Personas muxe: el tercer género que existe desde tiempos prehispánicos en Oaxaca

No son hombres, no son mujeres, son algo más. Aman su rol social aunque ahora deben luchar contra la discriminación que muchas veces empieza en casa

Las muxes se aferran a sus tradiciones aunque intentan tener más libertades laborales (Foto:Getty)
Las muxes se aferran a sus tradiciones aunque intentan tener más libertades laborales (Foto:Getty)

Los dioses zapotecas hicieron al hombre, a la mujer y a los muxe, un tercer género que hasta el día de hoy se mantiene en el pequeño pueblo de Juchitán de Zaragoza en el Istmo de Tehuantepec en el estado mexicano de Oaxaca.

Las personas muxes nacen con genitales masculinos y en el proceso de desarrollo se va haciendo evidente que pertenecen al tercer género que tiene características asociadas a lo femenino y se le empiezan a asignar tareas propias de esa calificación. Al menos así ha sucedido a lo largo de los siglos pues la cultura zapoteca a la que pertenecen los ha reconocido desde hace más de 2500 años.

La llegada de los españoles, el catolicismo, la industrialización y las nuevas tecnologías no acabaron con la cultura muxe y muchas de las tradiciones zapotecas aún se mantienen. Sin embargo, las diferentes caras de la discriminación han hecho su aparición en los tiempos modernos, sobre todo cuando ese tercer género indígena quiere liberarse de los roles que le han asignado desde la época prehispánica.

En 2019, la socióloga del Instituto de Investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Natividad Gutiérrez Chong, explicó para el portal de la institución que se calcula que hay 3.000 muxes en la región del Istmo de Tehuantepec y que son "reconocidos, aceptados, amados por sus familias".

A la persona muxe, dice la socióloga, le gusta vestirse y verse como una mujer, pero "no entra en competencia con la madre" que es la "dadora de vida".

Gutiérrez Chong señala que en la cultura zapoteca, que es una sociedad matriarcal, "hasta puede ser una bendición que haya uno (muxe) en la familia porque es quien se ocupará de muchas cosas, se quedará en casa, cuidando de los padres".

"Yo soy simplemente muxe, ni hombre ni mujer, porque puedo sentirme orgullosa de contar con las dos partes. Yo no necesito decir que soy mujer porque mi madre es una mujer, mi hermana es una mujer, tienen su propio espacio. Mi padre, mis hermanos, cada quien tiene su propio espacio, y yo he luchado por mi propio espacio", dijo en noviembre pasado la activista Felina Santiago Valdivieso al canal público español RTVE Noticias.

Santiago, presidenta de la comunidad muxe llamada Las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, dice sentirse orgullosa de pertenecer a este género indígena zapoteca, "de ser diferente a la mujer y de ser diferente al hombre".

Pero esa visión bonita del ser muxe es desmontada por algunos de los miembros de esta comunidad que han hablado acerca de los prejuicios y la violencia que han tenido que afrontar a lo largo de sus vidas.

Doble estigma

"Creen que es el paraíso muxe en el Istmo de Tehuantepec y es mentira. Es mentira porque si fuera así no no nos estuvieran matando a mis compañeras muxes, a mis hermanas trans (…) entonces es muy difícil ser una mujer trans y muxe, aparte, doble estigma, ser indígena y ser muxe, y ser discriminada en tu propio pueblo", dijo la activista Joseline Sosa cuando fue entrevistada por DW en septiembre pasado.

En el documental de DW La verdad sobre la comunidad muxe en el Istmo de Tehuantepec, Sosa narró que se dio cuenta de que pertenecía a ese tercer género cuando tenía unos 8 años, pero que al ser parte de una familia numerosa, sus hermanos varones fueron los primeros en tener gestos violentos en su contra.

"La violencia siempre se genera en la familia, en los hogares, en el núcleo familiar", comentó y aclaró que pese a estar convencida de que "la peor discriminación" se produce en la casa, su madre siempre la apoyó y fue una gran amiga.

Los atuendos indígenas de Tehuantepec son llevados por las muxes con orgullo durante las fiestas (Foto:Getty)
Los atuendos indígenas de Tehuantepec son llevados por las muxes con orgullo durante las fiestas (Foto:Getty)

Como muxe que trabajó como prostituta y que ahora es portadora del VIH, Sosa hace activismo para que las personas que pertenecen a este tercer género no sean rechazadas en el ámbito laboral formal y también para que tengan acceso a una buena atención sanitaria.

"Tenemos derecho a tener trabajo digno y bien pagado porque somos personas capaces de llevar un cargo público, político o profesional", dijo.

El caso de Alex Orosco es diferente porque desde niño, cuando supo que era muxe, quiso desprenderse de los oficios que por lo general les endosan a su género, y se enfocó en convertirse en actriz pese a las burlas que recibió de otras personas de su misma comunidad muxiana.

"Yo quería ser actriz, yo quería ser diferente", dijo la hoy actriz y dramaturga muxe a DW y señaló que ella no quería aprender a bordar o resignarse a tener un trabajo de los típicos que asignan a su género.

"Yo quería conocer el mundo. Por eso para mí, (tras) cada triunfo, cada logro, digo: ¿Me ha costado? Sí ¿Lo volvería a hacer? Sí", comentó.

