La ONU y Occidente presionan a Siria y Rusia para que paren su ofensiva en Idlib

Naciones Unidas, 27 feb (EFE).- La ONU y las potencias occidentales del Consejo de Seguridad aumentaron este jueves la presión sobre Siria y Rusia para que detengan su ofensiva en la provincia de Idlib.

Los llamamientos a un alto el fuego inmediato dominaron una tensa reunión del Consejo, en la que Naciones Unidas denunció una vez más la "catástrofe humanitaria" en curso en el noroeste sirio y el riesgo de un deterioro "incontrolable" del conflicto.

Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania, entre otros, insistieron a Damasco y a Moscú para que escuchen a la ONU y detengan su avance militar en Idlib, el último bastión opositor.

"Está haciéndose cada vez más difícil poner palabras al sufrimiento en Idlib, pero todos hemos escuchado los impactantes datos y cifras", denunció el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas.

"Alemania llama al régimen sirio y a Rusia a escuchar y a dejar de ignorar los hechos", señaló Maas, que recordó que los "ataques indiscriminados contra civiles son crímenes de guerra y los responsables deben rendir cuentas".

"Es urgente silenciar las armas en Idlib. La prioridad absoluta debe ser lograr un cese inmediato de las hostilidades", defendió por su parte el embajador francés, Nicolas de Rivière.

Tanto él como otros diplomáticos insistieron en que la lucha contra grupos terroristas presenten en Idlib no puede justificar las violaciones del derecho internacional.

La representante estadounidense, Kelly Craft, calificó la situación de "pesadilla humanitaria" y reclamó una tregua "duradera y verificable" bajo supervisión de la ONU.

"Esto requerirá que Rusia deje sus aviones en tierra y que exija al régimen que retire sus fuerzas", dijo Craft.

"A la luz de la búsqueda implacable y creciente de una solución militar por parte del régimen de (Bachar) Al Asad, con la ayuda de Rusia e Irán, las operaciones humanitarias de Naciones Unidas son más importantes que nunca", añadió.

Las potencias occidentales insistieron en la urgencia de que se facilite el suministro de ayuda humanitaria a los civiles atrapados por los combates, una de las grandes reclamaciones de la ONU.

En ese sentido, la "número dos" de los servicios humanitarios de la ONU, Ursula Mueller, explicó que está en curso una operación de asistencia "masiva", pero que ahora mismo se enfrenta a obstáculos que la hacen insuficiente.

Según Mueller, las normas humanitarias y de protección de civiles están siendo "ignoradas sistemáticamente" por las partes del conflicto y la situación se hace cada vez más peligrosa a media que el frente avanza hacia las zonas con una mayor concentración de personas, muchas de ellas desplazadas ya en varias ocasiones.

La ONU estima que los combates en el noroeste de Siria han desplazado a más de 900.000 personas, incluidos medio millón de niños, desde principios de diciembre.

"Decenas de miles viven ahora en tiendas improvisadas, edificios públicos o al aire libre, apiñados bajo árboles, expuestos a la lluvia, la nieve y las temperaturas bajo cero de un duro invierno", señaló la director ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.

Tanto ella como Mueller insistieron al Consejo de Seguridad en que debe hacer más para frenar esta catástrofe, considerada por muchos la peor en términos humanitarios desde el inicio de la guerra.

Rusia, que desde el inicio de la guerra ha usado repetidamente su poder de veto para frenar ciertas medidas sobre Siria en el Consejo, rebajó este jueves la gravedad de la situación humanitaria en Idlib y acusó a las agencias humanitarias de no haberse preparado adecuadamente para algo que era previsible.

El embajador ruso, Vasili Nebenzia, defendió además que muchos de los bombardeos y ataques denunciados por la ONU y Occidente son fabricaciones de los opositores que controlan Idlib y recordó que la organización no tiene presencia sobre el terreno.

(c) Agencia EFE