En una nación dividida, hay un punto de acuerdo: votar importa

Los votantes esperan para emitir sus votos el día de la elección en un centro de votación en Kenosha, Wisconsin, el martes 8 de noviembre de 2022. (Taylor Glascock/The New York Times)
Los votantes esperan para emitir sus votos el día de la elección en un centro de votación en Kenosha, Wisconsin, el martes 8 de noviembre de 2022. (Taylor Glascock/The New York Times)

Les habían asegurado que estaban perdiendo su tiempo. Que el hecho estaba consumado. Que un resultado justo era imposible, con todo ese amaño de boletas de los demócratas (¿o era la supresión de votantes de los republicanos?).

No obstante, millones de estadounidenses de todas maneras le dieron una oportunidad al voto el martes, al acudir a las urnas de forma diligente en todo el país para marcar sus boletas en escuelas, librerías y puestos de los Veteranos de Guerras Extranjeras (VFW, por su sigla en inglés).

Tras una campaña marcada por los peores reclamos, fue, a su manera, un pequeño acto de fe.

Lucas Boyd, de 43 años, un votante, comentó: “Se está inclinando demasiado hacia la izquierda”, al explicar qué lo había traído a un centro de votación en Haymarket, Virginia. “Estamos tratando de traerlo de regreso a punto medio y esa es la verdadera razón por la que vine hoy”.

Cheryl Arnold, quien también fue a emitir su voto en Haymarket, tenía un resultado diferente en mente. Arnold, una vendedora de 50 y tantos años, mencionó que su objetivo era “no hacer avanzar la agenda republicana”.

No obstante, ella y Boyd, un vendedor de software, comparten al menos una creencia fundamental: que votar podría marcar una diferencia.

Arnold señaló: “Quiero hacer todo lo que pueda para usar mi voz y crear el tipo de democracia que merece existir”.

Votantes en Detroit, el martes 8 de noviembre de 2022. (Brittany Greeson/The New York Times)
Votantes en Detroit, el martes 8 de noviembre de 2022. (Brittany Greeson/The New York Times)

Aun así, fue un día de elecciones con tensiones inusuales, parecido a la campaña en la que las acusaciones de fraude electoral aparecieron incluso antes que las propias boletas y en la que algunos particulares decidieron tomar las armas y “resguardar” las urnas de voto a distancia.

Brittany Montague, una encuestadora en Flagstaff, Arizona, expresó: “En definitivo, yo sé cómo van las [encuestas de] salida. Ahora más que nunca, estamos tan polarizados y no hay mucha confianza en el sistema”.

La mañana del martes en Arizona, los reportes de fallas en decenas de máquinas que cuentan los votos en el condado de Maricopa generó un aumento de acusaciones de fraude electoral en todos los medios de derecha.

Bill Gates, presidente del consejo de supervisores del condado de Maricopa, un republicano, señaló: “Nada de esto indica ningún fraude. Este es un problema técnico”.

Un video captó a trabajadores electorales tratando de tranquilizar a los votantes.

Un encuestador afirmó: “Nadie está tratando de engañar a nadie”.

La persona que grababa el video respondió con sarcasmo: “No, no en el día de la elección. No, eso nunca ocurriría”.

Incluso antes de que el día comenzara, más de 40 millones de estadounidenses habían enviado votos anticipados y millones más se les unirían el martes.

En Míchigan, el tema del aborto atrajo a muchos a las urnas. Tras la decisión de la Corte Suprema de revertir el fallo Roe contra Wade, Míchigan era uno de los cinco estados que tenía medidas relacionadas con el aborto en la papeleta. En Birmingham, una comunidad afluente fuera de Detroit, una corriente constante de personas acudieron a votar por la Propuesta 3, una iniciativa en las boletas para proteger el derecho al aborto.

Afuera de la Biblioteca Pública Baldwin, donde los trabajadores municipales de Birmingham convirtieron por ese día el estacionamiento con parquímetro en “estacionamiento solo para votantes”, Alexandra Ayaub manifestó que apoyar la medida era su principal razón para votar.

Ayaub, de 31 años y quien se describió como que se inclina hacia los demócratas, opinó: “Míchigan debería ser un lugar seguro para las mujeres”.

En la cercana ciudad de Warren, Rosemary Sobol también aseguró que esa iniciativa era su motivación principal para votar (incluso a pesar de que aún estaba indecisa).

Sobol, una directora de escuela jubilada de 81 años, declaró: “No soy antiaborto por completo, pero también soy católica. Es una decisión muy difícil”.

Para algunos votantes, fue un día de reconsiderar posiciones pasadas.

Andrew O’Connell comentó que nació en una familia demócrata y que desde hace mucho tiempo estaba orgulloso de cambiar sus votos entre los partidos, pero a las 6:30 a. m. de la mañana del martes, estaba parado afuera de un centro de votación ajetreado en Staten Island en Nueva York sosteniendo un letrero desplegando todos los candidatos republicanos en la papeleta. Puntualizó que todo cambió con el descontento social en 2020.

O’Connell opinó: “Creo que la seguridad tomó un segundo lugar cuando se realizaban las protestas. Nos sentamos y vimos cómo se desarrollaba y algunos individuos no pensaron que algo malo estuviera pasando”.

Para otros votantes, fue un día de reconsiderar sus decisiones de vida (como dónde vivir).

Cuando Albert Latta, de 67 años, salió de un centro de votación en Kenosha, Wisconsin, tenía la mirada cansada. ¿El tema más importante para él en esta elección? Respondió: “Honestidad”.

Latta aseveró que había votado por los demócratas en las contiendas para gobernador y el Senado y de que también estaba cansado de ser decepcionado por los republicanos (señaló que respecto a la integridad de las elecciones, entre otros temas) por lo que consideraba tomar sus cosas y mudarse al otro lado de la línea estatal al Illinois demócrata.

Agregó: “Cómo Wisconsin llega a esta elección puede tener mucho que ver con esa decisión. Califico la votación de hoy como la prueba de cociente intelectual más grande que este país ha enfrentado”.

Para algunos votantes, cruzar las líneas estatales, al parecer, podría no ser suficiente.

En la ciudad de Folsom, en una de las regiones más conservadoras de la California liberal, John Butruce, de 66 años, ofreció un resumen breve de su opinión antes de emitir su voto.

Butruce explicó: “No me gustan los impuestos. No me gusta la inflación. No me gusta el crimen. No me gusta el estado del país o el estado del Estado”.

No todas las personas pensaban en esta elección, incluso a medida que se desarrollaba. Estaban muy ocupadas hablando sobre la próxima contienda y las noticias de un “anuncio muy grande” de un político republicano en Florida.

En Warren, Míchigan, Mike Smith, de 58 años, tenía solo una objeción.

Señaló: “Espero que regrese antes de 2024. Todavía no acepto 2020”.

Los rumores de que Donald Trump pronto podría formalizar lo que se ha esperado desde hace mucho tiempo se desarrolló en lugares de votación con una mezcla de euforia y miedo en un país polarizado.

Liz Lambert, de 57 años, una gerenta de mercadotecnia en Scottsdale, Arizona, que sostenía una taza de café mientras se dirigía al trabajo después de sufragar, mencionó: “Estoy aterrorizada. Este país ha sufrido demasiado. Necesitamos estabilidad, madurez y liderazgo”.

© 2022 The New York Times Company