EE.UU. vuelve a apostar por llevar una misión tripulada a la Luna y marca una nueva era en la carrera espacial
WASHINGTON.- Cerca de la medianonoche del pasado martes, las compuertas del edificio más grande de la NASA en el Centro Espacial Kennedy se abrieron para dar paso al cohete más poderoso que jamás se ha construido.
A una velocidad de poco más de un kilómetro por hora, en medio de la oscuridad, una oruga gigantesca –la misma que se utilizó para el programa Apolo– trasladó la nave espacial sobre una alfombra de grava hasta su lugar de lanzamiento, en la isla Merrit, Florida, el próximo hito de una nueva carrera espacial que llevará al hombre de regreso a la Luna después de más de medio siglo, y luego, a Marte.
El megacohete quedó estacionado, detrás de un cartel gigante que dice: “¡Nos vamos!”. Inmóvil, sacudirá al mundo el lunes 29 de agosto, exactamente a las 8.33 hora local, el momento elegido para su lanzamiento.
Estados Unidos abrirá un nuevo capítulo de la exploración espacial. La NASA lanzará su megacohete lunar, el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS, según sus siglas en inglés), que transportará la nave Orion, en el viaje inaugural del programa Artemis. El vuelo de prueba, sin astronautas, marcará la primera vez desde la última misión Apolo, en 1972, que una nave espacial diseñada para llevar tripulación realice un vuelo alrededor de la Luna.
El viaje más largo
Será el viaje espacial más largo de la historia: Orion batirá el récord de Apolo 13 al llegar a unos 64.000 kilómetros más allá de la Luna antes de emprender su regreso a la Tierra. Es apenas un punto de partida. A tono con los tiempos que corren, la NASA planea llevar, en las misiones futuras, a la primera mujer y la primera persona de color a la superficie lunar.
Esta vez, la carrera espacial no será solo entre Estados Unidos y Rusia como ocurrió en plena Guerra Fría. La Luna será un destino popular en los próximos años: China, India, Japón, Corea del Sur y Emiratos Árabes Unidos tienen sus propios planes de exploración, junto con varias compañías privadas.
Estados Unidos ha vestido al nuevo programa con la épica de Apolo. Bill Nelson, administrador de la NASA, recordó este mes en una presentación sobre Artemis la historia de la llegada a la Luna –impulsada por el cohete Saturno V, que tiene un notable parecido con el SLS– y marcó a la vez la creciente ambición del nuevo capítulo.
“Los astrounautas vivirán y trabajarán en el espacio profundo y desarrollarán la ciencia y la tecnología para enviar a los primeros humanos a Marte. Vamos a Marte y vamos a regresar a la Luna para vivir, trabajar, sobrevivir, ver cómo se mantiene vivo a los humanos en esas condiciones hostiles, y vamos a aprender a usar los recursos de la Luna para poder construir cosas en el futuro mientras nos alejamos no a un cuarto de millón de millas, no en un viaje de tres días, sino a millones y millones de millas en un viaje de meses y meses, sino años”, describió Nelson. “Y vamos juntos, vamos con nuestros socios comerciales, vamos con nuestros socios internacionales”, cerró.
La logística del nuevo viaje es casi idéntica a la de las misiones Apolo. Luego del despegue, el megacohete comenzará a desarmarse en bloques –primero se desprenden los cohetes laterales, luego el motor principal, y finalmente un segundo propulsor– a medida que consume el combustible y se aleja de la Tierra, hasta dejar a la nave Orion y su módulo de servicio rumbo a la Luna. La misión tiene una duración precisa: 42 días, 3 horas, 20 minutos, un lapso en el que completará un recorrido de más de dos millones de kilómetros.
Salto innovador
Artemis II llevará al espacio a los primeros astronautas del programa, incluido el primer astronauta canadiense. Al igual que la misión Apolo VIII, en 1968, orbitará la Luna y regresará a la Tierra. Luego llegará el alunizaje. Aquí habrá un salto innovador: la NASA, junto con empresas privadas, ensamblará una estación en la órbita lunar, llamada Gateway, un hub que servirá de plataforma para los alunizajes, la construcción de una base lunar y las futuras misiones a Marte.
Desde el Gateway partirá, más adelante, otra nave, Starship, desarrollada por SpaceX, la empresa de Elon Musk, para el alunizaje. Esa será la misión Artemis III, prevista para 2025. El objetivo: el polo sur, donde científicos hallaron evidencias de agua congelada, el petróleo del Sistema Solar.
El nuevo programa norteamericano, junto con los de las otras naciones, catapultará un renacimiento de la exploración científica. La NASA presentó esta semana los trece sitios candidatos para el alunizaje en el polo sur lunar. Ningún humano ha estado allí.
Sarah Noble, líder de Ciencia Lunar del programa Artemis, dijo que varios de estos sitios se encuentran entre algunas de las partes más antiguas de la Luna, y “brindan la oportunidad de aprender sobre la historia de la Luna a través de materiales lunares no estudiados previamente”. James Head, geólogo planetario de la Universidad Brown quien trabajó en el programa Apolo, dijo a LA NACION que la Luna encierra la llave para conocer “los primeros capítulos de la historia de la Tierra”, y entenderla mejor.
“Cuanto más comprendamos la Luna y cuanto más la exploremos, más podremos leer esos capítulos de la historia antigua”, dijo Head.
Artemis captará la atención global al ser el primer programa en camino de llevar humanos de regreso a la Luna, pero varios países y empresas se han anotado en la nueva carrera espacial. China, principal rival geopolítico de Estados Unidos, marcó un hito al convertirse, en diciembre de 2018, en el primer país en colocar una nave en el lado oscuro de la Luna.
Pekín está construyendo una estación espacial, Tiangong, o “Palacio en el cielo”, en la órbita baja de la Tierra. Para 2030, China aspira a colocar a sus primeros astronautas en la Luna, y enviar sondas a Marte y Júpiter. India, Japón, Corea del Sur y Emiratos Árabes Unidos planean explorar la Luna con “rovers”.
Head dijo que Apolo le dio a Estados Unidos “orgullo y prestigio”, pero también desarrollo tecnológico y conocimiento científico, y es por eso, indicó, que tantos países y empresas se han embarcado en la nueva era espacial. Apolo fue un modelo de liderazgo.
Aun en un mundo convulsionado políticamente y con el conflicto de Ucrania de trasfondo –Rusia anunció que abandonará la Estación Espacial Internacional, y los científicos creen que la guerra puede llegar a demorar sus planes, e incluso impactar en otros programas–, Head cree que ahora habrá competencia, pero también cooperación.
“Habrá competencia por el liderazgo espacial y definitivamente habrá cooperación, ya existe. Hay un trasfondo de cooperación en la ciencia que no viola la seguridad nacional y se trata de eso”, afirmó.