Dos parroquias de Illinois se encuentran en lados opuestos de una división en la Iglesia católica

Vista a través de reflejos en un cristal que divide un vestíbulo de oración en la iglesia católica de St. Joseph, una parroquia progresista en Libertyville, Illinois, el 15 de octubre de 2023. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)
Vista a través de reflejos en un cristal que divide un vestíbulo de oración en la iglesia católica de St. Joseph, una parroquia progresista en Libertyville, Illinois, el 15 de octubre de 2023. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)

LIBERTYVILLE, Illinois — Cuando John Trout escuchó que el papa Francisco quería conocer la opinión de distintas parroquias en preparación para una importante reunión que se celebra este mes en el Vaticano con el objetivo de determinar el futuro de la Iglesia, decidió que su congregación de los suburbios de Chicago participaría plenamente.

La iglesia católica de St. Joseph colgó pancartas relativas a la reunión, distribuyó encuestas e invitó a un experto de la Universidad de Loyola en Chicago a darles una conferencia a los feligreses de su parroquia. Esta organizó sesiones en persona y mediante Zoom para dialogar sobre las preguntas propuestas por el Vaticano: ¿cuáles son tus esperanzas y sueños para la Iglesia católica romana? ¿Qué aspecto de la Iglesia te causa dolor?

Menos de una hora al sur de St. Joseph, el sacerdote Anthony Bus de la parroquia de St. Stanislaus Kostka en Chicago indicó que la reunión en Roma no le parece una oportunidad sino una posible amenaza o al menos algo irrelevante.

“Nuestras voces no se van a escuchar en las salas del Vaticano”, afirmó. “Es un ‘diálogo’, pero solo si sigues las reglas”.

Bus apenas y ha hablado sobre el sínodo con sus feligreses y dijo que unas cuantas personas de St. Stanislaus respondieron la encuesta abierta de la arquidiócesis acerca de la reunión.

El Sínodo de la Sinodalidad, la gran reunión convocada en Roma, se ha convertido en un foco de tensión entre distintas facciones del liderazgo de la Iglesia. En el sínodo, participan mujeres y laicos por primera vez. Los asistentes tienen instrucciones generales de dialogar sobre el futuro de la Iglesia, incluso la posibilidad de ordenar como diáconos a las mujeres y el contacto con personas LGBTQ+.

Anthony Buś retira la Sagrada Eucaristía de una custodia en la iglesia católica de Saint Stanislaus Kostka, una parroquia tradicional en Chicago, el 10 de octubre de 2023. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)
Anthony Buś retira la Sagrada Eucaristía de una custodia en la iglesia católica de Saint Stanislaus Kostka, una parroquia tradicional en Chicago, el 10 de octubre de 2023. (Jamie Kelter Davis/The New York Times)

Los líderes relativamente progresistas, incluidos algunos designados por Francisco, consideran que el sínodo es un momento de esperanza que podría conducir a cambios muy necesarios. Los conservadores temen que la reunión cause un deterioro en las normas de la Iglesia y desate el caos. Lo han comparado con la caja de Pandora y han advertido que podría causar un cisma.

El cardenal Blase J. Cupich de Chicago, un aliado cercano del papa, es uno de los 14 obispos estadounidenses que asisten a la reunión. El cardenal alentó a las parroquias a su cargo a aportar ideas. Pero en un momento en que la Iglesia estadounidense se encuentra especialmente polarizada en la cúspide, el sínodo también ha puesto al descubierto la división en las bancas de las iglesias y revelado las dimensiones del reto que enfrenta el papa.

Una vocera de la arquidiócesis de Chicago puntualizó en un comunicado que el proceso de la arquidiócesis para el sínodo “fue un proyecto meticuloso e imparcial para recabar las reflexiones de sus sacerdotes, religiosos y fieles y preparar un informe al respecto”. Subrayó que el informe enviado por la arquidiócesis al Vaticano fue “un reflejo honesto de sus aportaciones”.

Las iglesias de St. Stanislaus y St. Joseph pertenecen a esta arquidiócesis, la tercera del país en tamaño. Pero su pomposidad espiritual e incluso su sensibilidad estética son muy distintas: St. Stanislaus se adhiere estrictamente a la tradición, con énfasis en la confesión; St. Joseph ha adoptado el enfoque de Francisco, con énfasis en las causas ambientales y la adaptación al mundo cambiante.

