Las últimas palabras a su mujer de un rehén argentino que sigue cautivo en Gaza:“Estoy aterrorizado; pelea por mí”
KIBBUTZ NIR OZ.- “Pelea por mí. No te rindas”, cuenta ella que le dijo su marido. “Por favor, grita lo que yo no puedo gritar. Estoy aterrorizado”. Sharon Alony Cunio fue secuestrada junto a su marido y sus hijos aquel 7 de octubre en su país, Israel, durante el feroz asalto del grupo terrorista Hamas. El 27 de noviembre fue liberada junto a sus gemelas de 3 años en el marco de un canje por prisioneros, pero su esposo sigue en cautiverio. En una entrevista a más de tres meses del horror, rememoró las últimas palabras que escuchó de su pareja, el argentino David Cunio, en Gaza antes de su regreso a Israel. Desde entonces, no sabe nada de él.
De pie en las ruinas de su casa en la aldea agrícola de Nir Oz, en la frontera con Gaza, Sharon contempló la distante silueta de Khan Yunis, la ciudad palestina hacia donde los combatientes de Hamas se la llevaron hace más de tres meses. Su esposo, David, sigue cautivo en Gaza. Está a pocos kilómetros de distancia, pero completamente fuera de su alcance.
Sharon y sus gemelas de 3 años, están sanas físicamente; a salvo. Pero ella no puede dejar de pensar en los últimos dichos de su esposo. Estaba delgado y frágil, herido en una pierna, cuando la familia se abrazó por última vez en cautiverio.
David Cunio se encuentra entre más de un centenar de rehenes que se cree que están vivos en Gaza luego de que otros 120 rehenes, entre ellos su esposa e hijas, fueran liberados durante una tregua de una semana.
A medida que pasan los días, salpicados de informes de que otros rehenes han muerto mientras estaban cautivos, los liberados han hablado cada vez más sobre las condiciones que padecieron en Gaza. Mientras las difíciles circunstancias de los rehenes restantes acaparan la atención de la nación, quienes sobrevivieron esperan presionar al gobierno para que llegue a otro acuerdo.
Su cautiverio
En una entrevista con la agencia Associated Press, Sharon describió el ataque de Hamas y su tiempo en cautiverio, la mayor parte del cual, dijo, pasó en un hospital, lo que refuerza las afirmaciones de Israel de que Hamas ha usado instalaciones médicas con fines militares.
“Te privan de todas las necesidades básicas, te tienen sometido como un animal en una jaula”, dijo. “Es devastador que tus hijas te pidan comida y no tener respuestas”, agregó. Sus hijas, Emma y Julie, aún no entienden qué les pasó después de que los combatientes de Hamas incursionaron en el sur de Israel el 7 de octubre, mataron a unas 1200 personas y secuestraron a 250. El ataque de Hamas provocó una feroz ofensiva israelí en la Franja de Gaza.
En cautiverio, Sharon les dijo a sus hijas que los sonidos casi constantes de los bombardeos eran sólo tormentas eléctricas y que los hombres que custodiaban su puerta eran sus protectores. Ahora, cuando llueve en Yavne, la ciudad central de Israel donde las tres se alojan con los padres de Sharon, las chicas preguntan: “Mami, ¿dónde están los ‘pums?’”.
Ahora, Sharon dice que no podrá dormir hasta que su esposo regrese a casa. “Todo está lleno de culpa”, confesó. “Darme una ducha, comer comida caliente, fumar un cigarrillo, jugar con nuestras niñas, estar fuera cuando él está en los túneles”, explicó.
El lunes, Sharon recorrió el kibutz Nir Oz, donde los combatientes de Hamas mataron a unas 20 personas y tomaron a más de 80 como rehenes, por segunda vez desde su liberación. Se emocionó cuando vio aparecer rostros familiares y a vecinos que recogían pertenencias de las casas saqueadas. Todos tenían una historia: un hijo todavía retenido como rehén; un cónyuge asesinado.
El viejo gato de Sharon, Elvis, llegó tranquilamente, frotándose en la pierna de Cunio cuando se reunieron.
Sharon dijo que su familia no regresará al kibutz, cuyos idílicos senderos floridos y campos de naranjos han dado paso a un paisaje de casas con agujeros de bala. En el horizonte, ve columnas de humo que se elevan desde el lugar donde cree que mantienen retenido a su esposo.
Por ahora, Sharon envía a las niñas al preescolar todos los días, las abraza por las noches y las tranquiliza durante sus pesadillas. Cuando tiene un momento para sí misma, busca un archivo de los mensajes de voz de su esposo. “Te amo, eres la mejor”, dice en uno que ella no puede evitar reproducir una y otra vez.
“Le prometí que lucharía por él, no pararé hasta que regrese”, subrayó Sharon.
Por Julia Frankel
Agencia AP