‘Neurosis Miami’, la novela que rinde tributo a ‘Miami Vice’

“MTV cops”. Dos palabras sellaron el concepto para que el productor Michael Mann realice la serie de televisión Miami Vice. Los detectives Sonny Crockett y Rico Tubbs, siempre de coloridos trajes italianos, se movían por el lado más cínico de la ciudad donde los excesos generaban una fiesta de crimen y sustancias prohibidas. Cada escena era una panorámica de un Miami en pleno crecimiento –económico y demográfico– filmada con la velocidad de los videos musicales que transmitía diariamente la cadena MTV.

El escritor Gastón Virkel (Buenos Aires, 1972) recobra el espíritu de la mítica serie en Neurosis Miami (SEd 2023). La novela sigue la encrucijada de Boris Finkelstein, un eterno aspirante a escritor, que conoce a un curioso actor mexicano llamado Boris quien participó en el programa piloto de Miami Vice. Por una maldita broma del destino, su colaboración se borró de la edición final. Pese a los años, el actor no puede olvidar el incidente. El encuentro con Boris detonará la idea de reescribir ese primer piloto como una manera de transformar lo que se ha perdido en una deliciosa revancha.

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Neurosis Miami es un combate narrativo contra el pasado triste de los hombres. Virkel utiliza como arma un humor ácido que no incluye ofensas: cada frase dinamita la anterior en beneficio del entretenimiento y la literatura. Gastón Virkel es guionista, escritor y editor. Estudió publicidad y psicología en Argentina. Ha guionado y dirigido la película independiente De rodillas. Publicó el libro de cuentos Historias atravesadas (SEd 2017) y la nouvelle Maldito Lasticön (SEd 2019). Desde principios de siglo reside en la ciudad de Miami.

¿Qué significa para usted Miami Vice?

Creo que representa la pérdida de la inocencia. Me gustaba mucho la TV, como a la mayoría de mis contemporáneos. Miraba muchísimo las series norteamericanas en una época donde las que provenían de otros países no tenían esa factura. Esos shows solían terminar siempre igual: con el héroe impartiendo justicia y el villano tras las rejas. Pero Miami Vice (llamado División Miami en Argentina), a veces terminaba mal. Me sorprendían esos finales que, como al protagonista de la novela, me llamaban la atención por la injusticia, por parecerse a la vida real, a lo que ya leía en los diarios. Tal vez Miami Vice se encuentre en el inicio de mi camino de storyteller.

A nivel técnico, ¿qué pasaje de la novela fue el más arduo de escribir?

La más compleja fue la primera parte, la puesta en marcha de la historia. Por mucho tiempo sentí que la acción se retrasaba. Hice lo debido: borré y borré hasta que logré que los personajes se decidieran rápidamente a poner en marcha su reivindicación impostergable.

Una de las columnas vertebrales de Neurosis Miami es el humor.

El humor participa de todo lo que escribo. Brota, incluso (o especialmente) en las historias más oscuras. No puedo evitarlo y a esta altura ya asumo que es parte de mi identidad. Me atrae demasiado esa risa incómoda, ácida que se impone frente a otras emociones que también genera esa misma escena. A veces escribo como si un par de ángeles cínicos le robaran los poderes a Dios mientras duerme la siesta. Por pura diversión.

El protagonista Boris Finkelstein es argentino de raíces judías, tiene años de psicoanálisis, trabaja en medios de comunicación y disfruta su vida en Miami. Por momentos parece una radiografía del típico porteño de clase media.

Boris se percibe a sí mismo como un freak. Un pelirrojo nacido en una ciudad como Buenos Aires donde existe un mito urbano que postula que ese color de pelo trae mala suerte. Boris arranca en desventaja cada mañana en la que se mira al espejo. Su autoestima, en el principio, está en las antípodas del ego nivel porteño. Su mudanza, más que una oportunidad profesional, es una puerta de entrada a la reinvención.

¿Cómo armó el personaje de Wilma?

Nunca prioricé la historia de amor sino más bien la exploración del mandato matrimonial como lo conocemos, intenté abrirlo a otras formas de relación. Quería un personaje femenino fuerte que de alguna manera, desde su presencia/ausencia, fuera el motor de la historia. Lo armé como la mayoría de los personajes literarios, tomando detalles de muchas personas reales. Wilma cautiva pero nunca se explica esa atracción solo por su belleza. Wilma es un huracán.

Llegó a Miami contratado para trabajar en MTV latino. ¿Qué tan diferente era esa ciudad de la que hoy le toca vivir?

Miami se reinventa cada quince o veinte años. Cuando llegué, era una ciudad imponente que presumía su crecimiento a la vez que escondía el origen turbio de ese crecimiento: la cocaína. Una urbe que se reinventó, precisamente, mirándose en el reflejo de Miami Vice. Pero el nuevo siglo y la debacle latinoamericana trajo una inmigración diversa que de a poco fue dando pie a las visas de inversores. El art week y todo lo que generó a su alrededor redefinieron la ciudad con una impronta artística. Pero la pandemia y la última burbuja inmobiliaria aceleraron la siguiente reinvención. La del dinero desangelado. Si Neurosis Miami no vende millones de ejemplares y Netflix hace la película (que es lo más probable), Miami no parece estar en mi futuro.

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