El santuario de St. Joseph, de la época de los años sesenta, con bancas curvas dispuestas alrededor de un altar sencillo, se inspiró en la idea realzada por el Concilio Vaticano II de que la Iglesia es el “pueblo de Dios”. “No hay Iglesia si no hay gente”, es una frase usual de Trout. Ha celebrado misa en el patio trasero de la casa de algunos feligreses, en un parque local y en el estacionamiento de la iglesia con los asistentes en sus automóviles. La parroquia es activa en las redes sociales y hace poco comenzó a experimentar con música contemporánea y la creación de pódcast. Uno de sus cuatro confesionarios se convirtió hace poco en un pequeño estudio de producción para transmitir ceremonias en línea.

En la ciudad, St. Stanislaus, construida en la década de 1880, tiene un imponente altar cubierto con chapa de oro y una custodia (pieza en que se coloca la hostia consagrada para su adoración) espectacular que, según la parroquia, es la más grande del mundo. La iglesia está abierta las 24 horas del día.

Una de las principales carreteras que conecta a Chicago con sus suburbios, la Kennedy Expressway, en los planos originales atravesaba el terreno de la iglesia de St. Stanislaus. Su construcción habría requerido la demolición del santuario. Pero la enorme población polaca de la parroquia protestó hasta que los planeadores claudicaron e incluyeron una curva en esa vía para evitar por poco el complejo de la iglesia, de tal forma que ahora los automóviles pasan a gran velocidad a solo unos metros de algunas de las ventanas. St. Stanislaus se precia de ser “la parroquia que movió una carretera”.

El problema de la carretera ilustra una realidad más profunda sobre el carácter de St. Stanislaus: le pide al mundo que se adapte a ella, no al contrario.

“La noción en la cultura popular es que vamos a ajustarnos al espíritu del mundo y, entonces, la gente va a venir en manadas”, comentó Bus, quien se describe como un católico ortodoxo tradicional. “Pero es justo lo contrario”.

Los jóvenes en particular, por lo regular acuden a la Iglesia porque la cultura secular los ha perturbado o decepcionado, afirmó. La Iglesia debería permanecer firme en sus doctrinas sobre temas como la sexualidad y la santidad de la Eucaristía, en vez de diluir sus dogmas con la esperanza de estar en línea con los valores del mundo.

Bus ha tenido choques en privado y en público con Cupich, quien ha frenado a las parroquias tradicionalistas, en especial las que seguían celebrando la misa tradicional en latín que era la norma en la Iglesia antes del Concilio Vaticano II. Algunos tradicionalistas de la arquidiócesis se cuidan de hablar en público sobre el liderazgo de Cupich por temor a atraer su atención. Cuando Bus solicitó en 2021 un permiso especial para celebrar la misa viendo hacia el este, hacia el altar, en vez de ver de frente a la asamblea, que es el estilo de la forma nueva, le negaron el permiso y, luego, lo castigaron por sus declaraciones públicas al respecto (la arquidiócesis no respondió a una solicitud de comentarios sobre la versión de Bus de estos sucesos).

Bus describió a su grey como “la gente pequeña”, los fieles que trabajan y alaban casi en el anonimato, lejos de las élites en Roma. “La Iglesia sobrevivirá gracias a esta gente”, afirmó, “no a través de quienes están en el sínodo, sino de quienes oran de rodillas y solo intentan vivir su vida y cuidar a su familia”.

St. Stanislaus es un barrio históricamente polaco que ha sufrido varias transiciones. Bus ahora celebra 11 misas cada semana, en polaco, español e inglés. St. Stanislaus ofrece siete horas de tiempo libre para la confesión cada semana, a diferencia de muchas parroquias más progresistas como St. Joseph, que por lo regular ofrecen una hora el sábado por la mañana y por cita.

En una misa una noche de martes reciente, Bus reconoció a un periodista presente desde el púlpito y dirigió una oración por los participantes del sínodo en Roma, “que reciban una profunda infusión del Espíritu de Dios y que el espíritu del mundo o cualquier espíritu de Lucifer sea erradicado de las salas del Vaticano”.

c.2023 The New York Times Company