En un país armado hasta los dientes, estos pequeños errores provocaron tragedias

Fotografía proporcionada por el alguacil del condado de Washington, Nueva York, donde se ve a Kevin Monahan, de 65 años, acusado de asesinato en segundo grado por el tiroteo de Kaylin Gillis. (Sheriff del condado de Washington, Nueva York, vía The New York Times)
Fotografía proporcionada por el alguacil del condado de Washington, Nueva York, donde se ve a Kevin Monahan, de 65 años, acusado de asesinato en segundo grado por el tiroteo de Kaylin Gillis. (Sheriff del condado de Washington, Nueva York, vía The New York Times)

El empleado de mantenimiento de Carolina del Norte acababa de llegar para arreglar los desperfectos de una fuga. El adolescente de Georgia solo estaba buscando el departamento de su novia. La animadora de Texas solo quería encontrar su auto en un estacionamiento oscuro después del entrenamiento.

Cada uno se equivocó de dirección o abrió la puerta equivocada, y todos recibieron un disparo. Habían cometido errores inocentes que se convirtieron en ejemplos del tipo de errores mortales que pueden producirse en un país saturado de armas, ira y paranoia, y donde la mayoría de los estados han dado más poder a los propietarios de armas con nuevas leyes de defensa personal.

Esta semana, el tema de las balaceras por “estar en la dirección equivocada” suscitó protestas e indignación generalizada después de que un propietario de una vivienda de Kansas City, Misuri, le disparara a un joven de 16 años que tocó el timbre equivocado. Días después, una mujer de 20 años del norte del estado de Nueva York recibió un disparo mortal después de que ella y sus amigas se equivocaron de entrada. En Texas, dos animadoras fueron baleadas después de que una de ellas se equivocara de auto en un estacionamiento oscuro.

Sin embargo, muchos otros casos han suscitado menos atención. En julio de 2021, un hombre de Tennessee fue acusado de blandir una pistola y disparar después de que dos trabajadores de una compañía de televisión por cable entraron por error en su terreno. En junio, un hombre de Virginia fue detenido después de que las autoridades aseguraron que había disparado a tres hermanos adolescentes perdidos que habían entrado por accidente en su propiedad.

“Se trata de disparar primero y preguntar después”, señaló Justin Diepenbrock, residente en el condado de Polk, Florida, donde, según las autoridades, un padre y su hijo, que buscaban a quien creían era un ladrón, abrieron fuego el año pasado contra una mujer que estacionaba su auto después de trabajar durante la noche.

¿El catalizador? Los vecinos acusados del tiroteo habían visto a Diepenbrock a través de un timbre con cámara cuando entregaba medicamentos por error en su puerta principal, según los registros judiciales.

Fotografía proporcionada por la Oficina del Alguacil del Condado de Clay muestra a Andrew D. Lester, de 84 años, que fue acusado de asalto en primer grado y acción criminal armada en el tiroteo de Ralph Yarl. (Oficina del Alguacil del Condado de Clay vía The New York Times)
Fotografía proporcionada por la Oficina del Alguacil del Condado de Clay muestra a Andrew D. Lester, de 84 años, que fue acusado de asalto en primer grado y acción criminal armada en el tiroteo de Ralph Yarl. (Oficina del Alguacil del Condado de Clay vía The New York Times)

No se dispone de cifras exactas, pero estos tiroteos son relativamente poco frecuentes en un país con casi 49.000 muertes por arma de fuego al año. Sin embargo, los defensores del control de armas afirman que son un ejemplo de la rapidez con que se recurre a las armas en Estados Unidos, y de cuán trágicos pueden ser los resultados.

Cada uno de estos incidentes fue resultado de acontecimientos únicos. No obstante, activistas e investigadores afirman que se deben a una convergencia de factores de mayor envergadura: el aumento del miedo a la delincuencia y el consiguiente incremento de la posesión de armas, los mensajes políticos cada vez más extremistas sobre las armas de fuego, el alarmismo en los medios de comunicación y las campañas de mercadeo de la industria armamentística que presentan las puertas de las casas en los suburbios como una barrera fortificada contra un mundo violento.

“Los grupos de presión dedicados a las armas quieren comercializarlas como algo necesario para defenderse: martillos en busca de clavos”, comentó Jonathan Lowy, abogado y activista contra la violencia armada que ha demandado a fabricantes de armas en nombre de víctimas de tiroteos masivos y de sus familias.

