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Los “bebés de nepotismo” de Hollywood deberían sacar a la luz sus privilegios

Madonna y su hija Lourdes León asisten al desfile de Tom Ford el 14 de septiembre de 2022 (Getty for NYFW: The Shows)
Madonna y su hija Lourdes León asisten al desfile de Tom Ford el 14 de septiembre de 2022 (Getty for NYFW: The Shows)

Hollywood está inundado de “nepo babies” o “bebés de nepotismo”. Puede sonar como una especie de tendencia infantil, quizás algún nuevo tipo de Tamagotchi o Neopet, pero la realidad es mucho más indecorosa. El término, por supuesto, se refiere a los hijos de celebridades que siguen carreras en el mundo del espectáculo. Los Maya Hawkes, Lily Rose Depps y Jaden Smiths del mundo. El fenómeno no es nada nuevo; desde Judy Garland y Liza Minelli hasta Bridges y Fondas, a Hollywood siempre le han gustado las dinastías.

La actriz de hollywood Judy Garland con director Sid Luft y su hija Liza Minelli en El Morocco Club en Nueva York 1956. Getty Images
La actriz de hollywood Judy Garland con director Sid Luft y su hija Liza Minelli en El Morocco Club en Nueva York 1956. Getty Images

Pero ahora, al parecer, más que nunca, las hordas de hijos de los famosos están saltando a la fama sobre los faldones de terciopelo de sus padres. Y a la gente no le está agradando.

Jane Fonda con su papá Henry Fonda circa 1979 en Los Angeles, California. (Photo by Saxon/IMAGES/Getty Images)
Jane Fonda con su papá Henry Fonda circa 1979 en Los Angeles, California. (Photo by Saxon/IMAGES/Getty Images)

El lunes, la modelo y música Lourdes León, la hija mayor de Madonna, concedió una entrevista a 'The Cut' en la que habló sobre su propio estatus de “bebé de nepotismo”. “Quiero sentir que merezco cosas y no solo que me han dado cosas,” ella dijo. “Y, sí, hay un privilegio innegable que sería estúpida si no me diera cuenta… Los bebés de nepotismo por lo general son bastante desagradables, y mi mamá y mi padre me criaron para ser mucho más inteligente que eso”.

Estas declaraciones no tienen nada que ver con el tipo de negación cautelosa que a menudo caracteriza a este tipo de entrevistas. (Solo unos días antes, Lily-Rose Depp había cuestionado la idea de que su ascendencia la había llevado a participar en proyectos: “Puedo decir con toda seguridad que nada te va a conseguir el papel, excepto ser adecuado para este”.) Pero eso no es decir mucho. La verdad es que los muchos hijos de las estrellas de Hollywood tienen la responsabilidad de reconocer plenamente su propio privilegio. Se debe evidenciar el nepotismo para poder enfrentarlo.

Lo que León probablemente sabe es que no hay forma de que los retoños famosos hablen sobre el privilegio sin sonar desubicados o desagradecidos. A medida que la sociedad se ha inclinado lentamente hacia la igualdad, “bebé de nepotismo” se ha convertido en algo así como una mala palabra. Algunos permanecen inmunes al estigma, o lo trascienden por puro talento: nadie piensa en Nicolas Cage o Laura Dern como meros ganadores de la lotería de Beverly Hills. Otros, sin embargo, llegan a encarnar el peor tipo de desequilibrio social. (Considera la diferencia de reputación entre Colin y Chet Hanks).

Me doy cuenta de que todo esto se está volviendo un argumento tipo “conducir ebrio puede matar a muchas personas, pero también ayuda a muchas personas a llegar al trabajo a tiempo”, cuando quiero decir lo contrario. El nepotismo impregna la sociedad; es un problema que hay que abordar, urgente y sistemáticamente, pero para que eso ocurra hay que hablarlo. Entenderlo. No es algo que pueda erradicarse o incluso legislarse en contra, solo mitigarse.

En Hollywood, el marco para el nepotismo es más difícil de eliminar que en otras industrias. El ecosistema financiero idiosincrásico de la industria del entretenimiento juega un papel. Para una producción de presupuesto medio o bajo, contratar al hijo de una estrella famosa garantiza publicidad gratuita e inmediata, intriga y reconocimiento de nombre, sin los honorarios que normalmente conlleva. Es probable que mantenga al estudio en la buena voluntad de sus famosos padres. Las redes sociales también han simplificado el proceso. Instagram ha catapultado a muchos bebés de nepotismo al centro de atención desde una edad temprana; algunos hasta llegan a las puertas de Hollywood con millones de seguidores.

Luego está el factor genético. Supongo que se trata de un talento innato; es lógico que el ADN de Henry Fonda tuviera algo especial que le permitiera actuar con carisma en la pantalla. Pero en un nivel más superficial, se reduce a las apariencias. Llámalo como quieras: atractivo sexual o telegenismo (verse bien en la televisión). Ya sea que hablemos de películas o de sellos discográficos, el mundo del espectáculo favorece a los que son atractivos. Cuando dos actores telegénicos tienen un hijo, lo más probable es que su hijo crezca para ser igual de telegénico. Si a esto se le suman los privilegios alimenticios y de acondicionamiento físico de una educación rica, se juega con unos dados muy cargados.

Paradójicamente, la industria del entretenimiento es, a la larga, más meritocrática que la mayoría de las demás esferas laborales. Si Miley Cyrus no pudiera cantar, no se presentaría en el Super Bowl. Si Nic Cage no pudiera estrenar una película, los estudios no tardarían en dejar de contratarlo. El mundo del espectáculo es un concurso de popularidad, y la buena voluntad heredada no es suficiente.

Uma Thurman con su hija Maya Hawke, estrella de ‘Stranger Things’ (Getty)
Uma Thurman con su hija Maya Hawke, estrella de ‘Stranger Things’ (Getty)

Yo, como mucha gente de mi profesión, soy un beneficiario del nepotismo. Como muchos de esos beneficiarios, no puedo evitar hacer de apologista en mi propia cabeza. Me digo a mí mismo que mi incursión en el periodismo fue benigna y solo parcial: un pie en la puerta y no una bandeja de plata. Me digo a mí mismo que hay colegas más endeudados a la lógica fraudulenta del nepotismo por ahí y, además, ¿qué no sé cómo enlazar una frase bonita tan bien como el siguiente tipo? Pero eso no cambia nada. Incluso si se dejan de lado las innumerables formas en las que me veo indebidamente favorecido en el clima profesional de nuestro país —por ser un hombre blanco del sur de Inglaterra, con educación universitaria y sin discapacidades—, es un hecho evidente e inmutable que se me han dado oportunidades donde otros no las han tenido. Dudar de que uno se merezca un papel es un precio pequeño e inevitable que hay que pagar, y uno feo del que quejarse.

Entonces, ¿cuál es la solución? Para acabar con la infernal tendencia de “bebés de nepotismo” habría que hacer una reevaluación interseccional y holística de la forma en que están estructuradas tanto la industria del entretenimiento como la propia sociedad. El nepotismo de Hollywood, y el nepotismo en general, alimentan divisiones sociales más amplias que únicamente se pueden abordar con una redistribución de la riqueza a gran escala. Por ahora, puede ser suficiente con hablar de ello. El primer paso siempre ha sido admitir que existe un problema.

(izq-der) Tom Hanks, Rita Wilson y Colin Hanks en  Los Angeles, California.  (Photo by Tibrina Hobson/WireImage)
(izq-der) Tom Hanks, Rita Wilson y Colin Hanks en Los Angeles, California. (Photo by Tibrina Hobson/WireImage)

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