¿Y ahora qué pasará con las mujeres que están en tratamiento de FIV en Alabama?

Veronica Wehby-Upchurch, quien tuvo un hijo gracias a la fertilización in vitro y tiene otros dos embriones congelados guardados, en su casa en Homewood, Alabama, el 22 de febrero de 2024. (Charity Rachelle/The New York Times)
Veronica Wehby-Upchurch, quien tuvo un hijo gracias a la fertilización in vitro y tiene otros dos embriones congelados guardados, en su casa en Homewood, Alabama, el 22 de febrero de 2024. (Charity Rachelle/The New York Times)

Natalie Brumfield, de 41 años, lloró cuando leyó la noticia del fallo de la Corte Suprema de Alabama, según la cual los embriones conservados en tubos de ensayo deben considerarse niños. Brumfield, quien tiene siete hijos, dos de los cuales fueron concebidos por fertilización in vitro, siente que la decisión confirma una de sus preciadas creencias como cristiana: la vida comienza cuando se forma el embrión.

A Emily Capilouto, de 36 años, el fallo también le hizo brotar las lágrimas, pero, en su caso, eran lágrimas de desesperación. Capilouto ha batallado durante años para tener un hijo. Estaba a punto de concluir un ciclo de FIV para que por fin transfirieran a su útero uno de los embriones que produjo con su esposo. Pero el miércoles se enteró de que el sistema de salud de su clínica, en la Universidad de Alabama, campus Birmingham, tomó la decisión de suspender los tratamientos de FIV en respuesta al fallo.

“No sé qué significa ahora”, comentó Capilouto el miércoles, unos minutos después de enterarse de que su sueño de tener un hijo quedaría en pausa indefinidamente.

Preguntas como la de ella se escuchan por todo el país tras el fallo del tribunal, que se entregó el 16 de febrero. Todavía no se sabe a ciencia cierta cuáles son las posibles implicaciones en todo el país, pero muchas mujeres de Alabama se preguntan cómo afectará esta nueva clasificación de los embriones, basada en una creencia religiosa, su propia travesía hacia la maternidad, un proceso que de por sí conlleva dolores físicos y emocionales para muchas que buscan la FIV.

En entrevistas realizadas el miércoles, varias mujeres de Alabama que se sometieron hace poco a la fertilización in vitro o estaban en tratamiento señalaron que se sienten atrapadas en el limbo.

Una mujer que dio a luz hace poco gracias a la FIV afirmó que le da miedo hacer algo con los embriones que quedaron después el proceso y están congelados y almacenados en un lugar del otro lado del estado.

Veronica Wehby-Upchurch, quien tuvo un hijo gracias a la fertilización in vitro y tiene otros dos embriones congelados guardados, en su casa en Homewood, Alabama, el 22 de febrero de 2024. (Charity Rachelle/The New York Times)
Veronica Wehby-Upchurch, quien tuvo un hijo gracias a la fertilización in vitro y tiene otros dos embriones congelados guardados, en su casa en Homewood, Alabama, el 22 de febrero de 2024. (Charity Rachelle/The New York Times)

Otras se preguntan si ahora tendrán que pagar una cantidad significativa de dinero para mantener sus embriones almacenados permanentemente, incluso aquellos que presentan anormalidades cromosómicas que producirían un aborto de ser trasplantados. Además, no saben si deshacerse de los embriones no utilizados o incluso transportarlos fuera del estado son acciones por las que se podrían presentar cargos del ámbito penal en su contra.

“Declarar que los embriones son niños equivale a minimizar lo que pasan las personas para llegar a cargar un bebé en sus brazos”, opinó Veronica Wehby-Upchurch, de 41 años, quien tiene un hijo y dos embriones congelados guardados. “Un embrión en una placa ni siquiera es la línea de salida y una línea rosa en una prueba de embarazo no es la meta”.

