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El pequeño pueblo de Yasin Kanja vive con incredulidad un suceso estremecedor

Ued el Marsa (Marruecos), 26 ene (EFE).- Desde la impresionante playa mediterránea de Ued el Marsa se ve Algeciras. En este pequeño pueblo costero marroquí cercano a Ceuta se crió Yasin Kanja, el joven detenido por asesinar a un sacristán que tiene conmocionada a España, pero también a los vecinos que lo vieron crecer.

Para llegar a Ued el Marsa hay que recorrer nueve kilómetros de una carretera sinuosa, llena de baches, entre las montañas del Rif marroquí. El pueblo está dividido en pequeños núcleos de casas, el primero más adentro en la montaña y el último en la playa, donde abundan unos pocos edificios turísticos y faenan algunos pescadores.

Unos 300 habitantes viven allí, una mezcla de pastores y pescadores autóctonos en viviendas modestas y de marroquíes que tienen allí sus casas de fin de semana, algunas sencillas, las de los que decidieron en un momento dado irse a vivir a la ciudad, y otras de varias plantas y mármol de los más pudientes.

Este jueves especialmente frío y ventoso, la noticia de lo que hizo Yasin Kanja va llegando poco a poco a las casas con la sorpresa como sentimiento generalizado.

"¿Has visto lo que ha hecho Yasin?", le dice a Samir un cliente de su tienda de alimentación. "Anoche me quedé en 'shock', vi que había habido un atentado en Algeciras y resulta que lo había hecho alguien de este pueblo", continúa.

Además de la sorpresa, en Ued el Marsa (Río del Puerto, en árabe) se respira miedo a hablar, nadie quiere que se cite su nombre para no ser vinculado con un atentado que tiene a España en vilo. Por eso todos los nombres de esta crónica son ficticios.

Los vecinos explican que Yasin Kanja era un niño normal, que vivía en ese primer núcleo de la montaña y estudiaba en el colegio, hasta que en 2019, con 21 años, decidió emigrar.

Alí, el imán de la mezquita a cien metros de la casa de Kanja, afirma a EFE que iba a rezar a su templo, pero que no estaba radicalizado, que él y su familia eran musulmanes normales.

Kanja, aseguran varios vecinos consultados, tiene tres hermanos varones y uno de ellos, el pequeño, también emigró a España. Su madre vive en Tánger y va poco a la casa familiar de Ued el Marsa, un edificio blanco que a día de hoy está medio abandonado.

Cerca de él, una familia de tres mujeres y un hombre pasan estos días de vacaciones escolares en su casa del pueblo. Se enteran de la noticia por los periodistas. "¡El hijo de Mustafá ha hecho eso!", se sorprende Jadiya.

"Esto nos duele mucho", dice Samira, que se pone en la piel de la madre: "No me quiero ni imaginar cómo se sentirá". "Si le ha pasado algo, ha sido en España", añade Fátima, que recuerda haber visto a Kanja de pequeño, correteando por las calles empinadas del pueblo.

Al volante de su coche, Mohamed, de unos 30 años, explica que conoció a Kanja de niño y también en Algeciras, adonde él emigró hasta que en 2019 volvió a Marruecos.

"Ese niño se ha mezclado allí con gente mala", afirma a través de la ventanilla. En Ued al Mansa, dice, era una persona "normal" y se fue a España, añade, en una moto acuática.

El pueblo de Kanja está entre Ceuta -a tan solo 6 kilómetros- y Tánger, en una zona de Marruecos donde actúan las redes de tráfico de hachís, que se produce en todo el norte marroquí, y de personas, que ofrecen viajes en patera al otro lado del Estrecho de Gibraltar a cambio de miles de euros.

Pero ahora, dice Samir, el narcotráfico ha bajado porque, en sus palabras, hay un "cierre total" de la frontera marítima con más controles policiales. Tampoco es fácil, afirma, "que las pateras salgan de aquí". "Estamos sufriendo", asegura.

El narcotráfico nutría parte de la economía del pueblo y otra parte el contrabando de mercancías con Ceuta, un "comercio informal" que desde la pandemia se restringió y empobreció a los habitantes de la región, ahora forzados a buscar otras maneras de subsistir.

Por eso muchos acaban abandonando el pueblo hacia las ciudades circundantes, o deciden emigrar, como Kanja. Pero lo que nadie se espera es que alguien a quien vieron crecer sea protagonista, dice Fátima, "cosas que solo se ven en las noticias, en las películas y en las series".

María Traspaderne

(c) Agencia EFE