¿Por qué es pertinente una revisión feminista del temario de historia?

<span class="caption">_La libertad guiando al pueblo_ ( Eugène Delacroix, 1830).</span> <span class="attribution"><a class="link " href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Eug%C3%A8ne_Delacroix_-_Le_28_Juillet._La_Libert%C3%A9_guidant_le_peuple.jpg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Wikimedia Commons / Musée du Louvre;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas">Wikimedia Commons / Musée du Louvre </a></span>

Los cambios en método y contenidos que trae la nueva ley de educación han suscitado un debate que ha trascendido a la publicación de los nuevos libros de texto. La pertinencia y el rigor científico de dichos contenidos se ha puesto en entredicho en diferentes medios de comunicación.

Voces que caricaturizan al propio feminismo y que tildan el revisionismo feminista de fechoría ideológica ejercen de resistencia contra la inclusión parcial de la historia y de las experiencias de las mujeres en los textos escolares.

Parece que a esas voces la mera inclusión de las producción científica, literaria y filosófica de las mujeres les causa malestar e incomodidad ya que desde su punto de vista esto implica un borrado del legado intelectual masculino.

No obstante, lo relevante es plantearse por qué hasta ahora solo eran merecedoras de ser incluidas en el engranaje de la reproducción cultural aquellas obras escritas por hombres y por qué las obras de las mujeres quedaban en los márgenes o en la sombra. ¿En base a qué principio de autoridad se establece lo que merece ser transmitido generación tras generación?

El tratado educativo por excelencia

Emilio o de la Educación (1762) de Jean Jacques Rousseau se considera el tratado pedagógico por excelencia. En él se encarnan los principios ilustrados que teóricamente rompen con las sombras del Antiguo Régimen.

No es hasta el siglo XX cuando se comienza a dar visibilidad al tratado de Mary Wollstonecraft titulado Vindicación de los derechos de la mujer (1792) gracias al revisionismo feminista. Esta obra es un tratado sobre los derechos de las mujeres en el que se ponen en cuestión las desigualdades en el ámbito pedagógico y se explica cómo a las mujeres se las educa para reproducir y a los hombres para producir.

Wollstonecraft pone en cuestión, en el siglo XVIII, una sociedad que confina a las mujeres y que pone en el centro del ágora a los hombres; una sociedad que experimenta una revolución que no conlleva una evolución, sino que desemboca en una perpetuación de la sombra que priva a las mujeres de la clamada igualdad, fraternidad y libertad.

Contexto y anacronismo

Uno de los argumentos que se esgrimen para ridiculizar intelectualmente la necesidad de revisar el canon es el posible anacronismo en el que incurriría esta revisión. Es decir: según esta crítica no tiene lugar cuestionar el papel de Rousseau debido a que sus textos se produjeron en un contexto histórico concreto.

¿Acaso no son coetáneas las respuestas de Mary Wollstonecraft a Rousseau en la primera sección del capítulo quinto de su libro? En este capítulo Wollstonecraft se declara en guerra contra las ideas insensatas que el autor tiene sobre las mujeres, su educación y su papel en el matrimonio puesto que degradan a la mujer a ser un mero accesorio para complacer a los hombres.

Sin embargo, la obra de Wollstonecraft se vio sumida en las tinieblas ilustradas porque el modus vivendi de la autora no encajaba con los cánones sociales de cómo debía comportarse una dama británica. La obra de Rousseau sí que se ha perpetuado, estudiado y alabado a lo largo de los siglos a pesar de que el autor pedagógico por excelencia abandonase a sus cinco hijos en un hospicio. ¿Es realmente un anacronismo o una injusticia histórica que tenemos el deber cívico de reparar?

La hermana –imaginada– de Shakespeare

Virginia Woolf imaginaba cómo sería la vida de Judith Shakespeare, una hipotética hermana que imaginó para William Shakespeare. Ambos concebidos con el mismo ingenio y con la misma sabiduría, en la misma sociedad y en el mismo tiempo.

Woolf pensaba en William como el hermano exitoso que habría podido ir a una escuela en la que estudiar latín y los clásicos, mientras que Judith no tuvo la oportunidad de ir a la escuela, ni mucho menos de aprender gramática ni lógica. Judith era la brillantez confinada mientras que William era el brillante genio alabado por el mundo.

Woolf muestra con maestría la injusticia histórica que se cierne sobre las mujeres, siendo Judith un personaje paralelo a la Sofía que Rousseau crea para satisfacer las necesidades de Emilio, al igual que en el Génesis se crea a Eva por y para Adán partiendo de su propia costilla.

Las voces de la historia

Se puede considerar a Wollstonecraft como pionera feminista por la contundencia de su publicación, pero ello no implica que no hubiera voces feministas anteriores a ella desde la Antigua Grecia.

Safo de Mitilene ya pone de manifiesto en su poema Las Amigas el amor lésbico en la época arcaica de la literatura griega, mientras que Erina, su discípula, habla de sororidad en la época clásica.

Esto lleva a plantear una cuestión de interés: ¿se critican anacronismos por una presunta inexistencia del feminismo en ciertas épocas o es el feminismo un elemento diacrónico crónicamente silenciado?

Si es el tiempo el que da la autoridad, las voces feministas parten del origen de los tiempos y posiblemente el siglo XXI sea el momento para vencer a los obstáculos que impiden educar a las nuevas generaciones en igualdad.

Es por ello por lo que la revisión de los textos escolares es necesaria para avanzar hacia un modelo de transmisión cultural en el que las niñas y los niños encuentren referentes para que ninguna Judith Shakespeare quede confinada o atada a la naturaleza.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Antonio Jesús Tinedo Rodríguez es contratado predoctoral (UNED-Santander) en el Departamento de Filologías Extranjeras y sus Lingüísticas de la UNED.