Las tres, Santiago, Sosa y Orosco, dicen sentirse orgullosas de ser muxes.

La existencia de este tercer género, y el asiento que ocupan en la historia, le permite a los muxes del siglo XXI pisar con firmeza y ayudar a otros que sin ser de Juchitán, también se ubican en esa categoría no binaria.

Sin embargo, los nuevos tiempos también hacen tambalear su tradicional puesto.

La muxeidad natural

La persona muxe, de acuerdo con un estudio desarrollado por las universidades autónomas de Querétaro y Metropolitana de México, nace varón, pero en el transcurso de su vida "se reconoce a sí mismo como distinto a los hombres y a las mujeres".

A partir de esta diferencia se identifica como muxe "adoptando un rol de género femenino, en la mayoría de los casos", aunque no se excluye que algunos se expresen con formas más masculinas.

"Esta condición le permite interactuar laboralmente y apoyar a la familia", se indica en el estudio publicado en 2017 en el que se realizó un trabajo de campo en el que se observó que los o las muxes se desenvolvían principalmente en dos espacios laborales: el doméstico y el informal.

Sólo se puede ser muxe si la persona conserva las tradiciones zapotecas (Foto:Getty)
Sólo se puede ser muxe si la persona conserva las tradiciones zapotecas (Foto:Getty)

En ambos casos, desarrollan actividades que tradicionalmente se han asociado a las mujeres. Dentro del hogar se ocupan de la limpieza, la cocina y cuidado de los padres, y fuera de la casa, se desempeñan como modistas, estilistas, hacen tejidos, bordados, o venden artículos como cosméticos, bisutería, comida o dulces.

Pero, como lo expresan Joseline Sosa y Alex Orosco, no todas las personas muxe se están quedando con estas actividades, y en algunos casos, tampoco en el Istmo de Tehuantepec.

Los tiempos modernos han llevado a muxes a salir del pueblo y en el mencionado estudio académico se señala que cuando emigran, se enfrentan a una gran discriminación laboral por ser un género no binario que no todos reconocen y respetan fuera de esas fronteras, y también por ser indígenas.

Al no conseguir trabajo, una persona muxe fuera de su ámbito zapoteca puede decidir someterse a "una modificación física acelerada" y dedicarse a la prostitución, dice el estudio que reafirma las declaraciones de Sosa.

En otro estudio, desarrollado por los profesores Jacobo Ramirez y Ana María Munar llamado Colonización de género híbrido: el caso de los muxes publicado en junio de 2022, los investigadores observaron que en el Istmo de Tehuantepec persiste la cultura de machismo y patriarcado.

Como resultado, algunos muxes experimentan rechazo y exclusión en las casas, pese a que las mujeres de los hogares tienden a proteger a los niños a los que reconocen en este tercer género.

En esta investigación, los autores señalan que las personas muxes deben ser reconocidas como parte de su cultura indígena y ellas o ellos, "son conscientes de lo que vale la pena preservar en sus vidas y de lo que debe cambiar".

"Los muxes se han convertido en una encarnación de la lucha contra la colonización y las contradicciones del siglo XXI", se indica en el estudio y se apunta que para los representantes de este género zapoteca el integrarse en la comunidad LGBT+ no es una avanzada "sencilla" pues está "íntimamente ligada a las posibilidades de cuidar su herencia e identidad".

Esto quiere decir que los discursos de inclusión que se repiten en el mundo occidental pueden "resultar excluyentes" para el caso del tercer género indígena que existe desde tiempos prehispánicos.

Velas encendidas

El Istmo de Tehuantepec es conocido porque ahí se confeccionan esos vestidos tradicionales precolombinos con bordados florales que todo el que conoce la obra de la artista Frida Kahlo reconoce porque ella solía usar ese atuendo en su cotidianidad y en sus autorretratos.

Las personas muxe de la actualidad visten de muchas maneras, pero nunca abandonan el traje floreado con peinado de trenzas y flores para ocasiones especiales como la fiesta de las Velas de Oaxaca.

Dice el estudio hecho por los profesionales de las dos universidades mexicanas que el apego a las tradiciones y a la fiesta por parte de las muxe "es un ejemplo de estrategia compartida que les ha permitido establecer un puente entre la cultura dominante mexicana y la modernidad con las tradiciones zapotecas".

Las fiestas de las Velas se iniciaron en la época prehispánica para agradecer a los dioses, durante los cambios de estación, por las cosechas y el buen tiempo.

Las celebraciones se desarrollaban durante toda la noche en aquellos tiempos y siguieron así cuando se dejaron de honrar a los dioses zapotecas y se empezaron a venerar a los santos católicos.

Se cree que por el hecho de pasar la noche en vela celebrando, estas fiestas llevan este nombre.

Estas fiestas homenajes se celebran en varios momentos del año, pero desde 1976 existe la llamada Vela Muxe para dar visibilidad a esta comunidad y hacer frente a lo que veían como una creciente discrimininación contra este género indígena en el pueblo de Juchitán que hace siglos lo honraba.

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Fuentes: DW, RTVE Noticias, UNAM, SciELO, El Universal