Nada para nadie, el debate presidencial que no movió nada

EFE/INE/
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Seguramente el INE invirtió mucho esfuerzo, dinero y tiempo para la realización del debate que
vimos entre los cinco candidatos. El instituto hizo su trabajo, se nota un esfuerzo por presentar una producción esmerada en preservar los tiempos de participación, en la búsqueda y disciplina de los moderadores, entonces ¿qué falló?

Tres moderadores del INE y un independiente

No creo que los temas fueran la especialidad de los periodistas que se eligieron, el primero fue Seguridad, y aunque Denise Mearker es una comunicadora de amplia experiencia sus preguntas no
pusieron a sudar a los candidatos, eran tan generales, por ser para todos, que éstos eludían los temas con las frases de siempre o el slogan de su campaña.

Y aunque se dijo que el formato no permitiría que eludieran responder, los moderadores estaban más pendientes del tiempo que de la respuesta.

Ninguno habló o explicó más allá de convocar a expertos en la materia cómo acabaría con lo que es el tema más importante para los mexicanos. Ninguno, además de restregarse datos dramáticos de sus respectivas administraciones dijo cómo van a controlar a un país que todos los días se despierta con las noticias de muertos por el crimen organizado.

Anaya y Meade estaban más preocupados por hacer que López Obrador dijera lo que ellos querían que dijera sobre la famosa amnistía, que no hablaron de cómo enfrentarían el problema de la violencia.

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El segundo tema fue la corrupción, y ahí la moderadora Azucena Uresti dejó que cada uno se echara en cara hasta sus patrimonios, parecía que el debate lo llevaba Jaime Rodríguez “El Bronco”, pues Uresti no realizó preguntas puntuales a cada uno sobre el control a la corrupción. Lo mejor que hizo fue sacarle al “Bronco”, la frase de la noche que aterrorizó a muchos en relación a los funcionarios corruptos, “mocharles las manos”, dijo, así literalmente.

La charla con Sergio Sarmiento se perdió por las acusaciones entre los candidatos, un Anaya que lejos de proponer se dedicó a atacar al puntero de las encuestas, un Meade que desde su apego a las instituciones no tenía mucho margen de acción y carente de pasión hasta para acusar, un Obrador que no se alejó de su discurso, un Bronco que no fue tanto y Margarita que por momentos solo repetía lo aprendido sin fijarse en la pregunta, ahí los cuatro fueron caballerosos y no se tomaron la molestia de atacarla, para qué.

¿El culpable es el formato?

De repente pareciera que estaban en un programa de concurso, era mucha gente y pocas ideas. Tres moderadores que dejaban que respondieran lo que querían o simplemente que le echaran la bolita al de junto, o que insistían en preguntas de temas que no a todos los candidatos interesa como el revocamiento de mandato, donde se perdieron como 10 minutos sin que sea un tema trascendente.

Preguntas demasiado a modo y generales, no forzaban a responder al candidato, ninguno de ellos tampoco se esmeró demasiado en demostrar la viabilidad de su proyecto en un tema en específico, utilizaban sus tiempos de respuesta para preguntar sobre algún tema “escabroso” a otro candidato.

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Un talk show que no moverá decisiones

Pues ya sea por la naturaleza de esta elección o por el formato del debate, seguramente las encuestas o las intenciones del voto no se moverán de manera significativa, y es muy simple la explicación; ninguno expuso, ninguno arriesgó, ninguno ganó.

En varias mesas de análisis post debate se preguntaban lo de siempre, quién ganó, luego entrevistaron a los coordinadores de campaña que por supuesto cada uno decía que su gallo, pero en lo más sincero que he visto para resumir el debate está en la redes, donde la gente es la expresa su sentir y ahí todos salieron perdiendo.

Dos debates y más de lo mismo

Si los siguientes debates repiten la dinámica y fórmula de éste, no podrán reclamar que la gente vea el futbol o el estreno de la serie de Luis Miguel, que no se interese en política o en el futuro de su país, pues incluso solo como espectadores, realmente los candidatos y el INE nos quedan a deber mucho.