Paseo por el Madrid histórico: de los Austrias a los Borbones

Comenzamos nuestra visita por el Madrid antiguo en la calle Mayor, donde se encuentran los restos de la muralla árabe, declarada Monumento Nacional en 1954. Aquí se encuentran los primeros orígenes de Magerit –nombre que recibía la ciudad. Para los arqueólogos éste fue un segundo recinto de la muralla de Madrid, una zona defensiva que contaba con 128 torres.

Caminando por esa arteria llegamos a la Plaza de la Villa, centro histórico del Madrid de los Austrias, (la Casa de los Habsburgo reinó en España del XVI al XVII ), donde podemos contemplar la Casa de la Villa un edificio construido a finales del XVII, que fue el sede del Ayuntamiento hasta 2007.

La casa y torre de Los Lujanes son buenos ejemplos de la escasa arquitectura civil de finales del siglo XV de estilo gótico-mudéjar que se conserva en la capital de España. En esa torre estuvo prisionero el rey de Francia, Francisco I, tras ser derrotado por el rey emperador Carlos V en la batalla de Pavía. (1525).

La plaza de la Paja fue el gran mercado de Madrid durante los siglos XIII y el XIV. Entró en decadencia a partir del siglo XV, cuando Juan II de Castilla ordenó construir la plaza del Arrabal (futura plaza Mayor), para desplazar la actividad comercial de la villa.

Plaza Mayor

Estatua ecuestre del rey Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid. EFE/ Paolo Aguilar
Estatua ecuestre del rey Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid. EFE/ Paolo Aguilar

Precisamente la Plaza Mayor, conocida en el siglo XV como del Arrabal y después rebautizada Plaza de la Constitución, Plaza Real o Plaza de la República, no fue hasta después de la Guerra Civil (1936-39) cuando toma su actual nombre.

Bellísima construcción de 129 metros de largo y 94 de ancho, rodeada por soportales y levantada en tres plantas, creación de Juan de Herrera y Juan Gómez de Mora. Sufrió varios incendios a lo largo de su historia y la plaza fue reconstruida y reformada en varias ocasiones, teniendo también múltiples usos, desde mercado, plaza de toros e incluso centro de autos de la Inquisición.

Estatua ecuestre del rey Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid, en sus orígenes conocida como Plaza del Arrabal. Su construcción comenzó en 1561 por orden de Felipe II tras el traslado de la corte a Madrid y terminó en 1617 reinando Felipe III. EFE/ Paolo Aguilar
Estatua ecuestre del rey Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid, en sus orígenes conocida como Plaza del Arrabal. Su construcción comenzó en 1561 por orden de Felipe II tras el traslado de la corte a Madrid y terminó en 1617 reinando Felipe III. EFE/ Paolo Aguilar

El edificio que la preside es la casa de la Panadería, el primero en comenzar a construirse en 1590. Inicialmente fue la tahona más importante de Madrid y su fachada está decorada por Carlos Franco en los años 80. La estatua ecuestre de Felipe III se colocó, en su zona central, a mediados del XIX.

La ruta aconsejada pasaría después por el Palacio Real. Morada regia desde Carlos III hasta Alfonso XIII pero, mucho antes de que Madrid fuera capital de España, el emir Mohamed I construyó en Magerit (nombre árabe) una alcazaba para defender la ciudad próxima de Toledo del avance de los cristianos.

Fachada del Palacio Real y estanque de los Jardines de Sabatini. EFE/Jorge Z. Pascual
Fachada del Palacio Real y estanque de los Jardines de Sabatini. EFE/Jorge Z. Pascual

Fue utilizado en el siglo XIV como alcázar y con los Austrias, Carlos I y su hijo Felipe II, convirtieron la fortaleza en residencia permanente de los monarcas, hasta que en 1734 un incendio arrasó el edificio. Fue con Felipe V, el primer rey de la casa Borbón en España, quién mandó levantar el palacio actual.

La obra, iniciada por Filippo Juvara, y continuada por su discípulo, Juan Bautista Sachetti, tardó 17 años en levantarse de nuevo. Carlos III fue el primer monarca que residió en el palacio.

Palacio Real

El Palacio Real se inspira en el Louvre de París, articulándose en torno a un patio cuadrado y con una Plaza de Armas, que precede a la fachada principal. Entre las más de 3,000 estancias que posee destacan el salón del Trono, techo pintado por Tiépolo; el salón de Alabarderos; la bella y poco conocida Capilla Real con frescos de Francisco Bayeu y Anton Raphael Mengs, y sus jardines, obra de arquitecto italiano Francesco Sabatini.

La visita puede continuar contemplando la Puerta de Alcalá, una de las cinco antiguas puertas reales que daban acceso a la capital. Situada en el centro de la rotonda de la Plaza de la Independencia, en el cruce de las calles de Alcalá, Alfonso XII y Serrano, junto a las puertas del Retiro, con su famoso estanque y el coqueto Palacio de Cristal.

La puerta daba acceso a los viajeros que entraban a la capital desde Francia, Aragón o Cataluña. Fue construida por Carlos III en sustitución de otra puerta anterior que existía desde el XVI. El diseño y obra es también de Sabatini.

