La ONU desempeña un rol fundamental en los lugares donde ocurren guerras y catástrofes

Una escuela afiliada al Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas después de sufrir daños en un ataque aéreo, en Jan Yunis, al sur de la Franja de Gaza. El 19 de octubre de 2023. (Samar Abu Elouf/The New York Times)
Una escuela afiliada al Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas después de sufrir daños en un ataque aéreo, en Jan Yunis, al sur de la Franja de Gaza. El 19 de octubre de 2023. (Samar Abu Elouf/The New York Times)

NACIONES UNIDAS — Mientras los conflictos azotan Ucrania y el Medio Oriente, la imagen que Naciones Unidas desde Nueva York a menudo ofrece al mundo es de división y parálisis. Sin embargo, lejos de la sede de la ONU, las cosas parecen distintas y sus agencias organizan iniciativas de alivio en las circunstancias más adversas.

En un día reciente en la Franja de Gaza, en un centro vocacional, representantes de la ONU les ofrecieron refugio a más de 30.000 personas que dormían sobre suelos descubiertos entre charcos de lodo y aguas residuales desbordadas. “La gente perdió todo y necesita todo”, comentó Juliette Touma, directora de comunicaciones de la UNRWA, el organismo de la ONU para los refugiados palestinos, quien viajó a Gaza durante dos días con el comisionado general de la agencia, Philippe Lazzarini.

Los representantes también intentaban animar a su propio personal. Un miembro del personal de la ONU les contó que encuentra un lugar donde esconderse y llorar todos los días para poder sobrellevar la situación, afirmó Touma. Hasta ahora, 130 miembros del personal de la UNRWA han muerto en la guerra y muchos están desaparecidos, y se teme que estén muertos bajo los escombros.

Naciones Unidas se creó después de la Segunda Guerra Mundial con la intención de “salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” al mantener la paz y la estabilidad internacionales. Aunque no ha logrado ese ambicioso objetivo, ha evolucionado hasta convertirse en una inmensa agencia mundial de ayuda humanitaria que muchos consideran más vital que nunca.

En Ucrania, donde se calcula que 17 millones de personas necesitan ayuda, la agencia de la ONU para los refugiados ha brindado alivio con dinero en efectivo, vivienda y refugio. Tras el devastador terremoto en Turquía y Siria, los convoyes de la ONU que transportaban alimentos, agua, tiendas de campaña y medicinas fueron el principal salvavidas de los sirios que vivían en territorios bajo el control de la oposición. En Afganistán, la UNICEF les brinda alimentos y atención médica a 15 millones de niños.

“En la actualidad, el mundo está fragmentado a nivel político y con demasiada frecuencia no aborda los conflictos, el cambio climático y la falta de desarrollo desde sus causas”, declaró Martin Griffiths, director de ayuda humanitaria y de emergencia de las Naciones Unidas, en una entrevista con The New York Times. “Debemos intervenir para ofrecer asistencia que salva vidas y considero que esto es más una extensión del propósito fundador original, que una desviación del mismo”.

António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, habla durante la Asamblea General de la ONU en su sede mundial en Nueva York, el 19 de septiembre de 2023. (Dave Sanders/The New York Times)
António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, habla durante la Asamblea General de la ONU en su sede mundial en Nueva York, el 19 de septiembre de 2023. (Dave Sanders/The New York Times)

El trabajo es caro y peligroso. La UNRWA, que tenía problemas financieros incluso antes de la guerra entre Israel y Hamás, está tan abrumada intentando albergar y alimentar a los palestinos desplazados en Gaza que los expertos afirman que sigue sin estar claro cuándo podrá volver a operar con normalidad y qué papel podría desempeñar para ayudar a Gaza a recuperarse una vez que termine la guerra.

Y esa es tan solo una agencia. En todo el mundo, operan el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud, la UNICEF, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, por nombrar solo algunas, con un personal combinado de más de 125.000 personas.

Hasta finales de noviembre, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios proyectó que necesitaba 56.800 millones de dólares este año para ayudar a 250 millones de personas. Esto incluye una solicitud de emergencia realizada el 6 de noviembre para recaudar 1230 millones de dólares para Gaza y Cisjordania.

El año pasado, Naciones Unidas enfrentó lo que llamó un déficit histórico de financiamiento humanitario y se vio obligada a recortar las raciones de alimentos, los servicios educativos en los campos de refugiados y el suministro de electricidad. En lo que va de este año, tan solo se ha financiado el 32 por ciento de la cantidad solicitada.

Los detractores de Naciones Unidas, entre ellos algunos de sus antiguos altos funcionarios, han afirmado que la organización es demasiado burocrática, ha encubierto escándalos internos y es lenta a la hora de implementar cambios significativos que optimizarían su abultado presupuesto y los mandatos traslapados de algunas agencias.

