De novela: diez películas para ver (y leer) en cuarentena

Blade Runner, el reconocido film de Ridley Scott basado en un relato de Philip Dick, con Sean Young y Harrison Ford

Parece ser cierto que, de alguna manera, todos somos pequeños hechos y víctimas de la espera. Como el protagonista de Zama, el enérgico, el pacificador de indios, que observa con desgano y frustración cómo sus esperanzas naufragan, como si fuera el cuerpo de algún animal muerto que acompaña la sístole y la diástole del mar que acaricia los gritos del silencio que evocan los deseos frustrados. La primera adaptación de la literatura al cine de Lucrecia Martel consiguió transformar el monólogo escrito por Antonio Di Benedetto en imágenes sobre la abulia de Dios. Nada conspira en esta adaptación contra el original: las imágenes, las palabras y las cosas, prueban que las mejores adaptaciones no compiten, refuerzan la novela. A continuación, diez propuestas para paliar la espera de la cuarentena y, de paso, volver a la literatura.

Lo que queda del día (1993)

Que la primera edición de Lo que queda del día, del japonés Kazuo Ishiguro, ganador del premio Nobel, haya tenido un reloj ilustrando la portada fue un acierto: la narración es una colección de las vivencias (y los recuerdos) del mayordomo Stevens en la mansión inglesa Darlington Hall. El director norteamericano James Ivory, junto con el productor Ismail Merchant, reunió a Anthony Hopkins y a Emma Thompson en un melodrama «de época» que transcurre en la primera mitad del siglo XX. En los pasillos y pasajes secretos de la mansión de lord Darlington se desvanecen las promesas de un mundo hecho a la medida de los ingleses. James Ivory (Un amor en Florencia, La mansión Howard) trasciende el fetichismo por la recreación histórica: los protagonistas pueden acompañar los cambios que se avecinan (personificados en esa figura foránea e irrespetuosa de las costumbres británicas que personificó Christopher Reeve) o creerlos pasajeros. Ishiguro se anticipó a la incapacidad de la clase dominante para frenar a tiempo los movimientos totalitarios (terminaron siendo, por convicción o equivocación, cómplices). Ivory no solo captó la esencia del relato original sino que lo pobló de imágenes inolvidables y referencias a clásicos del cine, como Breve encuentro. Ivory ganó el Oscar en 2018 por otra adaptación soberbia: Llámame por tu nombre. Disponible en Netflix.

La chica del dragón tatuado (2011)

Con el espíritu contestatario y la irreverencia punk de Red social pero con la ironía y oscuridad de El club de la pelea, David Fincher no solo hizo una remake, «en inglés con acento sueco», de la novela de Stieg Larsson: consiguió despegarse de la primera adaptación al cine que llevó a la fama a Noomi Rapace. En esta película, Rooney Mara y Daniel Craig son los encargados de desenterrar el misterio oculto bajo la nieve y mansiones como la del conde Drácula. La heroína parece una revisión de Pippi Calzaslargas, otra joven nacida en la literatura de Suecia, "la niña de 9 años más fuerte del mundo". La estética dark y gótica de Lisbeth Salander no tiene nada que ver con los colores de Pippi, pero sí el con su alma rebelde. La heroína moderna que nada tiene que envidar a los grandes detectives y espías, como James Bond, que poblaron la literatura (y el cine) en el siglo pasado. Cuando se estrenó pasó más pena que gloria en la taquilla mundial. En una época en la que los estudios todavía no se animaban a hacer «cine para adultos», esta película se erige como el destino de la protagonista: un outsider al que no podemos dejar de (ad)mirar. Disponible en Netflix.

Rebeca, una mujer inolvidable (1940)

No hace falta soñar con visitar Manderley de nuevo: basta con ver una de las mejores películas de Alfred Hitchcock para perderse en el laberinto fantasmagórico de recuerdos y celos. Aunque el director de La sospecha no la consideraba una película "propia" (la historia de su producción es una pulseada fascinante entre David O. Selznick y Hitchcock, mucho antes de la aparición de la teoría de autor), la novela de Daphne Du Maurier combinada con el humor negro con el que el realizador de Vértigo representa las relaciones de pareja es un maridaje más que soberbio. Rebeca es más que una clase magistral de puesta en escena, iluminación y manejo de cámara: como todo el cine clásico, esconde la complejidad de lo sencillo. Disponible en Qubit.

Blade Runner (1982)

El cine imaginó un futuro con lluvia ácida y autos voladores: en el mundo real no todavía no ocurrieron esas cosas, pero sí tuvimos publicidades gigantes, sistemas de identificación por fotografías y la creciente tensión frente a la inevitable automatización laboral. "¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas?" fue la pregunta que se hizo Philip K. Dick; Blade Runner fue la respuesta que encontró Ridley Scott. La película toma el guante del film noir y escapa del pasado que imaginaba un futuro optimista y pulcro. Harrison Ford es un detective que debe encontrar y eliminar unos replicantes prófugos. Pero nada es tan sencillo como parece y, dependiendo qué versión mire cada uno, se plantean más preguntas que respuestas. Uno de los máximos clásicos de ciencia ficción (en todo el sentido de la palabra) expande el universo posible de la obra literaria. Disponible en Netflix.

