Paulo Futre se reinventa como el azote del madridismo en Twitter

El exfutbolista Paulo Futre, en el césped del estadio Metropolitano de Madrid, saludando al público antes de un partido.
Paulo Futre, antes de un partido del Atlético de Madrid, con la bufanda rojiblanca al cuello. Foto: Quality Sport Images/Getty Images.

Uno de los grandes dramas de un deportista de élite es que sabe que, por muy bueno que haya sido, por grandes que fueran sus logros, lo mejor que le puede pasar es acabar convertido en leyenda. Es decir, en una gloria del pasado cuyo lugar ya no es el protagonismo en el terreno de juego, sino una referencia en los libros de historia. Es ley de vida: en cuanto se entra en la treintena, con poquísimas excepciones, el declive físico empieza a notarse y no queda más remedio que echarse a un lado para dar paso a los nuevos.

Tras la retirada, algunos antiguos deportistas logran reinventarse y dedicarse a nuevos campos de actividad. Otros, sin embargo, no quieren, o no son capaces, de desligarse de lo único que han hecho hasta entonces; es comprensible, porque la adulación permanente del público semana tras semana debe de ser algo que se echa mucho de menos cuando se ha tenido durante casi dos décadas y de repente se pierde. Así, muchos se reinventan en entrenadores, dirigentes, representantes, comentaristas en medios de comunicación o casi cualquier otro etcétera que se pueda imaginar.

Luego está el caso de Paulo Futre. El futbolista portugués fue uno de los mejores del mundo a finales de los años ‘80 y principios de los ‘90 del siglo pasado. Ganó con el Oporto una Copa de Europa cuando todavía no se había transformado en Champions League y no era un coto cerrado para multimillonarios. En el Atlético de Madrid, donde militó entre 1987 y 1993 con el 10 a la espalda, se convirtió en un mito gracias a su calidad, sus goles, sus galopadas por el costado izquierdo y las dos Copas del Rey conquistadas con él como capitán.

Tras varias idas y venidas por media Europa e incluso una etapa breve en Japón, se retiró en 1998. Entre 2000 y 2003 fue director deportivo del propio Atleti, pudiendo presumir de haber estado ahí cuando Fernando Torres subió al primer equipo. Desde entonces, no se volvió a saber gran cosa de él, más allá de alguna aparición esporádica en medios de comunicación y de formar parte de una candidatura fallida a la presidencia del Sporting de Lisboa. Ha seguido con sus negocios, pero sin hacer demasiado ruido; aunque los aficionados que le vieron jugar le guardaban buen recuerdo, a los más jóvenes su nombre les decía poco.

Sin embargo, últimamente está dando mucho que hablar por una faceta insospechada: la de tuitero. A falta de tres días para cumplir los 54 años, Futre se ha convertido en el amo de esta red social. La usa sobre todo para hacer gala de su pasión por el Atlético de Madrid y, de manera análoga, para burlarse del Real Madrid, su principal rival. Y hay que reconocerle que, pese a que su dominio del castellano (hablado) es más bien discreto, por escrito es muy mordaz e ingenioso. Fue muy sonado hace poco su encontronazo con Álvaro Ojeda, a quien dejó bien planchado, pero hay más.

El ejemplo más reciente: tras la victoria del Levante sobre el Real Madrid de la última jornada de Liga, publicó un vídeo en el que comparaba el gol que marcó Morales en ese partido con el que el propio Futre había anotado en la final de Copa de 1992. Pero se lo borraron porque las imágenes de La Liga están protegidas por derechos de autor. Ante lo cual, bromeó diciendo que suponía “de qué equipo” es el empleado que lo había eliminado. El periodista Jorge Calabrés le replicó así...

...y Futre tardó poco en lanzar una réplica que han aplaudido miles de aficionados rojiblancos.

Pero hay muchas más. Esto le dedicó a los madridistas también tras el partido contra el Levante, haciendo referencia a la eliminación en la Copa del Rey:

Esta otra fue después del último derbi que ganó el Real Madrid en el Bernabéu, pero en el que hubo un penalti más que dudoso a Morata que no se pitó.

Cuando la Academia de cine estadounidense estaba entregando sus grandes premios, Futre apareció para recordar un encontronazo en sus tiempos de jugador, allá en 1989, contra Paco Buyo, entonces portero merengue, en el que este fingió una agresión y fue Orejuela, compañero del portugués, quien acabó expulsado:

Esta otra, tras una falta bastante clara pero no pitada sobre Correa en el Atleti-Granada, es una referencia a la famosa frase que pronunció el encargado del VAR la temporada pasada en un incidente protagonizado por el madridista Vinícius.

Un partido de la cantera también le vale para hurgar en la llaga contra los vecinos blancos.

La ya nombrada eliminación de copa de los vikingos le dio incluso para tirar de memes.

Hasta se las ha apañado para vincular su antimadridismo con la más rabiosa actualidad, aprovechando aquella final ganada en 1992 y la bien conocida afición por el equipo de Chamartín del emérito Juan Carlos I.

Todas estas son solamente las que llevamos en el mes de febrero. Si echamos la vista más atrás, la lista es inteminable.

¿Está bien que Futre mantenga este perfil en sus redes sociales? Hay quien lo critica porque lo considera fuera de lugar, incluso un tanto ofensivo. Pero a fin de cuentas a día de hoy Futre no ocupa ningún cargo institucional en el Atlético; es un aficionado más, con la libertad de expresión que eso le confiere. Además, si uno se para a analizar las publicaciones del antiguo crack portugués, observa que, aunque puedan ser más o menos mordaces, en ninguna de ellas hay atisbo de maldad. De hecho, cuando las circunstancias requieren tirar de deportividad y fair play, no tiene ningún problema:

Lo único innegable es que hablamos de un señor que dejó el fútbol en activo hace ya más de dos décadas, que por fecha de nacimiento está lejos de poderse considerar un millenial, pero que sin embargo, gracias a esta actitud, ha conseguido no solo que se siga hablando de él, sino tener casi 35.000 seguidores en Twitter y casi 70.000 en Instagram. Que es algo con lo que muchos community managers profesionales sueñan. Cada uno que juzgue si su estrategia es la adecuada o no; funcionar, funciona, y de paso los atléticos la disfrutan sin complejos.

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