"No es humano": escuela de EEUU usa choques eléctricos para castigar a estudiantes discapacitados

En una acción inusual, un organismo internacional de derechos humanos exigió el cese de terapias “medievales” de una escuela de Massachusetts para niños y adultos que aplica obsoletas prácticas de castigos.

Captura de un video tomado en 2002, que mostraba a un niño atado de 18 años con autismo, que durante siete horas fue sorprendido con 31 descargas eléctricas. (Vía WCVB)
Captura de un video tomado en 2002, que mostraba a un niño atado de 18 años con autismo, que durante siete horas fue sorprendido con 31 descargas eléctricas. (Vía WCVB)

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acaba de emitir una notificación formal a la administración del presidente Donald Trump y al Centro de Educación Judge Rotenberg, de Canton, Massachussets, para que se elimine de inmediato el uso de electroshocks que se les aplica a varios estudiantes como correctivo.

La organización intergubernamental dio un plazo de 15 días para que la administración de Trump ejerza su autoridad sobre la dirección de la escuela a fin de que deje de sorprender a sus alumnos con estas severas descargas eléctricas, que considera violaciones de los derechos humanos de los niños y adultos a su cuidado con trastornos emocionales, discapacidades intelectuales y autismo.

Incluso la CIDH se acercó al secretario de Estado Mike Pompeo para pedirle sus observaciones sobre el uso de la terapia de choque eléctrico en menores discapacitados, pero aún no ha recibido una respuesta, de acuerdo con The Guardian.

No es la primera vez que el Centro de Educación Judge Rotenberg está en el centro del debate y severamente cuestionado por aplicar descargas eléctricas como “terapia aversiva”, según reporte del diario The Guardian, que lleva varios años denunciando estos hechos, junto con organismos defensores de los discapacitados.

En la actualidad más de 40 estudiantes del centro especial están obligados a llevar en sus mochilas un dispositivo que se conecta mediante cables con electrodos a su piel, por los cuales reciben las descargas “disciplinarias”, mucho más fuertes que las de las pistolas paralizantes que emplea la policía.

Andy Imparato, director ejecutivo de la Asociación de Centros Universitarios para Discapacitados (AUCD), red de centros para personas con discapacidad considera que “la insistencia durante décadas de este establecimiento en la llamada ‘terapia aversiva’, como tratamiento de primera instancia, desafía la lógica, la decencia y las opiniones médicas de expertos”.

Considera además que el “uso de descargas eléctricas para castigar y” corregir “el comportamiento está ampliamente desacreditado en toda la comunidad médica y educativa, por lo que el Centro Rotenberg es la única instalación en la nación que se aferra a la práctica”.

Desde 2012 se han estado denunciado las prácticas de esta escuela de Massachusetts, cuando salió a la luz pública un vídeo, tomado en 2002, que mostraba a un niño atado de 18 años con autismo, que durante siete horas fue sorprendido con 31 descargas eléctricas.

“Eso duele”, gritaba el adolescente, según refiere HuffPost. De acuerdo con otro reporte de CBS News, la escuela asegura que ya no usa el tablero de restricción que se ve en ese video.

Las autoridades escolares declararon a The Guardian que “los clientes generalmente están libres de moderación y medicamentos psicotrópicos ineficaces y peligrosos, libres de lesiones y capaces de continuar su educación y relaciones con sus familias en formas que no eran posibles con ningún otro tratamiento”.

Mientras la polémica continúa y se esperan las sanciones por el uso de las severas descargas eléctricas a personas vulnerables, no debe dejar de resonar el testimonio de una exalumna del centro.

Jennifer Msumba aseguró a CBS News que ella también estuvo sujeta a ese castigo. “No es humano, ni siquiera te sientes como una persona”.