Olimpíadas Internacionales de Matemática: un oro y dos bronces para el equipo argentino

Al año, contaba perfectamente todos los pisos a medida que subía en el ascensor hasta el décimo y, en segundo grado, el maestro lo nombró "ayudante" en las clases de matemática. Ahora, casi una década más tarde, Bruno Ziger acaba de alcanzar el oro en las Olimpíadas Internacionales que este año organizó Rusia y que debieron disputarse en forma virtual por las restricciones que impuso la pandemia de coronavirus.

Pero Ziger (de la ORT) no fue el único premiado: dos compañeros del equipo argentino, Matías Raimundez y Julián Cabrera (ambos del Politécnico Superior de Rosario) recibieron medallas de bronce, y otros dos, Lucas Sandleris (Colegio Nacional de Buenos Aires) y Lisandro Acuña (ORT II), menciones de honor. También integraba el grupo Charo Morenco (del Colegio San Simón, de La Plata), que este año hizo su debut en la competencia. El grupo fue entrenado por Martín Mereb, profesor de la UBA, investigador del Conicet y primer ganador de una medalla dorada en este torneo intelectual. Flora Gutiérrez y Patricia Faurín oficiaron de coordinadoras.

Coronavirus en la Argentina: Juntos por el Cambio reclamó que el Gobierno permita la libre circulación y elimine las "aduanas internas"

El 21 y 22 de este mes, los competidores locales se reunieron en la biblioteca del "Parque de la Estación", Almagro. Las pruebas se desarrollaron en dos mañanas, entre las 8.30 y las 13, en cada una de las cuales debían resolver tres problemas. Participaron alrededor de 600 estudiantes secundarios de 100 países.

De los 42 puntos en juego (siete por cada problema), Ziger (de 16 años) resolvió cuatro con puntaje perfecto: 7. En los dos restantes obtuvo 3 y 0 puntos.

"Estas olimpíadas son las más difíciles -cuenta Bruno-. Los problemas siempre exigen aplicar el pensamiento matemático. Frente a una situación con diferentes premisas, el objetivo es entender qué es lo que está ocurriendo y llegar a conclusiones".

Siempre me había gustado la matemática, pero desde que ingresé en las olimpíadas, me fascinó. En general, el tipo de problemas que resolvemos no tiene mucho que ver con lo que se ve en la escuela.Bruno Ziger, medalla dorada

Ziger se entrena tanto por su cuenta como en el colegio (dos veces por semana a lo largo de todo el año bajo la dirección del profesor Ramiro Hernández Maradona). Un mes antes de la competencia, todos los integrantes del equipo más algunos que no llegan a ser seleccionados, suelen reunirse 10 horas por día durante un mes a pensar problemas que les dan las coordinadoras. Este año, con ayuda de los exolímpicos, un grupo de los que participaron hace años y continúa conectado, armaron un entrenamiento virtual para poder seguir preparándose a pesar de las dificultades.

Intrigas vaticanas: la investigación de las finanzas avanza hacia un juicio-terremoto

"Empecé a participar en quinto grado, en las Olimpíadas Ñandú para escuelas primarias -cuenta Ziger-. Siempre me había gustado la matemática, pero desde que ingresé en las olimpíadas, me fascinó. En general, el tipo de problemas que resolvemos no tiene mucho que ver con lo que se ve en la escuela. En la competencia hay que aplicar el pensamiento lógico-matemático, mientras que el colegio se centra más en lo teórico, pero hay puntos de intersección entre ambas modalidades".

Dado que solo está en tercer año y le queda tiempo por delante, Ziger no tiene decidida su carrera universitaria. "Pienso que podría seguir algo relacionado con la matemática, pero no estoy tan seguro -dice-. También me gusta la informática y en la ORT estoy cursando la especialidad de mecatrónica (que combina mecánica, electrónica, informática e ingeniería de control)".

Aunque no se considera un apasionado de los deportes, disfruta jugando al tenis. Confiesa que lo que le gusta de las olimpíadas es, por un lado, el desafío de entender y encontrar soluciones, y, por el otro, el aspecto social. "Juntarse con otra gente que tiene intereses parecidos y poder charlar. Creo que es una experiencia única". El año pasado ya había ganado una medalla de bronce en las de Bath, Inglaterra.

Charo Morenco, la única chica del grupo, también empezó a participar en quinto grado. "Los primeros años entrenaba sola. Tenía cierta facilidad -cuenta-. Lo que más me gusta es el entorno de gente linda que hay. ¡Hice un montón de amigos!"

US$560 millones. Mensaje indirecto de un gigante del turismo al Gobierno, tras quedar fuera de un beneficio

Morenco, que está en el último año de la secundaria, ya decidió optar por ingeniería química. "Me encantan los temas más diversos -destaca-. De hecho, mi colegio es de orientación social. No quiero dedicarme solo a teorías y números, sino tratar de tener un impacto en la sociedad mediante una ciencia exacta".

Considera que se interesó por la matemática en gran parte porque sus padres le inculcaron la curiosidad. "A mi mamá le encantan las matemáticas y a mi papá, la lógica -comenta-. Me preocupa que en las olimpíadas haya tan poca participación de las mujeres. Somos apenas un 10% y eso es algo que me gustaría empezar a cambiar. Desde muy chicas se nos enseña que no podemos, que los varones son mejores para esta disciplina. A veces, en forma inconsciente. Pero la matemática hay que aprender a disfrutarla. Hace muchos años pensé en dejarla. Después fui creciendo, por suerte no abandoné y le empecé a encontrar la magia".