“El orgullo no se vende, se protege y se defiende”: la marcha de las disidencias LGBT+

El bloque disidente y la propia marcha fueron una expresión de las intersecciones, particularmente de grupos históricamente marginados. | Foto: Marcela Nochebuena
El bloque disidente y la propia marcha fueron una expresión de las intersecciones, particularmente de grupos históricamente marginados. | Foto: Marcela Nochebuena

El orgullo no es de los privilegiados, ni le pertenece a las autoridades o a las marcas comerciales. Le pertenece a las comunidades trans, a las personas racializadas, indígenas, en reclusión, migrantes, nuerodivergentes, con discapacidad, en situación de calle, trabajadoras sexuales, a las que viven con VIH y a todas aquellas con las que el Estado aún tiene una deuda. 

Bajo esa premisa, este sábado la Plaza Necaxa fue el primer punto de encuentro para retomar el contenido político de la 45 Marcha del Orgullo LGBTTTIQ+ desde las disidencias. Ahí se repartieron los primeros distintivos, para la seguridad de todos, a las personas que formaron parte del bloque disidente, anunciado días antes por 12 organizaciones y colectivos que apostaron por una marcha de protesta y denuncia.

“Desde el origen de la marcha, entre sus objetivos se encuentra manifestar las demandas de todas las disidencias sexuales, y señalar las faltas y omisiones que el gobierno y las instituciones cometen hacia nuestra comunidad. Garantizar la seguridad, la inclusión y el respeto de todxs lxs asistentes”, habían señalado desde su convocatoria.

Esos orígenes se reivindicaron desde que el bloque disidente dio los primeros pasos. No pararon de recordar a las abuelas trans y el espíritu de resistencia y protesta de las primeras marchas. “Las primeras que marcharon fueron trans y putas” y “Vivir con VIH también es orgullo” estuvieron entre las consignas que más se escucharon a lo largo de la marcha. 

“Comenzó visiblemente hace 45 años, y ha sido construida por personas que no podían salir a la calle, que no podían mostrarse como eran. Los retos de hoy son diferentes pero siempre debemos reconocer a quienes construyeron el camino que hoy podemos andar para resolver nuevos problemas. Debemos reconocer y evidenciar que la población LGBTTTIQ+ no es homogénea: se compone de una diversidad de identidades y experiencias”, señaló Victoria Sámano, de la organización Lleca. 

La exigencia de sacar a las autoridades y a las marcas comerciales de la Marcha del Orgullo para regresar el foco a la protesta tuvo diversas expresiones en diferentes puntos y con el protagonismo de distintas poblaciones. El primero fue la clausura simbólica de la fila donde empezaba la formación de los automotores, en las inmediaciones de la Diana, entre mantas con las leyendas “Protestar es un derecho, el pinkwashing no” y “No al lucro de nuestra vivencia”. 

Las marcas, más que representarlas, tienen una deuda con las poblaciones LGBT. En el megáfono, Alain Pinzón, director de VIHve Libre, lo explicó así: “La clausura simbólica de los automotores comienza aquí. No vamos a quedarnos callados ante la comercialización de una marcha totalmente ciudadana… por eso no estamos de acuerdo con que las marcas participen, porque su trabajo es dar trabajo a la diversidad, no marchar con nosotras”. 

Resistiendo y abriéndose paso todo el tiempo, entre los comerciantes, los asistentes que solo miraban y las marcas —todo contra lo que se pronunciaron desde su salida y la toma simbólica de automotores—, al mismo tiempo le abrían paso a una renovada exigencia política que recordaba constantemente a gritos “es una marcha, no una vendimia”; “es una manifestación, no carnaval ni desfile” y “no es día de fiesta, es de protesta”.

La ausencia de una vacuna contra la viruela símica –tras la muerte de 26 personas–, el desabasto en instituciones públicas de salud  de medicamentos para la prevención del VIH (PrEP) y antirretrovirales para su tratamiento –que se expresó en el rompimiento y quema de tres piñatas, una con el logo del IMSS, una de Censida y una con la figura del subsecretario de Salud, Hugo López Gatell–, los transfeminicidios y la falta de reconocimiento de las personas no binarias fueron las principales exigencias que atravesaron esa reivindicación política en la 45 Marcha del Orgullo.

“Todos esos porqués tienen que ir adelante de todas las marcas y de todos los automotores, y de todos los vendedores ambulantes. Creo que el bloque disidente lo que trata de hacer es justamente visibilizar estos problemas de salud pública, de justicia, de acceso, de vivienda, de trabajo que tenemos las personas LGBT que vivimos en Iztapalapa, en Milpa Alta, en Gustavo A. Madero, en Nezahualcóyotl, en el límite del Estado y la Ciudad de México; creo que es necesario seguir alzando la voz y no regalarles un ‘gracias’ a las autoridades porque a esos cabrones les pagan por hacer su trabajo”, reclamó Pinzón.

Manta de bloque disidente marcha LGBT+
La exigencia de sacar a las autoridades y a las marcas comerciales de la Marcha del Orgullo LGBT+ para regresar el foco a la protesta tuvo diversas expresiones en diferentes puntos.

