Nîmes conocida como la “Ciudad Romana”

Llegué a Nîmes, capital del departamento francés del Gard, para participar en el Festival de la Biografía, evento cultural anual que organiza la agencia cultural MPO en colaboración con las autoridades locales y que tiene lugar durante todo un fin de semanas de enero en el Carré d’Art, el centro de arte contemporáneo por excelencia de la ciudad. El tema de la presente edición fue “Recuerdos de la infancia” y durante tres días se realizaron charlas, encuentros y debates, además de proyecciones documentales y talleres literarios.

Afiche
Afiche

El Festival de la Biografía reúne a un centenar de escritores que han escrito libros biográficos o autobiográficos y es, por así decirlo, único en su tipo en Francia. El alcalde de Nîmes, Jean-Paul Fournier, le dio la bienvenida a los más de 100 autores invitados recalcando que su ciudad había logrado imponerse como polo cultural gracias, en parte, a eventos como éste.

Desde el Carré d’Art, sitio en el que los autores invitados firmaron sus libros, podíamos contemplar, a través de grandes paneles de vidrio, la Maison Carrée, uno de los templos que hacen que a Nîmes se le conozca como la “Ciudad Romana”. Al templo se le llama “casa cuadrada” aunque su forma es más bien rectangular. Fue construido en los primeros años del siglo I dC y erigida sobre un podio. Lo mandó a construir el emperador Augusto en honor de sus dos nietos Lucio César y Cayo Julio César. Se le considera el templo romano mejor conservado del mundo.

No lejos de allí, siguiendo el bulevar Victor Hugo, se encuentran las Arenas de Nîmes, anfiteatro romano construido a finales del siglo I dC, cuya función era divertir a los habitantes de Nemausus, la ciudad romana de lo que fue una de las provincias del Imperio. Se le llama “Arenas” (ruedo) porque a partir de 1863 se convirtió en sede de las corridas de toros, una de las aficiones regionales, aunque también ha servido como teatro para conciertos y reconstituciones históricas. En la explanada delantera, la estatua de bronce del Nimeño II, figura emblemática de la tauromaquia francesa, es entre todos, el monumento más fotografiado.

La antigua galería Jules Salles. Fotos cortesía/William Navarrete
La antigua galería Jules Salles. Fotos cortesía/William Navarrete

Atravesando la calle, el Museo de la Romanité (Romanidad) fue construido gracias a la voluntad de Jean-Paul Fournier, alcalde de Nîmes y para ello se escogió el proyecto de la arquitecta franco-brasilera Elizabeth de Portzampart. La fachada está cubierta por 7500 láminas de vidrio que imitan la forma ondulante del drapeado de las togas romanas en las que se refleja al anfiteatro romano situado enfrente. Un guiño también al Palacio de Justicia, que se halla a continuación del antiguo coliseo. Inaugurado en 2018, se trata de uno de los museos más hermosos de Francia y atesora piezas del arte romano de un valor inestimable que abarcan desde la época prerromana (tribus galas) hasta la romana propiamente dicha, pasando por la reconstitución de una casa romana (la Domus Villa Roma y extendiéndose hasta el medioevo nimeño. Lo menos que se puede decir del museo es que ha sido un gran logro y acierto.

La Torre del Reloj del siglo XVIII. Fotos cortesía/William Navarrete
La Torre del Reloj del siglo XVIII. Fotos cortesía/William Navarrete

Otros vestigios romanos del siglo I dC enriquecen el patrimonio local, como la Puerta de Augusto, la Torre Magna, el Castellum, el templo de Diana y los vestigios de las antiguas murallas, sin olvidar que a media hora de la ciudad se encuentra el célebre Puente del Gard, el acueducto romano más alto y mejor conservado en todo el mundo.

Palacete de La Baume, ejemplo de arquitectura palaciega en Nîmes. Fotos cortesía/William Navarrete
Palacete de La Baume, ejemplo de arquitectura palaciega en Nîmes. Fotos cortesía/William Navarrete

La arquitectura señorial de Nîmes se caracteriza por construcciones sólidas de piedra calcárea local. Numerosos palacetes (hôtels particuliers) dan fe de la pudiente economía de la ciudad entre los siglos XVI y XVIII (palacetes de Rozel, Boudon, de la Baume, Rochemore, Fontfroide, Villard, Novic de Caveirac, entre otros). Sin olvidar la célebre Torre del Reloj (1752) o los Jardines de la Fontaine, concebidos en el siglo XIX alrededor de los manantiales de agua originales de la villa. Las manufacturas textiles, así como el desarrollo ferroviario y la producción vitícola y olivarera, constituyen los fundamentos económicos de la ciudad.

Nîmes ha adquirido el sello de “Villa de Arte y Cultura”. Esto se debe en gran medida a la revitalización del centro histórico y a las múltiples manifestaciones que tienen lugar cada año, desde la famosa Feria (entre mayo y junio), cuando las calles se animan con las peñas, bandas y bodegas, hasta el festival Otoño Musical del Nimes, la feria de Arte contemporáneo en septiembre, los mercados nocturnos estivales Los Jueves de Nîmes, así como las Jornadas Mediterráneas del Olivo.

La ciudad propone también la visita a otros museos como el de Historia Natural (inaugurado en 1895), el Museo Arqueológico, el de Bellas Artes, el Museo del Viejo Nîmes y los mencionados Carré d’Art y Museo de la “Romanité”.

Plaza Antonino, a la memoria del emperador romano. Fotos cortesía/William Navarrete
Plaza Antonino, a la memoria del emperador romano. Fotos cortesía/William Navarrete

La gastronomía es también parte del patrimonio nimeño, siendo la brandade de bacalao el plato local emblemático. Los platos aderezados con el aceite de oliva local obtenido a partir de una variedad de aceituna llamada picholine suelen acompañarse con los vinos locales pertenecientes a la denominación “Costières de Nîmes”. Ambos productos (un aceite de oliva extra virgen producido en la cooperativa de Beaucaire y un tinto orgánico proveniente del Château de Valcombe) fueron obsequiados por el alcalde Jean-Paul Fourier a los autores que participaron en el Festival de la Biografía.

El evento nos dio también la oportunidad de conocer algunas de las enseñas gastronómicas de la ciudad como el restaurante Au Flan de Coco (cuyo postre por excelencia es justamente el que le da nombre), en cuya carta no faltan las especialidades locales como la tapenade (pasta a base de olivas con que se unta el pan durante los aperitivos), la mencionada brandade de bacalao, la gardienne de toro o la cabra de Cévennes, una comarca cercana.

A unos metros del Carré d’Art, el café Napo (por Napoleón Bonaparte) fundado en 1813, declarado Monumento histórico en 2017, ha sabido conservar la elegante decoración de época. En cuanto a la pastelería, la casa Courtois, fundada en 1850 y salón de té a la vez, es la más antigua de la ciudad. El “nelusko”, su dulce más antiguo, fue creado en 1850 por el primer propietario y todavía preparado.

Nîmes es sin dudas una opción de viaje por el sur de Francia y debería formar parte de un periplo en el que valdrá la pena Arles, Aviñón y Aix-en-Provence, como ciudades complementarias entre el Languedoc y la Provenza.

William Navarrete es escritor establecido en París.