Para las personas que huyen de la guerra, el debate migratorio en Estados Unidos tiene consecuencias en la vida real

BALTIMORE — Artem Marchuk necesitaba escapar de Ucrania o moriría. No tenía otra opción.

Marchuk, su esposa y sus hijos vivían en Bajmut, la ciudad donde se desarrolló la batalla más cruenta de la guerra. Incluso cuando lograron salir de la ciudad, nada en Ucrania se sentía seguro.

En una entrevista realizada en el hogar familiar en Baltimore, donde el gobierno estadounidense los reasentó en 2022, Yana, la esposa de Artem, relató: “Mis hijos tenían mucha hambre. Todo era oscuridad”.

Los Marchuk son parte del más de un millón de personas a quien el gobierno de Biden ha admitido en Estados Unidos durante los últimos tres años bajo un programa llamado permiso humanitario, el cual permite a los individuos sin visa vivir y trabajar en Estados Unidos de manera temporal. El permiso humanitario ha sido extendido a ucranianos, afganos y miles de personas provenientes del sur de la frontera mexicoestadounidense que huyen de la pobreza y la guerra.

Ahora, el programa se encuentra en el centro de un debate en el Congreso sobre una legislación que liberaría miles de millones de dólares en ayuda humanitaria para algunas de las principales prioridades en política exterior del presidente Joe Biden, tales como Ucrania e Israel.

Los republicanos desean ver medidas estrictas en inmigración a cambio de sus votos para aprobar la ayuda militar (y restringir el número de personas a quienes se les concede el permiso humanitario también es una de sus exigencias).

Artem Marchuk considera reprobable el hecho de que un programa que salvó a su familia se haya convertido en una moneda de cambio en el Capitolio. Aunque la versión más reciente del acuerdo casi no afectaría a los ucranianos que buscan el permiso, Marchuk siente un profundo sentido de solidaridad con otras personas (sin importar su nacionalidad) que podrían quedarse sin los beneficios si el Congreso impone límites al programa.

Marchuk opinó que los estadounidenses deberían recibir con gusto a personas como las que componen su familia. Marchuk, un exejecutivo de tecnología en Ucrania, mencionó que ha trabajado en la organización de defensoría Global Refuge, en la cual ayuda a otros refugiados, y también ha laborado como chofer para DoorDash, UPS y Amazon desde que llegó a Baltimore.

Marchuk, de 36 años, afirmó: “Los refugiados entregan estos paquetes”. Agregó que “los ciudadanos estadounidenses que tienen ciertos estudios” con mucha frecuencia no quieren trabajar como choferes.

¿Qué es el permiso humanitario?

El permiso humanitario ha existido desde la década de los cincuenta para ayudar a personas vulnerables que escapan de Estados fallidos y conflictos, pero expertos en migración aseguran que Biden lo ha usado más que sus predecesores. La ley indica que Estados Unidos podría conceder el permiso si hay necesidades “humanitarias urgentes” o un “beneficio público significativo” para hacerlo.

Las personas que deseen ingresar al país con un permiso humanitario deben primero tener un patrocinador en Estados Unidos y someterse a las verificaciones por parte de las autoridades migratorias estadounidenses.

Hay diferencias importantes entre el permiso humanitario y el programa estadounidense de refugiados, el cual es el camino más tradicional para las personas que buscan santuario en Estados Unidos.

Las personas que tienen el estatus de permiso humanitario no están en el proceso hacia una green card o la residencia permanente, a diferencia de los refugiados. En cambio, solo se les autoriza quedarse durante un tiempo limitado, habitualmente alrededor de dos años, aunque el gobierno puede extenderlo.

Cuando dicho estatus expira, la persona debe abandonar Estados Unidos, solicitar otro programa migratorio o asumir el riesgo de quedarse ilegalmente en el país.

Una moneda de cambio política.

El gobierno de Biden ha convertido al permiso humanitario en parte clave de su política de migración, al usarlo para ayudar a aquellas personas provenientes de Ucrania y Afganistán, así como de Haití, Venezuela, Cuba y Nicaragua, cuya economía prácticamente ha colapsado.

Más de 176.000 ucranianos y 77.000 afganos han venido a Estados Unidos bajo el programa. Además, el año pasado, el gobierno de Biden comenzó a conceder, cada mes, el permiso a 30.000 migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela que tienen patrocinadores económicos en Estados Unidos. La Casa Blanca argumentó que su estrategia está diseñada para desalentar a los migrantes que desean cruzar la frontera ilegalmente al crear una vía legal y más ordenada.

Los republicanos han buscado limitar casi todos esos programas, aduciendo que Biden se está aprovechando de una autoridad que se supone que debe ser usada solo en circunstancias extraordinarias.

Este mes, el senador Lindsey Graham, republicano de Carolina del Sur, declaró: “Han abusado tremendamente del estatuto. No tengo nada de confianza en que hubiéramos logrado mucho si no limitamos el uso del permiso humanitario”.

Algunos republicanos aseveran que el permiso humanitario equivale a una laguna legal que impulsa la inmigración ilegal. Quieren combatir una práctica conocida como “atrapar y liberar”, en la que los migrantes son detenidos brevemente cuando llegan a Estados Unidos, pero, después, con rapidez se les concede el permiso humanitario y son liberados mientras aguardan su audiencia ante la corte migratoria.

Las particulariedades del acuerdo en el Congreso se siguen negociando. La discusión de un acuerdo en el Senado busca reducir la cantidad de permisos humanitarios al endurecer las leyes migratorias en la frontera sur.

Eso no afectaría de modo directo la vía que muchos ucranianos tomaron hacia Estados Unidos, ya que ellos, en general, no llegan a través de la frontera sur (aunque algunos ucranianos sí ingresan a Estados Unidos de esa forma).

No obstante, todavía existe una profunda incertidumbre sobre si el programa sobrevivirá sin modificaciones.

Incluso algunos demócratas del Congreso que se oponen a cambiar sustancialmente el programa de permiso humanitario han reconocido que podrían tener que ceder ante algunas demandas republicanas para limitar el programa si tienen alguna posibilidad de aprobar el paquete de ayuda militar.

Los republicanos en la Cámara de Representantes, incluido el presidente de dicho órgano Mike Johnson, republicano de Luisiana, han amenazado con bloquear cualquier acuerdo que no imponga un límite estricto al número de migrantes que pueden recibir el permiso, además de la eliminación de permisos grupales, como el programa para ucranianos que los Marchuk utilizaron para ingresar a Estados Unidos.

Marchuk, que sigue de cerca las negociaciones en el Congreso, indicó que se siente arrastrado en dos direcciones. Considera al programa del permiso humanitario como un salvavidas para familias desesperadas. Sin embargo, también desea con desesperación que el Congreso proporcione ayuda militar a Ucrania.

Marchuk manifestó que esa podría ser la única esperanza para que su hermana, que está en el frente de batalla en Ucrania, sobreviva la guerra.

c.2024 The New York Times Company