Pasa, el internet funciona: los trabajadores de Kiev se conectan a la web en lugares insólitos

La estilista Anna Polivoda, la segunda de derecha a izquierda, trabaja con una clienta, Natalia Semchenkova, en Salon Special en Kiev, Ucrania, el 10 de enero de 2023. (Brendan Hoffman/The New York Times).
La estilista Anna Polivoda, la segunda de derecha a izquierda, trabaja con una clienta, Natalia Semchenkova, en Salon Special en Kiev, Ucrania, el 10 de enero de 2023. (Brendan Hoffman/The New York Times).

Kiev, Ucrania — Artem Kudria estaba tumbado en un puf azul, con su computadora portátil conectada, una sudadera con el gorro puesto y los pies (con calcetines naranjas) estirados delante de él.

Trabajaba duro como diseñador para una empresa tecnológica, pero no estaba en la sala de su casa, ni siquiera en el salón de esparcimiento de su oficina. Más bien, trabajaba en la sala de exhibición de muebles de una tienda departamental, cerca de una colorida habitación infantil y una cocina modelo que en otro momento y lugar se podría haber encontrado en Ikea.

En la capital ucraniana, Kiev, los apagones son un problema cotidiano, por lo que la tienda, Epicentr, abrió un amplio espacio libre para que la gente se instale y trabaje.

“No tengo electricidad en mi oficina, esta mañana no había luz, por eso vine aquí”, explicó Kudria, de 28 años. Y añadió: “Cuando la gente enfrenta retos que intentan destruir su vida, la respuesta sana es resistir, ser desafiante”.

A su alrededor, decenas de trabajadores habían adoptado posiciones similares en el extenso tercer piso, en una zona que antes estaba repleta de una selección de azulejos, fregaderos de cocina y muebles para la sala.

Mientras ciudades y poblados de toda Ucrania lidian con cortes de suministro, como consecuencia de los ataques aéreos rusos contra infraestructuras fundamentales, trabajadores de todos los sectores han tenido que adaptarse con rapidez. Gracias a la innovación, la creatividad y la generosidad de las empresas, están encontrando la manera de continuar con uno de los aspectos primordiales de la sociedad: el trabajo, aunque a veces se vea interrumpido por las alertas antiaéreas.

Las tiendas de comestibles han colocado sofás y extensiones eléctricas para quienes lidian con los apagones y también anuncian sus estacionamientos como espacios de trabajo gratuitos donde la gente puede conectarse a internet en sus automóviles. Es habitual ver computadoras portátiles abiertas en las estaciones del metro de Kiev, donde la gente puede conectarse a la red y seguir trabajando a distancia mientras se refugia durante horas en medio del riesgo de ataques aéreos.

Uliana Kychenko, directora independiente de mercadotecnia, trabaja desde una mesa en un espacio de trabajo conjunto instalado en Epicentr, una tienda departamental de Kiev, Ucrania, el 10 de enero de 2023. (Brendan Hoffman/The New York Times).
Uliana Kychenko, directora independiente de mercadotecnia, trabaja desde una mesa en un espacio de trabajo conjunto instalado en Epicentr, una tienda departamental de Kiev, Ucrania, el 10 de enero de 2023. (Brendan Hoffman/The New York Times).

Los centros de trabajo gratuitos de lugares como Epicentr son cómodos y cálidos. Tienen una máquina de café pequeña, internet gratuito y muchas tomas de corriente. Un día hace poco, las extensiones serpenteaban por el suelo.

La semana pasada, Kudria acudió a la tienda para trabajar durante tres días en los que no hubo electricidad y regresó esta semana. Dijo que el espacio tenía todo lo que necesitaba para continuar con su trabajo de diseño.

“Lo importante es hacer al menos algo” productivo, comentó, aunque solo fuera trabajar tres o cuatro horas.

Cerca de ahí, una gran pancarta con las palabras “Unbreakable Hub” (el nombre que le dio la tienda a este espacio gratuito) colgaba sobre un joven que llevaba audífonos y editaba fragmentos de audio. Al otro lado de la sala, bajo un aparador de lámparas que antes apreciaban los clientes, había trabajadores encorvados sobre sus computadoras portátiles.

Muchos de los apagones en Kiev se pueden prever: el gobierno local publicó un calendario de cuándo habría cortes de electricidad en distintas zonas para ahorrar energía, pero los ataques aéreos siguen provocando apagones impredecibles.

Muchos habitantes de Kiev afirman que su determinación de seguir trabajando se debe tanto al compromiso de ayudar a que la sociedad ucraniana siga funcionando como a la necesidad práctica de mantener a sus familias.

Serhii Titenko, de 34 años, ingeniero de control de calidad en una empresa de informática, explicó que su oficina se volvió más resistente a los apagones.

“Tenemos un pequeño ‘punto de invencibilidad’ en nuestra oficina”, explicó. “Es un lugar cálido y tenemos electricidad”.

Señaló que su empresa adquirió generadores y una terminal de Starlink, que ofrece conexión a internet a través de satélites en órbita, con lo que elude a los proveedores convencionales.

“Todos están intentando trabajar”, afirmó. “Si necesitas electricidad, compras un generador o recurres a alternativas, como baterías de auto en casa. Para no hacer el cuento largo, ninguno de mis amigos se fue, todos tratan de quedarse aquí, ser útiles y trabajar”.

El gobierno ucraniano ha priorizado mantener en funcionamiento los servicios de internet del país, por lo que ha buscado maneras de garantizar que los proveedores de telefonía móvil tengan energía suficiente para continuar sus operaciones incluso ante una falla de la red. En una entrevista, Mykhailo Fedorov, ministro ucraniano de Transformación Digital, afirmó que la cantidad de personas que accedieron a internet mediante datos móviles en Kiev durante la segunda semana de este mes era comparable a la de la misma semana el año pasado, antes de la invasión rusa.

Ahora, muchas pequeñas empresas, tiendas y restaurantes tienen generadores, lo que ha facilitado el trabajo en esos sectores, en los que no se puede trabajar a distancia.

Anna Polivoda, de 32 años, trabaja en la estética Salon Special, en el centro de Kiev, y ha pasado las últimas semanas trabajando, ya que los propietarios del negocio han hecho ajustes para sobrellevar los cortes de electricidad. Cuando empezaron los apagones habituales en el otoño, tuvo que cambiar todos sus cortes de pelo programados a horarios durante el día, aunque a veces le pedía a una compañera que sostuviera una linterna con la mano en caso de que el lugar se oscureciera demasiado.

Al no poder enchufar las secadoras, Polivoda tuvo que enviar a algunos de sus clientes a casa con el pelo mojado, pero eso no impidió que siguieran acudiendo.

“La gente se acostumbró a estas dificultades”, comentó Polivoda. “Nadie se enojaba, todo el mundo lo entendía”.

A finales del mes pasado, los propietarios de la estética compraron un generador que les permite mantener las luces encendidas y usar las secadoras, también compraron un calentador más grande para asegurarse de tener un excedente de agua caliente.

Por el momento, los clientes de Polivoda siguen haciendo citas para cortes de pelo y otros servicios de belleza.

“De cierta manera, el hecho de que la gente normal haga cosas normales es un acto de resistencia, como arreglarse el pelo o las uñas, ir a tomar un café, al cine o al teatro”, concluyó. “Son actos que se oponen verdaderamente a la guerra”.

© 2023 The New York Times Company