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Parque Nacional ucraniano ante hercúlea tarea de desminar su estepa protegida

Leópolis (Ucrania), 1 abr (EFE).- Casi cinco meses después de su liberación, el Parque Nacional "Kamianska Sich" se enfrenta a la hercúlea tarea de desminar sus áreas de estepa protegidas y recuperarse de siete meses de ocupación rusa, todo ello mientras es bombardeado por los rusos desde el otro lado del río Dnipro.

"Todas las mañanas salimos a buscar el mayor número posible de minas. Sin embargo, a menudo encontramos la zona limpiada cubierta de nuevo de minas al día siguiente, ya que Rusia las esparce desde lejos", explica a EFE Sergiy Skoryk, director del parque.

El 80 % de la superficie del parque, que lleva el nombre de uno de los centros históricos de los cosacos ucranianos y fue creado recién en 2019 para proteger los últimos pedazos de estepa virgen y su biodiversidad en la región de Jersón, sigue contaminada. También hay minas en el río, a lo largo del cual se extiende unos 50 km.

Fue aquí donde las tropas rusas intentaron atrincherarse para detener el avance de las fuerzas ucranianas durante su exitosa contraofensiva de Jersón el pasado otoño.

Fracasaron, pero las huellas de su presencia, que van más allá de los montones de proyectiles de artillería vacíos y equipos calcinados, van a perdurar durante mucho tiempo.

"A diferencia de los agricultores, nosotros no podemos utilizar equipos especiales que removerían de 10 a 15 centímetros de tierra para desenterrar las minas. Esto haría fracasar nuestro propósito mismo al destruir la estepa sin cultivar que necesita nuestra protección", explica Skoryk.

En su lugar, el personal del parque confía en los detectores de metales y en sus ojos mientras se apresuran a localizar las centenares de minas antitanque, trampas explosivas y minas antiinfantería "mariposa" de plástico que quedan antes de que la exuberante vegetación las oculte a la vista.

Skoryk explica que sus colegas marcan las minas que encuentran, mientras que son los zapadores profesionales quienes las desactivan siempre que pueden. Cualquier error puede costar caro.

"En una ocasión, un zapador no se percató de una mina oculta bajo una mina antitanque que acababa de levantar. Las minas detonaron una tras otra, y lo mataron en el acto", dice.

El desminado se ve dificultado además por los incendios que se declaran debido a los continuos bombardeos desde las posiciones rusas al otro lado del Dnipro.

Los servicios civiles de emergencia no pueden llegar hasta aquí porque sus equipos se convertirían en un blanco fácil para los rusos.

Para extinguir los incendios, Skoryk recurre a un tractor con un gran depósito de agua, facilitado por Igor Yosypenko, un agricultor local y entusiasta del parque desde hace mucho tiempo.

Prácticamente todos los demás equipos han desaparecido, bien destruidos o robados por los rusos, explica Skoryk. "Se llevaron nuestros coches, quads, una barca y un dron. Dispararon contra nuestra recién adquirida estación meteorológica, probablemente sin saber lo que era".

El propio Skoryk fue detenido el segundo día de la invasión. Los rusos le acusaron de ser un nazi y le exigieron información sobre el paradero de los "nacionalistas ucranianos".

Para que "cooperara", los interrogadores le metieron en un almacén donde se apilaban unos treinta cuerpos de soldados rusos muertos. "Pero yo sabía que era a los vivos a quienes tenía que temer, no a los muertos", dice a EFE.

Finalmente, Skoryk pudo huir cuando le obligaron a cavar trincheras. Cuando los guardias se distrajeron, saltó al agua que tenía cerca y cruzó a nado el Canal de Crimea del Norte. Ayudado por unos amigos, se escondió de los rusos, que más tarde concluyeron que se debía haber ahogado al intentar huir.

Aunque su oficina quedó destruida durante los combates, Skoryk volvió inmediatamente al trabajo después de que las tropas ucranianas liberaran el parque.

A pesar de haber perdido gran parte de su propiedad, "Kamianska Sich" pronto se ampliará con la contratación de personal adicional para ayudar a catalogar y proteger su biodiversidad.

Skoryk explica que, a pesar de la guerra en curso, la naturaleza necesita protección, ya que queda muy poca tierra sin cultivar en la región. "Cuando acabe la guerra, quiero que mi hija pequeña pueda ver una liebre aquí. No sólo en un zoo o en una foto", subraya a EFE.

Rotyslav Averchuk

(c) Agencia EFE