Opinión: Lo que el mundo puede aprender de las amistades entre homosexuales y heterosexuales

Lo que el mundo puede aprender de las amistades entre homosexuales y heterosexuales (Ben Hickey para The New York Times).
Lo que el mundo puede aprender de las amistades entre homosexuales y heterosexuales (Ben Hickey para The New York Times).

ESTAS RELACIONES PUEDEN AYUDARNOS A SER MÁS LIBRES PARA SER TÚ Y YO.

Alrededor de la medianoche, entre la sudorosa multitud de Crews & Tangos, uno de los bares de la comunidad LGBTQ más populares de Toronto, vi a mi amigo subir al escenario para tomarse un trago de tequila con Jada Shada Hudson, nuestra “drag queen” favorita, mientras sonaba “Super Bass” de Nicki Minaj.

Se trataba de un sábado cualquiera en Crews. Pero hubo un detalle que algunos no esperarían: Stephen, el chico en el escenario con la camiseta de flores sin mangas, era heterosexual. Yo soy gay y Stephen es mi mejor amigo desde hace 10 años.

Nuestro vínculo tiene un valor único para ambos. Disfrutamos los golpes de derecha en la cancha de tenis, hablar de amor y desamor, y llorar de la risa. Pero además, nuestra amistad nos ha ayudado a explorar otros mundos que antes nos parecían cerrados. Es como obtener un pasaporte a un nuevo país.

Stephen me ha contado que antes de que nos hiciéramos amigos se sentía menos cómodo expresándose de maneras que no encajaban con los estereotipos masculinos. Pero nuestra amistad (y la exposición a espacios queer que vino con ella) le ha ayudado a liberarse de estas restricciones y celebrar diferentes facetas de su personalidad. Y a mí, la amistad de Stephen me ha ayudado a reconstruir un puente de confianza con los hombres heterosexuales, algo que había perdido de más joven.

Nuevas investigaciones sugieren que esta dinámica de amistad no solo es valiosa para algunos de nosotros. Un estudio de 2022 publicado en la revista Psychology of Men & Masculinities encontró que estas amistades pueden ayudar a cambiar las comprensibles preconcepciones que tienen los hombres homosexuales sobre los hombres heterosexuales; por ejemplo, que todos son homofóbicos. Y los participantes en un estudio de 2021 hablaron de cómo creían que estas relaciones podían ayudar a fomentar la compasión y el apoyo emocional, elementos que suelen faltar en las amistades masculinas, según los autores.

Stephen cree que hay partes de la sociedad con las que, como hombre heterosexual, se espera que se identifique (como la “cultura de los amigos cercanos”), y otros aspectos que debería rechazar. “Por ejemplo, me encantan Whitney Houston y Britney Spears, pero a menudo evitaba decirlo porque me preocupaba que la gente me juzgara por ello”, dice. Pero tras años de amistad conmigo —un hombre gay que no interpreta la masculinidad de la manera tradicional— se siente más cómodo haciendo cosas como usar collares y celebrar su despedida de soltero en un bar de “drag queens”. Ya no se preocupa tanto por tener que hablar con una voz más grave para que no haya duda de su heterosexualidad.

A los hombres heterosexuales les puede resultar más fácil mostrarse vulnerables con sus amigos homosexuales. Stephen, contador y psicoterapeuta de 40 años, me contó que fui la primera persona con quien habló de cuestiones relativas a su salud mental. Le sorprendió lo inusual que era para él no sentir vergüenza ni pudor. Aunque era terapeuta, nunca se había sentido cómodo hablando de sí mismo. Según los autores del estudio de 2021, es posible que expresar vulnerabilidad tenga efectos indirectos positivos: los hombres heterosexuales que tienen amistades cercanas con hombres homosexuales quizá tengan menos miedo de ser más abiertos con sus amigos heterosexuales.

Michael Bronski, profesor de la Universidad de Harvard y autor de “A Queer History of the United States”, comentó que el movimiento de liberación de los homosexuales, que surgió tras las protestas por lo ocurrido en el bar Stonewall en 1969, comenzó a desmantelar sistemas patriarcales que presionaban a los hombres a reprimir sus sentimientos y tener conductas circunscritas en la masculinidad tóxica, incluida la homofobia. “Los hombres homosexuales han ayudado a los hombres heterosexuales a sentirse menos restringidos por los guiones culturales de la masculinidad tradicional”, afirmó Bronski.

Estas amistades pueden aliviar a los homosexuales de la presión de ajustarse a las normas de género masculinas por miedo a convertirse en un gay estereotipado. Por ejemplo, durante mi infancia, modificaba mi comportamiento para evitar que me acosaran: hablaba con una voz más grave, daba pasos más largos al caminar, llevaba ropa más holgada y ocultaba mi obsesión por Avril Lavigne.

Hice esto durante años antes de salir del clóset, a los 16, porque recuerdo que muchos de mis amigos de la escuela se referían sin cesar a mi comportamiento como “tan gay”. Incluso mi padre imitaba a los homosexuales en un esfuerzo infructuoso por hacerme reír, agitando las muñecas despectivamente y hablando con una voz chillona que se cree característica de los homosexuales, de lo que hoy me ha dicho que se arrepiente muchísimo. Y durante años, incluso después de dar a conocer mi orientación sexual, algunos de mis amigos varones siguieron refiriéndose a cosas que consideraban estúpidas como “gay”.

Estas vivencias me dificultaban confiar en los heterosexuales. Pero cuando conocí a Stephen, aceptó mi orientación sexual y me defendió de quienes se burlaban de mí. Una noche, en un bar de Nueva York, un grupo de chicos utilizó un insulto homofóbico en varias ocasiones. Me acerqué a ellos y les dije que dejaran de hacerlo y empezaron a burlarse de mí. Stephen se acercó para defenderme y les dijo lo “patético” que era que utilizaran ese lenguaje. Sé que otro miembro de la comunidad o una amiga habrían salido en mi defensa en esta situación, pero el hecho de que fuera un heterosexual el que mostrara un compañerismo tan profundo fue significativo.

A medida que mi amistad con Stephen se fortaleció y empecé a entablar otras relaciones con personas que nunca usarían insultos homófobos, desarrollé una sensación de libertad para ser yo mismo más allá de los espacios queer: ahora me siento más cómodo saliendo del clóset ante jefes heterosexuales y asumiendo mi orientación sexual en mi trabajo, ya sea presentando ideas de temática LGBTQ o explicando a mis colegas la importancia de la representación queer.

Aunque las amistades entre homosexuales y heterosexuales están en auge, no son aceptadas por todos. Hasta Stephen y yo —que nacimos y crecimos en Toronto, una ciudad conocida por sus valores liberales—, al principio de nuestra amistad, nos encontramos con rumores de gente que suponía que estábamos saliendo en secreto y que Stephen debía de ser gay.

Mi vínculo con Stephen es emblemático del tipo de amistad que cualquiera quisiera tener: una en la que nos sentimos seguros el uno con el otro, hemos aprendido el uno del otro y nos hemos ayudado mutuamente a convertirnos en hombres más abiertos y seguros de nosotros mismos.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

c.2023 The New York Times Company