“Aquí está la resistencia trans” 

La resistencia trans estuvo presente en la Marcha del Orgullo, y en el bloque disidente, de la mano de las abuelas trans, que reclaman la Deuda Histórica que las congrega y que le da nombre a su asociación en busca de una reparación que durante años no ha llegado. “A muchas las tiraron en la carretera muerta, las dejaban amarradas, vivimos un holocausto muy peligroso para todas; hoy qué bueno que hay quien defiende a las nuevas generaciones, y nosotras como abuelas trans exigimos los derechos que se nos deben cumplir”, señaló Adriana Cortés un momento antes de que las cruces con nombres de mujeres trans asesinadas pasaran frente al contingente. 

Esas fueron las cruces que más adelante quedaron enterradas en una jardinera en la Alameda, en un acto simbólico para visibilizar a la resistencia trans. En ese momento, también se recordó la deuda de una Ley integral para personas trans que cubra los cuatro rubros en los que más se expresa la violencia hacia ellas: salud, educación, vivienda y trabajo. “Estamos viviendo en condiciones precarias, en condiciones inferiores al resto de la sociedad. Ya no queremos migajas”, exigió Sámano.

Los gritos, exigencias y repliegue de los comerciantes por parte del bloque no pararon a lo largo de la ruta, que modificaron respecto a la marcha original, pues al llegar a Eje Central, el contingente no dobló por 5 de mayo, sino que continuó derecho para entrar por Donceles al Congreso de la Ciudad de México, donde hicieron pintas y colocaron etiquetas con la leyenda “clausurado” y “sin existencia”.  Después, a contracorriente de la fiesta, las fotos de quienes llevaban atuendos vistosos y el comercio, llegaron hasta el Zócalo creando “barreras” tomadas de la mano. 

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El bloque disidente y la propia marcha –o marchas, como alguien aclaró en el escenario del Zócalo– fueron una expresión de las intersecciones, particularmente de los grupos históricamente más marginados. “Sin la cárcel no hay orgullo, sin los prietos no hay orgullo… aquí se ve, la furia NB” se escuchaba de fondo mientras Pepe Aguilar, director de RacismoMX, explicaba la coincidencia de la lucha antirracista con las demandas de las poblaciones LGBTTTIQ+.

“La población LGBT no es esta idea de personas blancas, hegemónicas, la población LGBT tiene muchísimas intersecciones… hay personas que viven con VIH, hay personas neurodiversas, personas trabajadoras sexuales, entonces tenemos que reconocer que no somos un monolito, sino que dentro de la misma comunidad hay muchas otras violencias… Todas estas necesidades no han sido atendidas, y en cambio sí hay un espacio donde hay marcas, donde hay empresas, donde hay comités que cobran el hecho de que haya autobuses automotores. Esto no puede ser más, y por eso alzamos la voz”, afirmó.

Los científicos de Divu AC y sus demandas también estuvieron presentes. Ellos se unieron al bloque porque comparten la idea de las demás colectivas sobre lo poco óptimo del manejo de la 45 Marcha del Orgullo. Insistieron en la falta de atención a la viruela símica mediante vacunas, por lo que el trabajo ha recaído en ONG, así como la ausencia de reconocimiento de problemáticas de consumo de sustancias psicoactivas en la comunidad.

Algunas otras demandas invisibilizadas convivieron, sin formar parte de él formalmente, con el bloque disidente, como los familiares de personas LGBTTTIQ+ desaparecidas, que era el contingente que les antecedía unos metros adelante. Ahí, entre unas cuantas personas más, caminaba María Guadalupe por primera vez en una Marcha del Orgullo, para ser voz de su hija de 19 años, quien desapareció el 5 de junio de 2022 en la alcaldía Xochimilco. Las autoridades, reclama, no han avanzado en la investigación, pese a que está convencida de que su desaparición estuvo relacionada con la pareja que tenía.

Para quienes asistieron a la fiesta, algunas de estas demandas incluso pasaron desapercibidas. Miraban con reservas al bloque disidente, o elegían confrontarse con sus integrantes cuando estos les pedían despejar el paso; algunas veces los criticaban tras el reclamo de que la marcha era de todos y tenía diversas manifestaciones. Pero nada detuvo el objetivo de llegar con la protesta hasta el escenario principal del Zócalo con las expresiones de una manifestación que contrastaba con el resto del panorama: sin alcohol, sin vendimia, con consignas y juntas entre la rabia no binaria, “sidosa” y trans.

Como ha sido los últimos años, la festividad también se expresó en automotores y en contingentes que se desintegraban antes de llegar a la Alameda para dar paso a personas solas o en pareja que se mantenían en un lugar fijo para ver pasar la protesta, o aprovechaban para disfrutar un día más de baile y bebida en las calles, apropiándose de ellas a su modo, antes de que fueran reclamadas por las disidencias que llegaron al Zócalo reducidas en número pero con el grito que más fuerte se escuchaba: “Ya llegamos y no nos vamos”.

Al final, pasadas las 18:00 horas, irremediablemente ganó la fiesta.