El Parlamento abandonado del Estado palestino que nunca llegó a ser
Abu Dis (Cisjordania), 19 sep (EFE).- Cinco plantas, piedra maciza de tonalidad arenosa, estructura imponente y vistas majestuosas a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. Así se alzó en los noventa un edificio en la localidad cisjordana de Abu Dis que iba a ser el Parlamento palestino. La construcción quedó inacabada y abandonada, y encarna el fracaso de un proyecto de Estado que nunca se materializó.
"Aquí está el Parlamento. Quedó para los perros y los gatos", dice sarcástico Atef Erekat, gerente del Ayuntamiento de Abu Dis y vecino del área, mientras contempla el esqueleto del inmueble que se empezó a construir en 1996 para que fuera la Cámara palestina.
Eran tiempos en que aún había optimismo: los Acuerdos de Oslo -de los que se cumplió el 30 aniversario este mes- se habían firmado los años previos, y la recién creada Autoridad Nacional Palestina (ANP) aún tenía esperanza de llegar a un pacto final con Israel para crear un Estado palestino propio y acabar con la ocupación israelí.
Pero tres décadas después, este anhelo que los palestinos vieron cerca es un espejismo lejano, y este inmueble que tuvo ínfulas de Parlamento parece ilustrarlo: suciedad, polvo y excrementos de paloma impregnan su interior, en la sala de plenos hay un colchón desgastado que debió usar algún vagabundo, se ven huesos de animales e incluso el cuerpo casi descompuesto de un perro.
"Nadie usó nunca este edificio, es un lugar enorme casi vacío", lamenta Luai Erekat, albañil y vecino de Abu Dis, que muestra a EFE los interiores del edificio, donde una parte se usa como almacén de la Universidad Al Quds, uno de los grandes centros académicos de Cisjordania ocupada que tiene su principal campus en las cercanías.
Hace casi 30 años la gente en Abu Dis "estuvo muy contenta por el hecho de que se construyera la Cámara en el pueblo, vendrían líderes de todo el mundo, pero esto nunca se hizo realidad", lamenta Erekat.
El fallido Parlamento -por el que se gastaron unos cuatro millones de dólares para construirlo- no solo quedó sin acabar, sino también aislado y relegado detrás del muro de separación que Israel alzó a partir de 2002, y que se ve imponente a pocos metros de distancia.
La barrera atraviesa como una cicatriz los territorios palestinos ocupados y serpentea por los montes de la misma Abu Dis, un pueblo de unos 12.000 habitantes que quedó partido por el muro y perdió su acceso directo a Jerusalén, de la que los residentes de esta aldea se sienten parte histórica por su cercanía geográfica a la ciudad.
Sin embargo, la localidad "ha quedado muy aislada, rodeada de muros y barreras", y afectada por la existencia de colonias judías que ya ocupan parte de su terreno municipal y ahora se busca ampliar, denuncia a EFE el alcalde de Abu Dis, Abdesalam Ayad.
Con todo, la decadencia del proceso de paz, el estallido de la Segunda Intifada (2000-2005), el retorno de la violencia más brutal o la expansión sin freno de colonias israelíes dinamitaron cualquier opción de acuerdo entre israelíes y palestinos y las esperanzas de un Estado palestino.
La idea de alzar este edificio fue de líderes como Ahmed Qurei, uno de los arquitectos de los Acuerdos de Oslo y primer ministro palestino de la época, que quiso acercar al máximo el Parlamento a Jerusalén y sus lugares sagrados, a apenas cuatro kilómetros.
Se vio como una maniobra para presionar a Israel a aceptar la capitalidad palestina del área Este de la Ciudad Santa, pero la idea no convenció ni a los suyos. Finalmente, la sede de la institución con función parlamentaria, el Consejo Legislativo Palestino, se instaló en la urbe de Ramala, capital de facto hasta hoy de la ANP.
Ante ello, las autoridades palestinas plantearon aprovechar la estructura del fracasado Parlamento para acoger ministerios, pero el proyecto tampoco avanzó, y lo que debió ser la joya de la corona de Abu Dis siguió relegado en la nada.
No sería hasta años después que el pueblo sería de nuevo noticia. En 2020, el entonces presidente de EE.UU. Donald Trump propuso Abu Dis como capital de un Estado palestino reducido en fragmentos de territorio no conectados. Esto, en el marco de un plan de paz que validaba la anexión israelí de dos tercios de Cisjordania y descartaba cualquier capital palestina en el corazón de Jerusalén.
Los palestinos rechazaron la propuesta rotundamente, e igual que el palacio que debió ser su Parlamento, esperan un futuro mejor en un escenario cada vez más imposible.
Joan Mas Autonell
(c) Agencia EFE