El papa pide "incrementar el diálogo interreligioso" para luchar contra "el extremismo"

El papa Francisco (I) conversa con el presidente de Indonesia, Joko Widodo (D), en el palacio presidencial de Yakarta el 4 de septiembre de 2024 (Achmad Ibrahim)
El papa Francisco (I) conversa con el presidente de Indonesia, Joko Widodo (D), en el palacio presidencial de Yakarta el 4 de septiembre de 2024 (Achmad Ibrahim)

El papa Francisco urgió el miércoles un mayor "diálogo interreligioso" para "contrastar el extremismo y la intolerancia", en su primer discurso en Indonesia, el país con mayor población musulmana del mundo.

De aspecto saludable y jovial a sus 87 años, el líder de los 1.300 millones de católicos del mundo inició en Indonesia la gira de 12 días que lo llevará también a Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.

Después de 13 horas de vuelo desde Roma a Yakarta, el jesuita argentino disfrutó el martes de media jornada de reposo antes de sumergirse en una frenética agenda de encuentros y discursos.

En sus primeras palabras públicas en este enorme archipiélago del sudeste asiático, el papa se dirigió a las autoridades y el cuerpo diplomático de Indonesia ante quienes llamó a "incrementar el diálogo interreligioso".

Este país con 17.500 islas alberga la mayor población musulmana del mundo, con 242 millones de creyentes (un 87% de sus habitantes), contra solo ocho millones de católicos (menos del 3%).

Por ello, el diálogo interreligioso constituye un tema central en esta primera etapa de la gira emprendida por Francisco por Asia y Oceanía, la más larga y lejana de su papado.

"La Iglesia católica desea incrementar el diálogo interreligioso. De este modo, se podrán eliminar los prejuicios y se fomentará un clima de respeto y de confianza mutua", afirmó el pontífice tras reunirse con el presidente saliente de Indonesia, Joko Widodo, en Yakarta.

Estos son "factores imprescindibles para afrontar los retos comunes, entre los cuales, el de contrastar el extremismo y la intolerancia, que -tergiversando la religión— intentan imponerse sirviéndose del engaño y la violencia", agregó.

El presidente Widodo hizo eco de las palabras del pontífice.

"La libertad y la tolerancia son lo que Indonesia, junto con el Vaticano, quieren propagar (...) en un mundo cada vez más turbulento", expresó Widodo.

Su país ha debido hacerle frente al extremismo islámico, como ocurrió con el atentado explosivo en la isla turística de Bali que dejó 202 muertos.

Había preocupación por el impacto de la extensa gira sobre la salud del prelado, pero se ha mostrado sonriente y de buen talante en la visita.

- Ceremonia en una mezquita -

Para terminar la mañana, Jorge Bergoglio mantendrá un encuentro privado con miembros de la Compañía de Jesús, la orden jesuita de la que forma parte, en la nunciatura apostólica de la Santa Sede, una tradición en sus viajes al extranjero.

Este viaje papal estaba previsto inicialmente para 2020, pero fue aplazado por la pandemia del covid-19.

Después de Pablo VI en 1970 y Juan Pablo II en 1989, Francisco es el tercer pontífice en visitar este país, cuya capital se llenó de banderas del Vaticano y carteles de bienvenida.

En la tarde, el pontífice acudirá a la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, reconstruida a finales del siglo XIX tras un incendio, donde se verá con el clero local.

Finalmente cerrará la jornada con un encuentro con jóvenes de la red Scholas Occurrentes, un movimiento educativo inicialmente destinado a los niños de zonas desfavorecidas de Buenos Aires que se ha extendido mundialmente.

El jueves, en el momento cumbre de la visita a Indonesia, Francisco participará en un encuentro interreligioso en la mezquita Istiqlal, la más grande del sudeste de Asia.

En la ceremonia participarán representantes de las seis confesiones oficiales del país: islam, protestantismo, catolicismo, budismo, hinduismo y confucianismo.

El viernes, el pontífice partirá de Indonesia en dirección a Papúa Nueva Guinea, la siguiente parada de una odisea de 32.000 km en 12 días.

El 45º viaje al extranjero de su papado supone un desafío físico para el jesuita argentino, afectado por problemas de salud en los últimos años, aunque en las últimas semanas se mostró vigorizado.

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