Opinión: Luigi Mangione: ¿qué revela su arresto sobre nuestra sociedad actual?
Si se trata de localizar a un fugitivo de la justicia, puedes estar seguro de que las redes sociales lo rastrearán en tiempo récord, incluso si la única pista es un espacio de cinco centímetros entre un tapabocas y una capucha. Eso fue precisamente lo que ocurrió con el sospechoso del tiroteo mortal contra Brian Thompson, director general de UnitedHealthcare.
El domingo, la policía de Nueva York publicó una serie de imágenes captadas en la parte trasera de un taxi. En menos de 24 horas, Internet identificó al sospechoso como Luigi Mangione, un joven de 26 años, nacido en Baltimore, graduado de la Universidad de Pensilvania y miembro de una familia prominente.
Sin embargo, el espectáculo no concluyó con su identificación. Una vez localizado el sospechoso, los detectives de las redes sociales examinaron minuciosamente sus perfiles en LinkedIn, Twitter e incluso Goodreads. Pronto surgieron memes, comentarios cosificadores y vlogs llenos de reacciones.
Primero, BookTok puso bajo la lupa sus preferencias literarias y cuestionó si títulos como Harry Potter y Los Juegos del Hambre pudieron influir en su radicalización. En efecto, reseñó el manifiesto del Unabomber y describió a Ted Kaczynski como un “revolucionario político extremo”.
La situación tomó un giro más inquietante con la difusión en Twitter de capturas de la foto de Mangione. La imagen muestra a Breloom, el personaje de Pokémon, una radiografía de su columna vertebral y una fotografía suya sin camiseta, aparentemente tomada en Hawái (su última dirección registrada), que fue etiquetada como una “imagen sugestiva”.
Pero, ¿qué nos dice esto sobre el presunto asesino? Y, lo más relevante, ¿está soltero? Incluso apareció un video que asegura que Luigi será uno de los nombres de bebé más populares en 2025, y lo más desalentador es que podría ser cierto.
Me gusta navegar por Internet tanto como a cualquiera y entiendo la atracción de consumir noticias incluso cuando son negativas. Sin embargo, cuando estas tendencias pierden el foco y llegan a glorificar a un presunto asesino, creo que es ahí donde debemos parar.
Más allá de las posturas políticas, el rechazo al capitalismo (y sí, resulta irónico que lo detuvieran tras visitar un McDonald's) o las vivencias personales con el sistema sanitario estadounidense, hay un hecho ineludible: un hombre ha muerto. Un hombre que tenía hijos, una esposa y una familia.
Además de afrontar la pérdida y la exposición mediática del caso, la familia debe encarar una realidad aún más dolorosa: el asesinato de su ser querido ha dado lugar a una oleada de memes, comentarios ofensivos sobre el principal sospechoso y una absurda celebración por parte de quienes, evidentemente, no tienen mejores ocupaciones. Desde una perspectiva humana, es profundamente lamentable.
Es importante señalar que las redes sociales no siempre empeoran este tipo de casos. En 2012, los detectives de Internet lograron capturar a Luka Magnotta, el asesino documentado en la serie Don't F**k With Cats, que narra cómo un grupo de internautas rastreó a un criminal tras descubrir perturbadores videos de maltrato animal. De manera similar, en 2021, usuarios de redes sociales ayudaron a la policía a encontrar a Gabby Petito, quien desapareció y, según las investigaciones, fue asesinada por su novio Brian Laundrie, quien más tarde se quitó la vida.
Las redes sociales no son las únicas responsables de la glorificación de delincuentes potenciales. En 2014, surgió la controvertida moda del Hot Felon, término que se refiere a criminales cuya apariencia física despierta admiración, como ocurrió con la foto policial viral del modelo Jeremy Ray Meeks. Esto dio lugar al hashtag #feloncrushfriday, donde usuarios expresaban atracción hacia delincuentes basándose solo en su apariencia. Sin embargo, esta fascinación no es exclusiva de la era de Instagram o TikTok. Durante décadas, figuras como Ted Bundy, Charles Manson y Richard Ramírez han sido objeto de una inquietante idolatría. Este fenómeno está vinculado a la hibristofilia, que se define como la atracción sexual hacia quienes han cometido delitos, una tendencia que sigue profundamente arraigada en la cultura popular.
Con demasiada frecuencia, las redes sociales pierden el rumbo y adoptan teorías conspirativas, lo que deja de lado el hecho de que detrás de los titulares hay personas reales. Este patrón se ha evidenciado en casos como los de Elisa Lam, Nicola Bulley y otros. La obsesión por los clics y el “compromiso” en línea suele prevalecer sobre la búsqueda de la verdad, lo que provoca consecuencias dañinas que a menudo interfieren en el avance de una investigación activa.
La respuesta al asesinato de Brian Thompson, en mi opinión, captura a la perfección el espíritu de este año. Refleja nuestra desesperación por recuperar la decencia común y la compasión humana, así como lo desconectados que estamos de la realidad.
Resulta inquietante considerar que un hecho así logró unir a tantas personas. No solo representa un motivo de vergüenza, sino también una razón para una preocupación profunda.
Traducción Leticia Zampedri