“Sin duda, hay una cultura organizativa que se resiste al cambio dentro de la ONU”, opinó Eugene Chen, exalto funcionario de la ONU que trabajó en finanzas y reforma y ahora es director del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York. “El hecho de que la ONU no sea la organización más eficaz y eficiente del mundo no es solo culpa de la ONU; parte de la culpa debe recaer en los Estados miembros”.

A pesar de todo, los partidarios de Naciones Unidas suelen decir que, si la organización no existiera, tendría que inventarse, aunque no haya sido capaz de detener guerras.

“Estamos viendo cómo la ONU pierde espacio como mediadora en los conflictos, al retirarse de las operaciones de mantenimiento de la paz a gran escala en muchos países”, afirmó Richard Gowan, experto en Naciones Unidas para International Crisis Group, una agencia independiente de prevención de conflictos. “A la ONU le quedan sus herramientas humanitarias. Siguen siendo los cimientos del involucramiento de la ONU en muchas crisis y son muy difíciles de remplazar”.

Naciones Unidas ha evolucionado lentamente desde su fundación en 1945. Durante un tiempo, después de la Guerra Fría, florecieron las fuerzas para el mantenimiento de la paz de la ONU. Conocidas también como los cascos azules, provenían de la policía y las fuerzas armadas de los Estados miembros para ayudar a mantener la paz en los países devastados por la guerra. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el despliegue de estas fuerzas en lugares como Somalia, Camboya, Kosovo y El Salvador. En 1992, se creó un departamento de mantenimiento de la paz para satisfacer la creciente demanda de cascos azules de la ONU.

Sin embargo, eso también ha padecido en los últimos años, pues la reputación de las Fuerzas de paz de la ONU ha quedado manchada por una serie de controversias. Se les acusó de violencia sexual y explotación de mujeres y niñas en la República Centroafricana y el Congo, y se les culpó de propagar una epidemia de cólera en Haití. En la actualidad, están en operación diecisiete misiones para mantener la paz.

Y hace poco, el Consejo de Seguridad, el órgano de 15 miembros encargado de mantener la seguridad y la estabilidad en el mundo, ha estado casi paralizado debido a las crecientes divisiones entre sus cinco miembros permanentes —Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido—, los cuales pueden utilizar con rapidez sus poderes de veto para obstaculizar cualquier acción.

El secretario general de la ONU, António Guterres, quien llegó al mando de la organización después de un historial humanitario comprobado como alto comisionado de la agencia para los refugiados, parece haber respaldado la nueva realidad que enfrenta la organización. La mayor parte de las iniciativas de Guterres ante los conflictos que han estallado durante su mandato se han centrado en la diplomacia humanitaria.

Guterres se ofreció a mediar en los primeros meses de la invasión rusa de Ucrania, pero durante un tiempo el presidente ruso Vladimir Putin ni siquiera atendió sus llamadas telefónicas, según ha declarado el vocero de Guterres. Entonces, el secretario general optó por concentrarse en aliviar el impacto de la guerra en los precios de los alimentos y la seguridad a nivel mundial y en evacuar a civiles de las ciudades controladas por Rusia.

No le ha ido mejor en la guerra más reciente. Las autoridades israelíes se han enojado con algunos de sus comentarios sobre el conflicto y han pedido su renuncia. Naciones Unidas no desempeñó un papel importante en las negociaciones de la liberación de rehenes ni del cese el fuego entre Israel y Hamás. El papel de Guterres ha girado, una vez más, en torno a la ayuda humanitaria. Ha negociado el acceso de los convoyes de asistencia, incluidos los que entregan combustible a las instalaciones y hospitales de la ONU, y ha garantizado la seguridad de su personal en Gaza.

Stéphane Dujarric, vocero de Naciones Unidas, señaló que la falta de unidad entre los miembros del Consejo de Seguridad alimentaba la percepción de irrelevancia sobre las Naciones Unidas, pero añadió: “No hay poder de veto en la ayuda humanitaria. El problema es el acceso y el dinero”.

El Consejo de Seguridad también ha recurrido cada vez más a la adopción de resoluciones humanitarias cuando se ha enfrentado a bloqueos políticos. Después de semanas de inacción y rondas de vetos de Estados Unidos, Rusia y China por la redacción de una resolución sobre la guerra entre Israel y Hamás, el consejo al fin se decidió por una resolución limitada a un enfoque humanitario.

El trabajo humanitario puede ser extremadamente peligroso. Los trabajadores humanitarios han sufrido tiroteos, secuestros o los han obligado a huir y a dejar atrás sus pertenencias. Según Naciones Unidas, en Gaza han muerto más miembros del personal que en todos los conflictos juntos de la historia de la organización.

c.2023 The New York Times Company