Opinión: Todo lo que me molestó del episodio “Semana Mexicana” de ‘Great British Bake Off’
Al vivir en Washington, D.C., es bastante difícil conseguir tacos decentes, o al menos lo que yo considero tacos decentes, dado que pasé gran parte de mi infancia en el sur de California, de donde es mi madre, y en la tierra natal de mi padre, San Antonio, Texas. Sin embargo, de ninguna manera soy un snob de los tacos. He comido tacos decentes en restaurantes y he comido excelentes tacos parado en un puestito en la madrugada.
¿Mis favoritos? Los que hace mi madre cuando cocina la carne molida, dobla las tortillas y luego procede a freírlas en manteca de res, para que obtengas las mejores partes de una tortilla suave por dentro y lo crujiente de una tortilla dura. Es una de las primeras cosas que le pido que me haga cuando voy a casa.
También celebro el estatus que tiene el taco como embajador de la herencia mexicana en todo el mundo. Creo que incluso las personas que no son de ascendencia mexicana o que nunca han estado en EE.UU. o México pueden aprender sobre esta comida, disfrutarla e incluso convertirse en maestros taqueros.
Al mismo tiempo, no soy ajeno al hecho de que muchas personas pueden disfrutar de la comida mexicana y también denigrar la herencia mexicana.
Por lo tanto, cuando vi que Great British Bake Off tenía un episodio sobre tacos, mi pensamiento fue: ¿Qué tan malo puede ser? No he visto tantos episodios como algunos de mis amigos, pero he disfrutado los pocos que he visto, y si las personas quieren aprender a hacer tacos, ¿quién soy yo para detenerlas?
Así que imagina mi horror cuando escuché a Paul Hollywood pronunciar pico de gallo como “gah-low”. Su pronunciación de “tah-co” no me molestó tanto, pues entiendo que los acentos son difíciles y apenas habla español. En su defensa, la verdad tiene razón en que calentar una tortilla es una habilidad en sí misma, ya que nadie la quiere demasiado blanda o fría, pero también es imposible doblar una tortilla chamuscada.
Pero luego todos en el programa pronuncian mal “pico de gallo” mientras que el narrador lo pronunciaba de forma correcta, lo que muestra la pereza del programa en el mejor ude los casos y una falta de voluntad para educar en el peor. Y eso sin decir nada de la pobre mujer que llamó “glockymolo” al guacamole. Me pregunto quién le dijo a Channel 4 que el guacamole debe ser “agrio”. “Refrescante” o "picante", claro. Pero no “agrio”.
Sin embargo, no es el mayor problema. Hay barreras lingüísticas. Lo que me molestó fue ver a los anfitriones Matt Lucas y Matt Fielding bromear sobre si México es un lugar real. Sí, amigos, lo es, e Inglaterra intentó invadirlo en 1862. Aunque es cierto que la nación de Bake Off finalmente reconoció la soberanía de México y se retiró (para que se sientan bien, lo hicieron mejor que los franceses, quienes no se retiraron y a quienes México venció en la Batalla de Puebla, razón por la cual celebramos el Cinco de Mayo).
Pero la exotización y trivialización de la cultura mexicana por parte de los blancos enfurece tanto a los mexicanos como a los mexicoamericanos. Hay una larga y problemática historia de considerar a México como un lugar fantástico que existe solo para la diversión y el consumo de los gringos.
Los presentadores de Bake Off usaron maracas mientras vestían sarapes y sombreros como si fueran disfraces festivos o temas de humor, e incluso se dijeron en broma que no podían hacer chistes mexicanos antes de preguntar: “¿Ni siquiera uno?”. La verdad es que las únicas bromas en ese episodio fueron esas cosas lamentables que llamaron tacos.
Lo anterior no quiere decir que los británicos no puedan disfrutar de los tacos o incluso aprender sobre la herencia mexicana. Aprender a cocinar la comida de otra cultura o solo comerla puede ser una forma de obtener una mejor comprensión, sobre todo cuando no se habla el mismo idioma. Darnos cuenta de qué les parece delicioso a los demás puede ser una forma de entender qué es lo que valoran.
Pero siempre tiene que venir desde un punto de respeto y reconocimiento de lo que es importante para esa cultura, en lugar de solo ponérselo como un sarape. De lo contrario, existe el peligro de que parecer que quieren “reinventar” esa cultura para mejorarla. Y cuando se trata de los Británicos y la comida mexicana, está claro que no pueden.