Wehby-Upchurch, que vive en Homewood, Alabama, relató que comentó medio en broma con algunas de sus amigas que también recurrieron a la FIV que ahora no sabe si debe incluir sus embriones congelados en su declaración del impuesto sobre la renta y su seguro de salud. En vista del fallo, “esas preguntas no son ninguna locura”, dijo.

Las mujeres que están en contra del aborto, como Brumfield, consideran que esa decisión judicial refleja los valores descritos en Proverbios 31-8: “Sé voz del que no sabe hablar”, aseveró Brumfield, quien añadió que sentía alivio porque la decisión evitará la destrucción de embriones.

Según señalan algunas mujeres, la ironía es que el fallo, cuyas consecuencias todavía no terminan de evaluar las clínicas de fertilidad, ha obligado a muchas parejas a suspender su tratamiento de FIV y detener su camino hacia la paternidad. La Universidad de Alabama, campus Birmingham, anunció en un comunicado el miércoles que detuvo los procedimientos para “evaluar la posibilidad de que nuestros pacientes y médicos puedan ser objeto de procedimientos penales o deban pagar daños y perjuicios por seguir el curso normal del tratamiento de FIV”.

Otro proveedor de servicios, Alabama Fertility Specialists, ubicado en Mountain Brook, a las afueras de Birmingham, declaró el jueves que no ofrecerá “nuevos tratamientos de FIV debido al riesgo legal para nuestra clínica y nuestros embriólogos”.

Kayla Lee, residente de Birmingham de 33 años, relató que invirtió nueve años, 80.000 dólares y decenas de horas en consultorios médicos para tratar de tener un hijo. Después de varios abortos, por fin le iban a transferir un embrión viable unos días después. Pero el martes por la noche, Lee recibió una llamada que la dejó pasmada.

El doctor de la clínica de Lee en la Universidad de Alabama, campus Birmingham, le comunicó que había sido necesario suspender los tratamientos de FIV debido al fallo.

“Lo siento”, le dijo el doctor a Lee, quien se puso el auricular contra la mejilla y comenzó a llorar, furiosa de que una decisión judicial cuyo propósito es proteger vidas le hubiera hecho perder la oportunidad de crear una, al menos por ahora.

“Es mi vida. Es mi cuerpo”, dijo Lee con la voz quebrada, y añadió: “No es nuestra culpa que no podamos reproducirnos sin ayuda”.

Kate Choban Gilbreath, residente de San Juan, Puerto Rico, de 37 años, compartió que había finalizado sus tratamientos in vitro en el Centro de Medicina Reproductiva en Mobile Infirmary. Ahí es donde los demandados en el caso presentado al tribunal de Alabama (varias parejas que habían recurrido a la FIV) tenían embriones guardados hasta que una paciente del hospital los retiró de los tanques de nitrógeno líquido y los destruyó accidentalmente al dejar caer su contenedor.

La opinión de la mayoría en el caso afirma que una norma del estado que les permite a los padres presentar demandas por el homicidio por negligencia de un hijo también es aplicable a “hijos nonatos”.

Este centro anunció el jueves que también suspenderá los tratamientos de FIV a partir del sábado.

Gilbreath, que tiene una hija de 8 meses, señaló que firmó documentos a finales del año pasado en los que le otorgó al centro de Mobile permiso para deshacerse de sus embriones restantes, así que ahora siente que se salvó del dilema que otras personas enfrentan en este momento.

Gilbreath y muchas de las otras mujeres entrevistadas para este artículo comentaron que, aunque les enfada la decisión del tribunal, también sienten una enorme empatía por las parejas involucradas en el caso.

“Es horrible que alguien haya podido llegar al lugar donde estaban guardados sus embriones y los haya destruido”, dijo Julie Cohen, residente de Mountain Brook de 38 años. Añadió que, aunque siente un vínculo muy grande con sus propios embriones, “todos mis embriones son posibles bebés, pero todavía no son bebés en realidad”.

c.2024 The New York Times Company