Netflix: Rapera a los 40, una visión trillada sobre las frustraciones de los sueños artísticos

Rapera a los 40 (The-Forty-Year-Old Version, Estados Unidos/2020). Dirección y guion: Radha Blank. Fotografía: Eric Branco. Edición: Robert Grigsby Wilson. Elenco: Imani Lewis, Reed Birney, Welker White, Radha Blank, Haskiri Velazquez, Peter Kim, Peggy J. Scott. Duración: 129 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular

Un relato acerca de una mujer de casi cuarenta años que supo ser considerada una promesa del teatro antes de los treinta, pero cuyo universo laboral en la actualidad consiste en dar clases a adolescentes, con tentativas de retomar "lo suyo" por insistencia de su amigo-representante. La mujer es negra y el amigo-representante es de origen coreano y gay, y esta es una película que insiste en poner en palabras y reflexionar acerca de cada cosa que se es, o que se fue. Buena parte de las discusiones acerca de la integridad del arte de Rhada se relacionan con cómo se debe representar Harlem, qué hacer con las relaciones entre blancos y negros en estos tiempos de hipercorrecciones yermas (o de errores y más errores), y qué hacen las modas de los blancos ricos con todo aquello "genuino" que tocan (lo destruyen, mayormente; eso nos es dicho).

La protagonista es Radha, y este personaje tiene base autobiográfica en la Radha Blank que dirige, produce, escribe y actúa Rapera a los 40. Y la Radha a cargo de todo el asunto decide que la película sea casi totalmente en blanco y negro, como el primer largometraje de Spike Lee, She's Gotta Have It, de cuya reciente conversión en serie Blank fue guionista y productora. También decide que haya personajes diversos que comentan la acción, solipsista e intensamente neoyorquina, a modo de coro griego autoconvocado: esas acciones que comentan con humor suelen ser las decisiones de Radha, que empieza a estar cada vez más harta de las taras y las hipocresías teatrales del momento -quizás la palabra gentrificación debería ausentarse unos años de las películas sobre Nueva York - y empieza a interesarse en el hip hop y por rapear sus penas.

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La película se mueve por los derroteros que se derivan de las decisiones y sobre todo las indecisiones de Radha -con un duelo irresuelto y una tendencia no muy sutilmente guionada a fallar justo en el momento justo- y, luego de plantear en el comienzo una mirada afilada sobre unas cuantas taras y cobardías actuales, empieza a caer en esas mismas cosas en formato de cine "con algo que decir" mediante actores enfáticos que parpadean con poco cine y mucha pantalla chica.

Rapera a los 40 dice mucho, dice demasiado, lo dice una y otra vez, y el efecto del humor se diluye en el sopor, y el sopor ayuda a hacer evidente el armazón más bien televisivo -con adornos fílmicos demasiado expuestos- del relato, carente de lo que se conoce como cohesión cinematográfica, reemplazada por esa cadencia en la sucesión de situaciones de corto alcance que suelen organizar los capítulos de algunas series sobre "la vida urbana contemporánea".