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Olivia Harrison recuerda a George en libro de poesía

OLIVIA HARRISON (AP)
OLIVIA HARRISON (AP)

El primer verso del libro de poesía de Olivia Harrison captura un sentimiento universal para todos lo que han perdido a un ser querido: “All I wanted was another spring .... Was it so much to ask?” (Todo lo que quería era otra primavera ... ¿Era mucho pedir?), escribe.

A través de los versos que siguen a esa pregunta, la viuda del ex Beatle George Harrison se sincera sobre su esposo y sobre el dolor tras su muerte por cáncer de pulmón a los 58 años el 29 de noviembre de 2001.

Veinte poemas para 20 años, un número que no es coincidencia.

“Came the Lightening”, publicado el martes, es el primer libro de Harrison, de 74 años, y una sorpresa. La viuda del músico ha curado meticulosamente la obra de George con la ayuda de su hijo, Dhani, pero fuera de eso ha mantenido la privacidad que la pareja mantuvo durante su matrimonio.

Se sintió inspirada para escribir al leer una obra de Edna St. Vincent Millay sobre una “herida que nunca sana”, y su propio verso sobre otra primavera fue un punto de inflexión. Cambió de opinión tras decidir inicialmente que no lo publicaría.

“Es porque él era un buen tipo”, dijo en una entrevista con The Associated Press. “Y pensé: 'Quiero que la gente sepa... estas cosas’. Mucha gente piensa que sabe quién es George. Pensé que él se merece esto, de mí, para que la gente conozca algo un poco más personal”.

Harrison escribe sobre los momentos mundanos del matrimonio que se tornaron más especiales cuando ya no podían repetirse: bailes nocturnos con una rocola en su sala, o cómo sus pies fríos buscaban la calidez de él bajo las sábanas en las noches de invierno.

George Harrison conoció a Olivia Arias, su apellido de soltera, en la década de 1970, cuando ella trabajaba en la compañía discográfica de él en Los Ángeles. Un poema recuerda lo nerviosa que sentió al recibirlo por primera vez en la humilde casa de sus padres inmigrantes mexicanos. "Él dijo: ‘Es una mansión comparada con mi juventud’”, escribió.

También recuerda cuando él la llevó a su residencia de Friar Park al oeste de Londres por primera vez y le dijo estas dulces palabras: “Olivia, bienvenida a casa".

Llegaron en el “gran auto blanco” de John y Yoko. Era otra señal de que no se estaba casando con cualquiera, junto con su descripción del día “el legendario Slowhand llegó con la exseñora".

Se refería a Eric Clapton con la exesposa de George, Patti.

¡Momento incómodo!

“Parecía ser esta leyenda del triángulo amoroso”, dijo Harrison. “Pensé que trataría de terminar con esto en tres versos”.

Su esposo nunca habló públicamente de perder a su primera esposa ante Clapton, y el poema de Harrison indica que no salió bien. “Discusiones predecibles y sí, terminaron mal", escribió.

Harrison también escribe con cierto detalle sobre la angustiosa noche del 30 de diciembre de 1999, cuando un hombre perturbado con un cuchillo irrumpió en Friar Park. Recuerda haberle suplicado a George que permaneciera escondido en el cuarto, pero él bajó para confrontar al intruso y fue apuñalado en la pelea. Olivia atacó al intruso con un atizador de chimenea y, contra todo pronóstico, ambos sobrevivieron.

“No diría que fue un momento decisivo, pero fue una experiencia tan profunda que todavía no lo puedo creer”, dijo. “George casi muere y uno piensa, ‘no, él no va a morir así’. Era una persona muy desafiante en ese sentido, no me voy a morir así. Eso es lo que él estaba pensando en en ese momento, de hecho. Después de todo lo que he pasado, ¿voy a morir así?".

Diecinueve años antes, ella había recibido una llamada telefónica en medio de la noche para informarles que John Lennon había muerto, y ambos se acurrucaron por horas bajo las sábanas.

Aunque George murió menos de dos años después del ataque de Friar Park, ella lo consideró “una victoria, no una pérdida”.

“Fue una victoria porque se fue en sus propios términos, de la manera que quería”, dijo. “Era algo que lamentaba que John Lennon no tuvo oportunidad de hacer”.

Harrison escribe con ternura sobre el día que murió su esposo: “Quería que te fueras sin ningún impedimento de cuidado, que te fueras flotando como siempre imaginaste y te preparaste para hacerlo. No pude evitarlo, acaricié tu oído con mi nariz y susurré las últimas palabras para dejarte con mi sonido”.

Su hijo tenía 23 años cuando George falleció. Harrison dijo que suele sorprenderse de escucharlo hablar de cosas que ella no sabía que le había contado su papá.

“Fuera por el bien de la historia, o un mantra, o una lección, creo que no esperó hasta que (Dhani) tuviera 30 o 40 años”, dijo. “Esa también es una verdadera lección. ¿Por qué nos contenemos? ¿Por qué estamos tan constreñidos por el tiempo? George no vivía así. Quizás era profético. Quizás sabía”.

En el libro, también escribe sobre las últimas visitas de Paul McCartney y Ringo Starr para despedirse de su excompañero de los Beatles.

Ahora, ella y Dhani se sientan en la mesa de juntas con McCartney, Starr y Yoko Ono cuando se habla de los negocios de los Beatles. En muchos sentidos es una empresa viva, con proyectos como “Get Back” producido el año pasado por Peter Jackson.

“Dhani y yo estamos realmente ahí para cuidar el legado de George”, dijo Harrison. “En algunas cosas somos más obstinados, pero en otras digo ‘es su música, son sus imágenes... ellos saben lo que quieren escuchar y ver'. Es genial guiar y proporcionar material de George y ayudarlos en todo lo que podamos”.

Además, dijo, es muy divertido.

No fue hasta el proyecto de antología en la década de 1990 que George se sintió más cómodo con el legado de los Beatles, señaló Harrison.

“Él dijo: ‘Supongo que no va a desaparecer’. Le dije que no. Él era tan gracioso. Le dije no, no se irá, y él dijo: ‘Bueno, quizás obtenga algo de respeto por aquí’”, recordó riendo.

Harrison todavía vive en Friar Park. Dice que está demasiado vieja para mudarse y que tiene demasiadas cosas acumuladas. Tanto ella como su esposo eran ávidos jardineros, y un indicio de por qué se queda puede leerse en un poema que habla de los árboles del lugar: “Mi fuente constante de consuelo, mis amigos más viejos y altos”, escribe.

También escribe sobre “un último encuentro, he escrito la escena, en la que logro desahogar una última cosa”.

¿Cómo sería esa reunión?

“Probablemente sería en el jardín”, dijo. “Simplemente sentados en el jardín (donde él diría) ‘¿no te da gusto que planté ese árbol ahí?’”.