Los isleros (1951)

En 1951 Ernesto Castro fue el encargado de escribir el guion que adaptaba su propia novela de 1944. El resultado fue una de las mejores películas del realizador de La guerra gaucha, Lucas Demare. "La cacarancha", "La golondrina", "El entrerriano" y "El gringo", son algunos de los personajes que habitan las islas del Río Paraná. El juego del título tiene que ver con los personajes que, a su modo, también son "islas". Tita Merello es la protagonista, Rosalía, quien se adueña del relato y compite por el afecto de su marido (Antonio García Buhr) frente a la llegada de su hijo con una nueva mujer. Más que un drama social sobre las inundaciones, Castro alteró el orden cronológico del relato. Sin fragmentar, ganó la linealidad del melodrama clásico en donde los sentimientos de los personajes son tan duros y ásperos como el ambiente que los cobija. Disponible en CineAr.

El padrino (1972)

Si bien las novelas no compiten contra el cine, es inevitable señalar que la adaptación de la obra de Mario Puzo, por Francis Ford Coppola, excede al material original. Aunque no se trata tanto de "desviaciones" sobre lo que acontece sino de cómo se cuenta lo que se cuenta. Cada secuencia de El padrino enriquece la historia y llena de matices a los personajes (más que detalles: en la escena en el hospital, por ejemplo, de alguna manera siempre está presente el motivo del doble, del hombre duplicado). La idea original de Coppola era hacer una trilogía en la que Michael Corleone (Al Pacino) y Tom Hagen (Robert Duvall) fueran creciendo hasta terminar enfrentados disputando el poder de la familia. No salió como esperaba, pero el resultado no es menos que excelente. Disponible en Amazon Prime Video y Netflix.

Expiación: deseo y pecado (2007)

No es apresurado decir que Joe Wright hizo ya dos clásicos basados en obras literarias populares. A Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, le sumó la novela de Ian McEwan (que admite haber escrito su novela bajo la influencia de la autora) sobre el romance secreto entre Cecilia Tallis con Robbie Turner, interpretados por Keira Knightley y James McAvoy, respectivamente. Como si fuera una versión perversa de El mensajero del amor, quien se apodera de la narración es una joven de trece años que manipula y ordena los hechos según su conveniencia. La joven Briony Tallis es Saoirse Ronan: la entonces joven actriz se adueña también de la película, que hizo nacer a una estrella. Wright comentó que, si bien pudo notar el talento de Ronan, fue esa decisión de casting que le permitió a la película convertirse en lo que es. Con valores de producción histórica excelsos y la música de Dario Marianelli, Expiación es uno de los grandes melodramas modernos. Disponible en Amazon Prime Video.

Sin lugar para los débiles (2007)

Los hermanos Coen, cuando ganaron el Oscar al mejor guión adaptado, explicaron la fórmula del éxito: "Solo adaptamos la literatura de Homero y Cormac McCarthy". De toda la lista, esta es la adaptación más fiel: los directores de El gran Lebowski siguieron al pie de la letra cada página escrita por el autor de La carretera. Un neowestern que sigue el destino de tres almas en Texas: un sheriff que siente que no comprende un mundo violento que avanza mucho más rápido que él, un cazador que descubre un montón de dinero, y un cazarrecompensas que es más malo que la peste bubónica. Javier Bardem saltó a la fama internacional por interpretar al demente Anton Chigurh, que lanza una moneda para decidir quién vive y quién no. Los Coen cambiaron la nieve de Fargo por otro paisaje desértico para armar otra historia violenta, críptica y áspera sobre la avaricia, disfrazada de un relato de género clásico. Disponible en Flow.

Una aventura extraordinaria (2012)

Ang Lee, siempre inquieto y experimental, se valió de la tecnología para filmar en 3D lo imposible: la historia de un joven hindú que naufraga junto a un tigre de Bengala. James Cameron se deshizo en elogios por los efectos visuales de la película y concluyó que "es una de las pocas que rompe el paradigma donde lo espectacular y fantástico pertenece solo al cine de superhéroes". Yann Martel, el autor de la novela original (La vida de Pi), también tuvo elogios para la película: "Más que los efectos de computadora me asombró la manera en que Lee pudo resolver tres líneas temporales sin recurrir a la ayuda de los diálogos y las palabras, valiéndose solo de las imágenes. Aunque el final no es tan ambiguo como el libro, sí da lugar a nuevas interpretaciones". Disponible en Flow.

La teoría del todo (2014)

Aunque es una adaptación de las memorias de Jane Hawking, la esposa del célebre astrofísico, se puede argumentar que, de alguna manera, la película de James Marsh es una inevitable adaptación de las ideas que Stephen Hawking volcó en Una breve historia del tiempo. La idea original del guionista, Anthony McCarten (Los dos papas) era adaptar ese libro: hasta que leyó lo escrito por Jane (Felicity Jones en la película): el personaje que comparte el punto de vista sobre la vida de los Hawking. Eddie Redmayne estudió durante seis meses los manierismos del físico: el trabajo dio sus frutos y ganó el Oscar como actor protagónico. Una adaptación en todo el sentido de la palabra: la película se tomó varias libertades en cuanto a la relación de la pareja y los sucesos históricos que se muestran. Pero al protagonista principal de la vida real, le gustó: "Por momentos sentía que me estaba viendo a mí mismo en la pantalla. Entiendo mucho sobre el universo, pero sería un lugar vacío sin la gente que amo". Disponible en Netflix.