Opinión: Elijo el renacimiento en lugar de la venganza tras mi liberación de Gaza

Opinión: Elijo el renacimiento en lugar de la venganza tras mi liberación de Gaza
(Haley Jiang para The New York Times)
Opinión: Elijo el renacimiento en lugar de la venganza tras mi liberación de Gaza (Haley Jiang para The New York Times)

DE LOS SOBREVIVIENTES DEL HOLOCAUSTO PODEMOS APRENDER CÓMO SEGUIR ADELANTE DESPUÉS DEL 7 DE OCTUBRE.

En Israel, en los últimos años se ha hablado a menudo de la ‘Shoah’, u Holocausto, junto con ‘tekumah’, que significa renacimiento, después de que la generación de sobrevivientes optara por reconstruir una nación en lugar de perderse en el dolor y la venganza. Impulsado por ese espíritu, Israel se convirtió en un refugio para los judíos en peligro de todo el mundo y ha sanado sus relaciones con Alemania y otras naciones que perpetraron o permitieron el Holocausto.

Trabajo en el centro nacional israelí para la memoria del Holocausto, Yad Vashem, donde enseño la Shoah a alumnos israelíes de 12º grado y los preparo para viajes escolares a Polonia. A medida que los últimos miembros de la generación de sobrevivientes se iban reduciendo entre nosotros en los últimos años, comencé a pensar cuál sería la mejor manera de enseñar a los estudiantes sobre la Shoah cuando los testigos presenciales ya no están.

Aunque preservar la memoria de los horrores y las pérdidas que provocó la Shoah sigue siendo importante tanto para los jóvenes israelíes como para los niños de todo el mundo, el concepto de ‘tekumah’ es también un componente central de la educación sobre el Holocausto. La ‘tekumah’ nos proporciona la lección vital de cómo seguir adelante con dignidad y propósito después de experimentar una tragedia, y es quizá el regalo más importante que nos hicieron quienes sobrevivieron.

El 7 de octubre, el pueblo judío sufrió nuestra mayor tragedia desde el Holocausto. Esa tragedia llegó a mi propia casa en el kibutz Nir Oz, que fue incendiada mientras me llevaban a Gaza como rehén. Estuve retenida en una casa con gazatíes y combatientes de Hamás, sin noticias del mundo exterior. Aterrada, sola e insegura sobre el destino de mi familia, me mantuve en pie durante casi dos meses, prometiéndome a mí misma que no me perdería la ceremonia de graduación de la clase a la que enseño e imaginando reunirme con mi marido, Aviv, y nuestros tres hijos. Tengo doble nacionalidad israelí y estadounidense, y fui liberada al cabo de 54 días gracias en gran parte a la intervención del presidente Biden y del secretario de Estado Antony Blinken. Por fortuna, mis hijos sobrevivieron: uno tras escalofriantes horas escondido, otro por pura suerte de haber estado en otro lugar ese día, otro que repelió a los atacantes manteniendo cerrada la puerta de una habitación segura. Pero mi hogar de 30 años quedó calcinado hasta quedar irreconocible y el hogar de mi corazón (mi marido, Aviv) fue uno de los 1200 asesinados por Hamás en Israel aquel terrible día de octubre. La destrucción fue tan inmensa que los terroristas habían matado incluso a mi perro, Revi.

Cuando salí de Gaza, descubrí que no había kibutz Nir Oz al que regresar. Estoy viviendo en lo que se llama un apartamento de “acogida temporal” en la ciudad meridional de Kiryat Gat; por ahora, puedo quedarme aquí tres años, quizá más. Mis hijos están en edad de abandonar el nido, y yo estoy experimentando ese agridulce rito de paso como una viuda nueva, sin hogar.

Es momento de que el mundo exija y garantice la liberación de los rehenes que quedan en Gaza. Quiero reunirme con mis vecinos. Entonces llegará el momento de llorar por lo que hemos perdido.

Ninguna de estas misiones pone fin a nuestra labor. Más allá del horizonte de nuestro dolor, debemos volver a comprometernos con la ‘tekumah’ con el mismo optimismo decidido de la generación de los sobrevivientes del Holocausto.

No veo otra alternativa. Sin tekumah, solo conseguiremos hundirnos aún más en el ciclo de ira mutua y victimismo que ha plagado nuestra relación con los palestinos durante demasiado tiempo. Esa no fue la estrategia que eligió la generación de los sobrevivientes y, inspirada en su espíritu, no busco venganza por lo que he pasado. Me siento humilde al ver cómo mis compatriotas israelíes arriesgaron sus vidas para luchar contra mis secuestradores, pero no siento ninguna catarsis al ver la destrucción de Gaza. En lugar de eso, quiero centrarme en construir un futuro mejor para mis tres hijos y para los niños de Gaza.

Después del Holocausto, surgió una nueva generación en Israel, centrada no en el pasado sino en hacer florecer el futuro. ‘Tekumah’ para Israel después de esta guerra significará reconstruir nuestra identidad nacional y dejar atrás la política divisoria que marcó el año anterior al 7 de octubre. Nuestros adversarios pueden ser peligrosos, pero nadie tiene más poder para destruir nuestro país que nosotros mismos.

Para mí, la ‘tekumah’ no solo tiene que ver con las vidas judías, sino también con todas las vidas destrozadas el 7 de octubre y después, incluidas las de mis vecinos no judíos, ciudadanos israelíes, que se han visto atrapados en las batallas desde entonces. También significa trabajar por el renacimiento de Gaza. Aunque no puedo influir en las decisiones que los gazatíes tomen por sí mismos, espero que los responsables de iniciar esta guerra sean sustituidos por personas que quieran un futuro mejor junto a Israel. Después de ver la inversión realizada por Hamás en su ciudad subterránea, es fácil comprender que se haya despilfarrado tanto en Gaza durante los últimos 18 años. También los ciudadanos de Gaza merecen un renacimiento, uno que imagine un futuro no de combate sino de existencia compartida.

Una arena más en la que se necesita con urgencia ‘tekumah’ es en la diáspora. El antisemitismo, que es tan antiguo como la sociedad occidental, parece permear estos días en gran parte del discurso público sobre el judaísmo, el pueblo judío e Israel. No cierro los ojos ante los fallos de mi país, pero es muy preocupante cómo este conflicto, que fue iniciado de la forma más violenta por Hamás, ha contribuido a un aumento de los actos antisemitas violentos. La 'tekumah' en la diáspora permitiría la plena expresión de la vida judía sin miedo, tanto en Israel como en todo el mundo.

Si los jóvenes de la diezmada población judía europea fueron capaces de afrontar el futuro con optimismo tras el Holocausto, nosotros también podemos encontrar la fuerza para reparar lo que se ha roto.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

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