A Juan de Villanueva, la otra figura más importante, junto con Ventura Rodríguez, de la arquitectura neoclásica en España, se debe el Jardín Botánico, dentro de un proyecto que era crear una gran zona ajardinada con función científica, en la que también se encontraban el Museo de Ciencias y el Observatorio Astronómico.

Más de 120 museos y colecciones

Madrid acoge tres museos de fama mundial que reúnen más de 36,000 obras y que los visitan cerca de una decena de millones de turista. En la imagen la entrada al Museo de El Prado. Foto EFE
Madrid acoge tres museos de fama mundial que reúnen más de 36,000 obras y que los visitan cerca de una decena de millones de turista. En la imagen la entrada al Museo de El Prado. Foto EFE

De ahí surgió el Museo Nacional del Prado, concebido en principio como Gabinete de Historia Natural en 1785, por orden de Carlos III, su destino final no estaría claro hasta que su nieto, Fernando VII, impulsado por su esposa la reina Isabel de Braganza, tomó la decisión de destinar el edificio a la creación de un Real Museo de Pinturas y Esculturas, que pronto tomó su nombre actual y abrió por primera vez al público en 1819.

Vista panorámica del patio del edificio Nouvel del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía situado en Madrid. EFE/Javier Liaño
Vista panorámica del patio del edificio Nouvel del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía situado en Madrid. EFE/Javier Liaño

Madrid tiene más de 120 de museos y colecciones museográficas, algunas de ellas grandes desconocidas, pero joyas indispensables del Madrid artístico. No tienen colas interminables, ni récords de visitantes y viven a la sombra de sus imponentes hermanos mayores situados en el llamado eje de los museos que une, El Prado, con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, que alberga a “El Guernica” de Picasso, joya de la colección y el Museo Thyssen-Bornemisza, a los que se suma el remodelado Museo Arqueológico, detrás justo de la Biblioteca Nacional de España.

Cuadros de la exposición ‘Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias’ en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. EFE/Javier Tormo
Cuadros de la exposición ‘Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias’ en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. EFE/Javier Tormo

El Museo del Romanticismo es el más conocido de los “menos famosos”. Creado en 1924 por el marqués de la Vega-Inclán y Flaquer, hoy sigue dando a conocer como se vivía en el siglo XIX.

Las salas de este palacio del XVIII alberga cuadros de Goya, una gran colección de litografías, mobiliario isabelino y objetos de José de Zorrilla, Juan Ramón Jiménez y hasta una sala dedicada a Mariano José de Larra. En el centro, un tranquilo y acogedor jardín.

El Museo Lázaro Galdiano, que contiene más de 4.500 piezas en sus cuatro plantas, ubicado en el palacio de Parque Florido, reformado por el arquitecto Fernando Chueca Goitia y que abrió sus puertas en 1951. Sus fondos son tan variados y heterogéneos que alberga una de las mejores colecciones europeas de platería civil. Lo más relevante es su amplia colección de pintura que abarca obras de Goya, El Greco, Velázquez, Zurbarán, Murillo o El Bosco.

Fachada del Museo Sorolla. EFE/Gustavo Cuevas
Fachada del Museo Sorolla. EFE/Gustavo Cuevas

El Museo Sorolla, que se sitúa en la que fuera casa del pintor valenciano desde 1911, es obligada su visita por varias razones. La primera, por admirar sus obras que va, desde retratos costumbristas y familiares, a sus famosos paisajes de playa con su característica luz. Además cuenta con un jardín inspirado en los de los Reales Alcázares de Sevilla.

Uno de los más espectaculares es el Museo Cerralbo, una casa-museo que donó el Marqués de Cerralbo, Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922). Un conjunto exquisito del romanticismo español que ofrece una visión perfecta de cómo era la vida cotidiana de una familia aristocrática en el Madrid decimonónico.

Abunda la pintura española, sobretodo de los siglos XVII y XVIII, y tienen multitud de joyas en escultura, mobiliario o espejos, y la admirable es su salón de baile y la espectacular escalera principal.

Vista del Templo de Debod en Madrid. EFE/Javier Liaño
Vista del Templo de Debod en Madrid. EFE/Javier Liaño

Un palacio situado a escasos metros del bello Templo de Debod, originario del antiguo Egipto y con 2.200 años de antigüedad, una de los tesoros que esconde Madrid y desde donde se divisa -al igual que desde la real plaza de la Armería-, los espectaculares atardeceres de la ciudad.

La fachada de la Real Casa de Correos, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, y la fuente de Cibeles en el centro de Madrid. EFE/Kiko Huesca.
La fachada de la Real Casa de Correos, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, y la fuente de Cibeles en el centro de Madrid. EFE/Kiko Huesca.

Para terminar, algo muy madrileño, la plaza de Cibeles, con su monumental palacio, sede actual del Ayuntamiento, y su fuente más famosa de Madrid, un encargo de Carlos III a Ventura Rodríguez, que se construyó entre 1777 y1782, cuando ya reinaba Carlos IV, para embellecer el antiguo Salón del Prado, hoy Paseo del Prado.

Aunque en su origen el conjunto miraba hacia la cercana fuente de Neptuno, del mismo autor y muy próxima, la diosa y su carro parecen dirigirse a la Puerta del Sol, en constante tránsito, propio del centro neurálgico que es Madrid y punto de partida, y de encuentro, de España.

Amalia González Manjavacas es historiadora del Arte.