Los grupos nacionales de defensa de los derechos de las armas guardaron relativo silencio tras el tiroteo de Kansas City, y muchos republicanos apoyaron de manera amplia la decisión del fiscal de presentar cargos. Cuando un periodista le preguntó por el caso, el senador republicano Josh Hawley, defensor acérrimo de las leyes de “legítima defensa”, que permiten usar la fuerza letal en enfrentamientos, expresó su apoyo a los fiscales. Luego pasó rápidamente al tema de la anarquía en las grandes ciudades.

La compra de armas aumentó durante la pandemia, así como los disturbios y manifestaciones a favor de la justicia racial tras el asesinato de George Floyd. Casi el veinte por ciento de los hogares estadounidenses compraron un arma entre marzo de 2020 y marzo de 2022, y alrededor del cinco por ciento de los estadounidenses compraron un arma por primera vez, según una encuesta de NORC en la Universidad de Chicago.

Al mismo tiempo, estados republicanos como Florida y Texas aprobaron nuevas leyes que permiten a las personas llevar armas abiertamente, o portar armas ocultas sin permiso.

Más de 30 estados también cuentan con leyes de “legítima defensa”. Algunos han reforzado hace poco sus leyes de “doctrina del castillo”, lo cual hace más difícil procesar a los propietarios que alegan haber actuado en defensa propia en un tiroteo.

“La gente se vuelve paranoica y se preocupa en exceso, y entonces alguien inesperado llega a tocar la puerta”, explicó Lowy, fundador de Global Action on Gun Violence, un grupo de control de armas con sede en Washington.

El efecto de las leyes de autodefensa que protegen a los propietarios y poseedores de armas es objeto de un intenso debate, en el que sus defensores sostienen que su presencia disuade los comportamientos delictivos o desórdenes civiles. El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, invocó recientemente la ley estatal de “legítima defensa” para pedir a la junta estatal de indultos que anulara la condena de un hombre que afirmó haber matado a un manifestante de Black Lives Matter en 2020 porque se sentía amenazado.

Sin embargo, varios estudios a gran escala han sugerido que esas leyes tienen pocos beneficios, aumentan la probabilidad de violencia armada y podrían discriminar a los grupos minoritarios, sobre todo a los ciudadanos de raza negra.

No hay estadísticas locales o nacionales fiables sobre el uso de armas de fuego en defensa propia, y el Centro de Investigación de Control de Lesiones de Harvard, que estudia los datos sobre delincuencia, descubrió que en realidad era más probable que las armas se usaran en suicidios, se descargaran por accidente, fueran robadas o se blandieran en disputas domésticas, y no que se utilizaran para defenderse de un ataque externo.

La Asociación Nacional del Rifle y otros grupos defensores del derecho a las armas llevan mucho tiempo rebatiendo esas afirmaciones, citando encuestas que muestran un uso mucho mayor de las armas para la legítima defensa.

En Atlanta, los padres de Omarian Banks, de 19 años, dijeron que su hijo no representaba ninguna amenaza cuando le dispararon en la puerta del departamento equivocado en una noche de marzo de 2019.

Era más de medianoche, y Banks estaba cansado después de trabajar un turno en McDonald’s, según explican sus padres. Así que, cuando lo dejaron en el complejo de departamentos de su novia, donde cada edificio se ve casi idéntico, por accidente se acercó al departamento equivocado y comenzó a tocar la puerta.

Banks intentó disculparse por su error, pero, según la policía y la novia de Banks, el inquilino del departamento, Darryl Bynes, le dijo a Banks: “Sí, tocaste en la puerta correcta”, y le disparó mortalmente. Bynes, de 32 años, será juzgado por asesinato este verano.

Según la familia, Banks quería trabajar como electricista junto a su padre y su hermano pequeño. En cambio, su madre y su padre dijeron que habían pasado los últimos días reviviendo su trauma tras ver la noticia de otro joven, esta vez en Kansas City, quien fue baleado tras presentarse en la dirección equivocada.

“¿Cuándo van a aprender?”, dijo la madre de Banks, Lisa Johnson-Banks. “Sé que la gente tiene derecho a proteger sus viviendas. Pero tómense un minuto. Porque es el hijo de otra persona al que van a matar”.

c.2023 The New York Times Company