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"Niño terremoto", el sobreviviente del 85 que nació entre los muertos

Jesús Francisco Flores Medina ya perdió la cuenta de las veces que ha platicado su historia, pero la tiene tatuada desde antes de nacer.

Conocido como el “Niño terremoto”, Jesús Francisco Flores Medina creció entre morbo, polémica, burlas y pobreza por la situación de lucha permanente que el 19 de septiembre de 1985 le cobró como factura de vida. Nació entre los muertos, dice él.

Imagen: Elizabeth Ruiz
Imagen: Elizabeth Ruiz

Chuchín, como lo apodan desde pequeño, es uno de los milagros del terremoto que sacudió al entonces Distrito Federal, catalogado como el más devastador en la historia de México.

Seguro de si mismo, Francisco Flores inicia su relato asegurando que él nació “una mañana del terrible 19 septiembre”; sin embargo, fue extraído del cuerpo de su madre tres días después de la catástrofe donde perdió a casi todos sus familiares.

Como todas las mañanas, Brenda Medina Colín, abuela de Jesús, salió a conseguir leche para el desayuno. La señora dejó la unidad en donde vivía con 24 familiares más, a las espaldas de la Plaza Garibaldi, específicamente en San Camilito.

7:19am: El sismo, que se había registrado dos minutos antes, empezó a sentirse en la capital del país. Fue de menos a más en un parpadeo y el movimiento eterno dejó en silencio todo para después reventar en llantos y lamentos. La intensidad dejó en ruinas a una ciudad entera, a cientos de edificios, de escuelas, de hogares; entre ellos el de la señora Brenda.

Bajo los escombros se encontraba Martha Cruz Medina, su hija de 17 años que estaba embarazada de 7 meses y perdió toda oportunidad de conocer a su primogénito.

La ayuda llegó, pero el cuerpo de la menor de edad no se encontró. Brenda, sin ganas de resignarse, pasó la línea de seguridad y buscó a su hija, localizó su cuerpo y vio que el producto que cargaba en el vientre aun tenía vida.

Francisco cuenta que, con una navaja de afeitar, su abuela le dio vida al abrir el estómago de su hija, vio que aun tenía signos vitales, lo colocó en una caja de zapatos y lo entregó a un brigadista de la Cruz Roja.

A 33 años de la tragedia, su historia sigue siendo una de las más impactantes de ambos sismos del 19 de septiembre.

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