La OTAN que le da la bienvenida a Suecia es más grande y más decidida

El primer Ministro sueco, Ulf Kristersson, asiste a una conferencia de prensa después de que el parlamento húngaro votara sí para ratificar la adhesión de Suecia a la OTAN, en Estocolmo, Suecia, el 26 de febrero de 2024.
El primer Ministro sueco, Ulf Kristersson, asiste a una conferencia de prensa después de que el parlamento húngaro votara sí para ratificar la adhesión de Suecia a la OTAN, en Estocolmo, Suecia, el 26 de febrero de 2024. - Créditos: @JONATHAN NACKSTRAND

BERLÍN.- La invasión de Rusia a Ucrania de hace dos años fue un shock tremendo para los europeos. Acostumbrados a los 30 años de paz de la Posguerra Fría, imaginaban que la seguridad de Europa se construiría a la par de la democratización de Rusia, y no que tendría que ser reconstruida contra una máquina de guerra de revisionismo imperial.

Y en ningún otro lugar ese shock fue más terrible que en Finlandia, con su extensa frontera e históricas fricciones con Rusia, y que en Suecia, que en los años que siguieron al derrumbe de la Unión Soviética había desmantelado el 90% de su ejército y el 70% de su fuerza aérea y naval.

El primer ministro sueco Ulf Kristersson, izquierda, habla durante una conferencia de prensa con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la sede del gobierno sueco Rosenbad en Estocolmo, el 24 de octubre de 2023.
El primer ministro sueco Ulf Kristersson, izquierda, habla durante una conferencia de prensa con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la sede del gobierno sueco Rosenbad en Estocolmo, el 24 de octubre de 2023. - Créditos: @Jonas Ekstromer

Tras la decisión del presidente Vladimir Putin de intentar destruir a un Estado vecino soberano, tanto Finlandia como Suecia rápidamente solicitaron unirse a la OTAN, la única garantía clara de defensa colectiva contra una Rusia cada vez más agresiva y temeraria.

Finlandia se unió el año pasado, y hoy el Parlamento húngaro finalmente aprobó la solicitud de Suecia. Putin se encuentra ahora frente a una OTAN ampliada y motivada, que ya no sueña con una paz permanente.

Mientras los países de la OTAN miran con inquietud la posibilidad de que el impredecible Donald Trump, detractor de la alianza, vuelva a ser presidente de Estados Unidos, sus Estados miembros europeos están tomando medidas para asegurar su autodefensa.

Los críticos consideran que las medidas de la OTAN son demasiado lentas e insuficientes, pero la alianza atlántica hoy invierte más en defensa, fabrica más tanques, proyectiles de artillería, drones y aviones de combate, despliega más tropas en las fronteras de Rusia y aprueba planes militares serios para la eventualidad de una guerra, mientras canaliza miles de millones de dólares de ayuda a Ucrania para frustrar las ambiciones de Rusia.

Lo que se busca es ni más ni menos que poder de disuasión. Algunos Estados miembros ya sugieren que si Putin tiene éxito en Ucrania, en los próximos tres a cinco años pondrá a prueba la voluntad colectiva de la OTAN.

Vladimir Putin y Donald Trump
Vladimir Putin y Donald Trump

Si Trump es relegido y arroja más dudas sobre el compromiso de Estados Unidos de salir en defensa de los aliados de la OTAN, “eso podría inclinar la balanza y hacer que Putin decida poner a prueba la determinación de la OTAN”, apunta Robert Dalsjo, director de estudios de la Agencia de Investigaciones de Defensa de Suecia.

Pero incluso ahora, con Trump o sin Trump, señala Dalsjo, Europa debe prepararse para al menos una generación de mayor contención y disuasión frente a una Rusia cada vez más militarizada y donde “el agresivo revanchismo de Putin claramente tiene un considerable apoyo popular”.

Aún así, ahora que Hungría finalmente votó a favor del ingreso de Suecia a la OTAN, por fin están encajando las piezas para una disuasión de la OTAN fuertemente mejorada en los mares Báltico y del Norte, con mayor protección para los Estados de primera línea de Finlandia, Noruega y las naciones bálticas, que frontera con Rusia.

Una vez que Hungría le entregue al Departamento de Estado norteamericano la carta que certifica la aprobación del Parlamento húngaro, Suecia se convertirá en el miembro número 32 de la OTAN, y todos los países que rodean el Mar Báltico, con excepción de Rusia, serán parte de la alianza atlántica.

“Suecia aporta previsibilidad, eliminando cualquier incertidumbre sobre cómo actuaríamos frente a una crisis o una guerra”, apunta Dalsjo. Gracias a la situación geográfica de Suecia, incluida Gotland, la isla que ayuda a controlar la entrada al Mar Báltico, el nuevo socio “facilitará mucho la defensa y el poder de disuasión” del continente.

El primer Ministro sueco Ulf Kristersson dijo que era un
El primer Ministro sueco Ulf Kristersson dijo que era un "día histórico", después de que el parlamento húngaro ratificara La apuesta de Suecia por la OTAN, salvando el último obstáculo para que el país nórdico se una a la alianza militar. - Créditos: @Magnus Lejhall

Lo que empujó a Finlandia a unirse a la OTAN fue la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania de hace dos años, y fue el gobierno de Helsinki el que empujó a una Suecia algo más reacia a solicitar también su incorporación.

