron a pescar. Luego empezamos a ofrecer (los productos) a los vecinos. Se podía ganar bien”, cuenta el ayacuchano mientras camina en dirección a Cavero, una de las playas más afectadas por el desastre de hace tres años.