'Era el mejor padre': Muerte de hombre en tiroteo en Austin complica futuro de una familia
Domitilia Caal Pop intentó ignorar el silencio de su pareja el 5 de diciembre. Era raro que no la llamara a la hora de comer o que no le devolviera las llamadas o los mensajes de texto a lo largo del día.
Ella sabía que él había estado ocupado con un trabajo de remodelación en los últimos días. La familia necesitaba el dinero.
El silencio se hizo más difícil de ignorar cuando Emmanuel Pop Ba no llegó para cenar. Normalmente, el padre de tres hijos regresaba con prisa a casa después del trabajo y la familia comía junta. Domitilia lo esperaba antes de las seis de la tarde.
A eso de las 7 p.m., la asustaron unos golpes fuertes y persistentes en la puerta. Era la policía.
"'Les pregunté: '¿Qué hizo? ¿Lo capturaron? ¿Dónde lo llevaron? Y no me decían", dijo Domitilia.
La policía le pidió que saliera de la casa, donde sus hijos no pudieran escuchar. Su pareja desde hacía 10 años estaba muerto.
Emmanuel, de 32 años, fue una de las cuatro víctimas de Austin del tiroteo del 5 de diciembre. Le dispararon poco antes del mediodía mientras ayudaba a la familia de otra víctima, Sabrina Rahman, de 24 años, a mudarse a su nueva casa en el bloque 7300 de Shadywood Drive. La policía lo declaró muerto en el lugar de los hechos. Más tarde detuvieron a Shane James Jr. como sospechoso del asesinato de Emmanuel y de otros cinco asesinatos.
Sus seres queridos describen a Emmanuel como un padre cariñoso y un obrero con talento que se enorgullecía de su trabajo. Era el motor económico de su familia en Estados Unidos y en Guatemala, sufragaba la mayor parte de los gastos de su familia inmediata y enviaba remesas a su país para ayudar a su madre, a sus hermanos y al negocio familiar.
Su muerte ha dejado a una familia devastada e insegura de lo que está por venir.
Un joven ambicioso
Emmanuel creció en una familia de habla qʼeqchiʼ en La Caoba, una pequeña comunidad de unos 1,500 habitantes en el norte boscoso de Guatemala. Era el segundo de los tres hijos de Martín Pop Caal y Angelina Ba.
Martín era un agricultor que quería que sus hijos fueran agricultores como él. Durante gran parte de la juventud de Emmanuel, la familia cultivó maíz y frijoles en campos situados a varias horas a pie del pueblo. Abelino Pop Ba, hermano mayor de Emmanuel, cuenta que la familia vivió en una situación económica precaria durante toda su infancia. Algunas temporadas, las cosechas no alcanzaban un precio lo bastante alto como para sembrar los campos del año siguiente. Se endeudaban.
Los hermanos vieron pocas oportunidades en la agricultura. Cuando murió su padre, vendieron las tierras de labranza y construyeron un minimercado en el pueblo.
"Él era el que tenía el emprendimiento", dijo Abelino de Emmanuel. "Decía: 'Levantémosnos' ... y nos levantábamos todos y nos poníamos a barrer ... a preparar el negocio para recibir a los clientes."
Los hermanos habían sacrificado sus estudios para trabajar en el campo. Cuando eran adolescentes, cada uno se turnaba para trabajar más y permitir que otro hermano pudiera estudiar. Emmanuel terminó sus estudios primarios a los 15 años. Su hermano declaró al American-Statesman que, nueve años después, Emmanuel se graduó como maestro.
Sin embargo, los puestos de trabajo para maestros escaseaban en su región, según Domitilia, que también estudió educación infantil. Ninguno de los dos consiguió trabajo como profesor. Fueron alternando entre vivir con la familia del uno o de la otra.
Los hermanos tenían otros trabajos para ganar el dinero que luego invertían en hacer crecer su tienda, pero el negocio no siempre daba ganancias. Emmanuel se desilusionó. En 2017, él y Domitilia decidieron probar suerte en Estados Unidos.
Emmanuel esperaba que su dinero pudiera estabilizar las finanzas de la familia, dijo Abelino. Según Domitilia, la pareja también quería ganar lo suficiente para comprar su propio terreno y construir una casa en La Caoba.
"Queríamos tener nuestras propias cosas", dijo Domitilia. "Tener buenas cosas, para darle lo mejor a (nuestros hijos)".
El mañana, interrumpido
Durante sus dos primeros años en Estados Unidos, Emmanuel llevó en el tobillo un grillete del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, según Domitilia y su hermana Filomena Caal Pop. Todos los adultos de la familia llevaban el aparato de monitoreo y viajaban regularmente de Austin a San Antonio para presentarse en la oficina de inmigración.
El grillete era embarazoso, dijo Filomena. Los viajes eran caros y difíciles de organizar para la familia, que aún no tenía automóvil propio.
Emmanuel aceptó cualquier trabajo que pudo conseguir: jardinería, construcción, remodelación, estucado. Trabajaba seis días a la semana. Se ganó la confianza de sus empleadores por la calidad de su trabajo y su honradez.
"El mejor trabajador del mundo", dijo en inglés Marshall Hussain, tío de la otra víctima en Shadywood Drive y empleador habitual de Emmanuel. "Siempre le daba cheques firmados en blanco para su paga o los materiales que nos compraba".
Desde el nacimiento de su hijo más pequeño, hace tres años, hasta que su pareja volvió a trabajar poco antes de su muerte, había sido el único sostén de la familia.
Sus ingresos, dijo Domitilia, "pagaban toda la renta, todos los biles".
Y sus esfuerzos estaban construyendo un futuro mejor para su familia. Durante los dos últimos años, las remesas enviadas a Guatemala habían financiado la construcción de la primera planta de lo que iba a ser una casa de dos pisos para la pareja y sus hijos.
Era la segunda casa para cuya construcción la familia había enviado dinero. La pareja tuvo que vender la primera cuando Emmanuel se quedó sin trabajo durante la pandemia.
La pareja planeaba que la nueva casa tuviera una tienda de comestibles en el primer piso. Emmanuel soñaba con un jardín que diseñaría a su alrededor. Domitilia pensó en volver a Guatemala ya el año que viene para ayudar en el proyecto. Emmanuel se quedaría en Austin y ganaría el dinero para terminarlo.
Estos planes ya no parecen inminentes, dijo, aunque está decidida a continuar con la casa "cómo él lo quería: para sus hijos."
Un hombre de familia
Su tiempo libre y su atención se volcaban en sus seres queridos.
Abelino cuenta que Emmanuel llamaba a casa con frecuencia para interesarse por la salud de su madre, a la que enviaba dinero.
Los domingos, su día libre habitual, la pareja y los niños lo pasaban juntos. Salían: a comer pupusas, pizza, tacos o hamburguesas y luego helado, como querían los niños.
Pero durante la semana también encontraba tiempo para sus hijos.
Los despertaba y los alistaba para ir a clase por las mañanas. Los llevaba al colegio antes de irse al trabajo a las 7.30.
Después del trabajo, disfrutaba viendo dibujos animados con ellos y haciéndoles videos mientras bailaban, leían y escribían. Para ayudar a los niños a superar su timidez, les hacía practicar frases en q'eqchi', español e inglés delante de la cámara.
"(Tenía) paciencia con los niños. (Intentaba) explicarles bien para que ellos lo (entendieran)", dijo Domitilia. "Era el mejor padre."
La familia está buscando donaciones para ayudar con los gastos funerarios y la repatriación del cuerpo de Emmanuel a Guatemala, entre otros costos, en GoFundMe.
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