Con su extensa frontera con Rusia, los finlandeses fueron los primeros en advertir el peligro inminente. Los suecos también lo advirtieron, pero se terminaron de convencer, especialmente la izquierda política, ante la indignación moral que les produjo que Rusia, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, quisiera destruir a un país vecino, pacífico y soberano.

“La sensación es que estaremos más seguros en general”, señala Anna Wieslander, investigadora sueca y directora para el Norte de Europa del Consejo Atlántico.

La historia también entra a jugar, afirma Dalsjo. “Si Finlandia se unía, nosotros también, porque no podíamos ser una vez más un muro entre Finlandia y sus socios de Occidente”, como lo fue Suecia con su neutralidad durante la valiente pero perdidosa “Guerra de Invierno” de Finlandia contra la Unión Soviética en 1939, cuando los finlandeses tuvieron que cederle alrededor de un 11% de su territorio a Moscú.

Con Suecia y Finlandia juntas dentro de la OTAN, será mucho más fácil contener a la armada de superficie rusa en el Mar Báltico y monitorear el Alto Norte. Rusia todavía tiene allí casi dos tercios de sus armas nucleares “de segundo ataque”, con base en la península de Kola.

Por lo tanto, los nuevos Estados miembros permitirán un mejor seguimiento de una fracción crucial del ejército ruso, señala Niklas Granholm, subdirector de estudios de la Agencia de Investigaciones de Defensa.

Imagen del 23 de febrero de 2024 del primer ministro húngaro, Viktor Orban (d), estrechando la mano con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, durante una conferencia de prensa conjunta después de una reunión bilateral, en Budapest, Hungría.
Imagen del 23 de febrero de 2024 del primer ministro húngaro, Viktor Orban (d), estrechando la mano con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, durante una conferencia de prensa conjunta después de una reunión bilateral, en Budapest, Hungría. - Créditos: @[e]ATTILA VOLGYI

La flota rusa de Kaliningrado, en el sector del Mar Báltico situado entre Polonia y Lituania, está a menos de 400 kilómetros de distancia, al igual que sus misiles con capacidad nuclear Iskander. Hace tiempo que los estrategas de la OTAN se preguntaban cómo apoyar a las naciones bálticas si Rusia se apoderaba de la “brecha de Suwalki” de 55 kilómetros entre Kaliningrado y Bielorrusia, pero la situación geográfica de Suecia, a caballo entre los mares del Norte y Báltico, facilitaría mucho el envío de refuerzos de la OTAN.

Por supuesto que Rusia siempre podrá contar con sus misiles terrestres, pero a sus submarinos con armas nucleares les costará más maniobrar en mar abierto sin ser detectados.

Suecia tiene su propia industria de defensa de alta tecnología, que fabrica excelentes aviones de combate, corbetas y submarinos, diseñados para operar en el difícil entorno del Mar Báltico. De hecho, Suecia ya ha comenzado a desarrollar y construir una nueva clase de submarinos modernos y de corbetas más grandes para la defensa de sus costas.

Ahora que será miembro de la OTAN, a Suecia le será más fácil coordinar sus acciones con Finlandia y Dinamarca, que también tienen islas claves en el Mar Báltico, y lo mismo con Noruega.

Tras el colapso de la Unión Soviética, Estocolmo decidió que la guerra era cosa del pasado: retiró a casi todas sus fuerzas de la isla de Gotland y redujo el ejército nacional en casi un 90%, y la marina y la fuerza aérea en aproximadamente un 70%.

Esas fuerzas militares se están recuperando lentamente, y el gasto militar, que durante la Guerra Fría era cercano al 3% del PBI pero llegó a hundirse al 1%, este año llegará a cumplir el estándar del 2% que se impuso la OTAN. “Son inversiones que llevan tiempo y tenemos que avanzar más rápido”, afirma Granholm.

El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, habla por teléfono mientras recibe información de que el parlamento húngaro votó sí para ratificar la adhesión de Suecia a la OTAN, en la sede del gobierno en Estocolmo, Suecia, el 26 de febrero de 2024.
El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, habla por teléfono mientras recibe información de que el parlamento húngaro votó sí para ratificar la adhesión de Suecia a la OTAN, en la sede del gobierno en Estocolmo, Suecia, el 26 de febrero de 2024. - Créditos: @MAGNUS LEJHALL

Suecia también podría unirse a la brigada de avanzada multinacional de la OTAN con sede en Letonia, cuyo objetivo es enviar tropas aliadas a todos los países de la alianza fronterizos con Rusia.

Las principales tareas de Suecia, apunta la investigadora Wieslander, serán ayudar a proteger el Mar Báltico y el espacio aéreo sobre Kaliningrado, garantizar la seguridad de Gotemburgo —clave para el reabastecimiento y los refuerzos— y servir como zona de pruebas para las tropas estadounidenses y de la OTAN, con acuerdos para el posicionamiento avanzado de equipos, municiones, suministros y hospitales de campaña.

Tanto para Finlandia como para Suecia, la membresía es el final de un largo proceso de 30 años, “nuestro largo adiós a la neutralidad” señala Dalsjo. Primero vino el colapso de la Unión Soviética y la decisión de unirse a la Unión Europea, lo que significó abandonar la neutralidad y adoptar lo que ambos países llamaron “no alineación militar”.

Suecia, que contaba con discretas garantías de defensa por parte de Estados Unidos, gradualmente se volvió más explícitamente atlantista y se integró cada vez más a la OTAN, dice Dalsjo. “Y ahora damos el paso final”.

Por Steve Erlanger

Traducción de Jaime Arrambide