Opinión: Sé lo que se necesita para derrotar a Narendra Modi

LOS VOTANTES DE BENGALA OCCIDENTAL DEMOSTRARON QUE NO TOLERARÁN LA MISOGINIA Y POLÍTICA DIVISIVA DE MODI.

CALCUTA, India — Soy miembro del Parlamento indio y, el domingo, el partido político al que pertenezco, Congreso Trinamool, derrotó al partido del primer ministro Narendra Modi en las elecciones para la legislatura estatal de Bengala Occidental. Nuestro partido y mi lideresa, Mamata Banerjee, la única ministra principal de la actualidad en un estado de India, demostró lo que se necesita para derrotar la política misógina y divisiva de Modi.

De los 292 curules en la legislatura estatal de Bengala Occidental, Modi y su Partido Popular Indio (BJP, por su sigla en inglés) obtuvieron 77. Nosotros ganamos 213 curules. Sin embargo, no luchábamos simplemente para formar un gobierno estatal. Luchábamos para detener al titán autoritario y centralizador de Modi, el cual busca destruir el federalismo y el carácter secular de India, y transformar nuestro país en un Estado hindú autocrático.

Modi y Amit Shah, el ministro del Interior de India, han vaciado de manera sistemática las instituciones que India consideraba sagradas y confiables. Durante el curso de las elecciones en Bengala Occidental, fui testigo de cómo redujeron la otrora respetada Comisión Electoral de India, un organismo supuestamente independiente que realiza las elecciones nacionales y estatales, a un recadero al servicio de su agenda política.

El 26 de febrero, cuando se estaba elevando la segunda ola de la COVID-19 en India, la comisión anunció que las elecciones en Bengala Occidental se realizarían en ocho fases escalonadas desde el 27 de marzo hasta el 29 de abril. Otros cuatro estados indios también iban a acudir a las urnas, pero la comisión los restringió a una o dos fases.

Al organizar de esta manera las elecciones en Bengala Occidental, la comisión posibilitó que Modi hiciera una campaña extensa en el estado. Las elecciones indias son eventos dinámicos, festivos y multitudinarios. Nuestro partido protestó y le pidió a la comisión que limitara las elecciones a menos fases, pues había comenzado una peligrosa ola de COVID-19. La comisión se rehusó a escucharnos.

Modi y Shah, cuyo ministerio es responsable del manejo de desastres en el país, sostuvieron numerosas reuniones públicas en Bengala Occidental. Los dos hombres a menudo aparecían sin mascarilla en los mítines públicos, con lo cual ponían un terrible ejemplo para las decenas de miles de asistentes y a los millones de personas que veían estos eventos ampliamente televisados.

El gobierno de Modi no hizo absolutamente nada para evitar las reuniones religiosas como el Kumbh Mela, un festival en Haridwar, una ciudad ubicada en el estado norteño de Uttarakhand, donde millones de hindúes se reunieron para darse un chapuzón en el río Ganges.

El 17 de abril, cuando India reportaba más de 250.000 nuevos casos de COVID-19, Modi realizó una suave y vaga solicitud a los peregrinos del Kumbh Mela, de que consideraran irse a casa, y sugirió que el festival fuera “simbólico”. No obstante, entrada la tarde de ese día, Modi asistió a una reunión pública de más de 50.000 personas en Bengala Occidental. “Hasta donde me da la vista, solo veo gente”, se regodeó.

Las elecciones se estaban convirtiendo en eventos superpropagadores de infecciones por coronavirus. La comisión siguió ignorándonos mientras la segunda ola estaba apaleando los sistemas sanitarios de India. La negligencia cobarde obligó al Tribunal Supremo de Madrás a declarar que la comisión “¡probablemente debería ser acusada de cargos de homicidio!”.

Modi priorizó la búsqueda del poder político por encima de las vidas de los indios. Se desperdiciaron las vitales tres primeras semanas de abril, cuando el primer ministro y su gabinete debieron trabajar para reforzar la crucial infraestructura sanitaria y coordinar con los gobiernos estatales a fin de prevenir nuestra situación catastrófica.

Las mujeres de India también recordarán la campaña de Modi en Bengala Occidental por su misoginia descarada y masculinidad tóxica. El 1.° de abril, en un mitin público en Uluberia, una ciudad del distrito de Howrah en Bengala Occidental, Modi se refirió a Banerjee —la lideresa de mi partido y la ministra principal del estado, conocida de cariño como Didi— como “¡Didi Ooo Didi!”… ante el aplauso formidable de un montón de hombres. Continuó usando ese tono y esa frase en otros mítines públicos.

Para mis oídos, el tono y la frase tuvieron un parecido ominoso al modo en que un acosador de vecindario podría hablarles a las muchachas que pasan por la calle. Para la clase media bengalí, fue aterradora la posibilidad de entregarle las riendas del estado a alguien que de manera abierta fomenta una práctica que choca tanto con sus sensibilidades. A las mujeres votantes de Bengala Occidental, quienes representan el 49,1 por ciento del electorado estatal, les dieron escalofríos. Una mayoría de mujeres votó por nuestro partido. No permitieron que una política tan misógina se llevara la victoria.

Y también importa la cultura. Modi y su BJP esperaban obtener un triunfo al equiparar la identidad bengalí con la cultura hindú. No comprendieron que la cultura bengalí no es un monolito; combina secularismo con un no vegetarianismo y un fuerte instinto opositor.

Nosotros bromeamos al decir que nuestra despreocupada clase media bengalí está contenta con tres cosas: educar a los hijos, la matiné de los sábados (“shoni bar e matinee”) y un curry de cordero los domingos (“robi baar e mangsho”).

Como mínimo, los bengalíes rechazan a cualquiera que quiera controlar lo que comen, a quién aman y la ropa que se ponen.

La experiencia bengalí ha demostrado que el BJP no es invencible, que no a todos los indios les atrae la idea de un Estado con mayoría hindú y que Modi y Shah no son los maestros de la estrategia electoral que fingen ser. A pesar de sus inmensos recursos económicos, el mal uso que han hecho de las agencias federales de investigación para atacar oponentes y las acusaciones que los señalan de haber comprado políticos de la oposición, el BJP todavía puede ser derrotado por un partido regional enfocado que es fiel a sus raíces y a una ideología secular e incluyente.

Se necesitó de una pandemia catastrófica para que incluso los simpatizantes de Modi vieran que necesitan más los tanques de oxígeno que un Estado hindú. Además, tuvieron que celebrarse unas elecciones bengalíes para que el resto de India se diera cuenta de que no necesita el machismo tóxico. India necesita un líder que tenga corazón y fuerza de voluntad.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company