Murió a los 117 años. Un experto en cáncer investigaba el caso de la mujer más longeva del mundo: la razón
MADRID.- Maria Branyas, la persona más longeva del mundo, murió la madrugada del lunes en Olot (Girona) a los 117 años, según ha comunicado este martes la familia a través de la red social X: “Ha muerto como ella quería: mientras dormía, tranquila y sin dolor”, reza el texto. Branyas vivía desde hacía años en una residencia y la familia prevé una ceremonia en la más estricta intimidad.
La catalana estaba considerada como la persona más longeva del mundo desde enero de 2023. Tras el fallecimiento de la francesa Lucile Randon, de 118 años, se convirtió a los 115 en la mujer viva más longeva de la Tierra. Su caso llegó al cine a través de un documental de Sam Green y el experto en la lucha contra el cáncer, Manel Esteller, investigaba sus células para entender su comportamiento. “No tenemos nunca al alcance las células de una persona de 117 años. Son excepcionales. Estudiamos el genoma, los microbios, las proteínas y su metabolismo para encontrar alguna pista que explique una supervivencia tan elevada; qué mutación genética tiene”, justificaba el experto en una conversación con EL PAÍS. Su familia exponía a cuentagotas el día a día de Branyas a través de X con una cuenta gestionaba por su yerno y que repasaba su larga vida y sus reflexiones actuales.
Tras mantener una vida activa, Branyas había mostrado síntomas de mayor debilidad en los últimos meses. La propia familia ha compartido unas palabras que la mujer había expresado hacía pocos días. “Un día que desconozco, pero que está muy cerca, este largo viaje habrá terminado. La muerte me encontrará gastada de haber vivido tanto, pero quiero que me encuentre sonriendo, libre y satisfecha”.
La propia Branyas había expresado en la intimidad que se sentía “débil” y que se acercaba “la hora”. “No lloréis, no me gustan las lágrimas. Y sobre todo no sufráis por mí. Ya me conocéis, allí donde vaya seré feliz, pues de algún modo os llevaré siempre conmigo”, recuerdan ahora sus familiares que dijo esta mujer excepcional. A Branyas se le vincula con un espíritu optimista, afable y alegre, siempre con la voluntad para “disfrutar” de la vida desde una mirada complaciente, según admite su propia familia.
Capacidad de superación
Nacida en 1907 en San Francisco, donde se habían mudado sus padres hacía poco, la vida de Branyas estuvo siempre vinculada a una capacidad de superación permanente. Su padre falleció durante el viaje de regreso a Cataluña cuando ella tenía ocho años, sufrió de joven una afectación en un oído que limitó su capacidad auditiva; y durante la Guerra Civil se exilió durante un corto periodo en Francia para evitar represalias. Esta capacidad para superar obstáculos es una de las características de las personas longevas, según Esteller. “Se sabe que las personas que han sobrevivido a periodos de hambruna tienen cierta ventaja como supervivientes”, incide. Una vez establecida de nuevo en Girona durante el franquismo, Branyas llevó una vida tranquila de ama de casa. “Decía que, desde su perspectiva, ahora es más complicado vivir”, recordaba su hija Roser.
Su ritmo pausado, considera su familia, la ha ayudado a acumular años con buena salud. No ha sufrido enfermedades importantes, mantenía una gran lucidez y se alimentaba de forma sana. “Seguro que el tipo de alimentación le ayudó”, recordaba su hija, Roser, de 81 años, cuando se refería a la edad de su madre. “Al cocinar ella en casa, siempre había verdura por la noche o tortilla de patatas. Lo que fuera, pero dieta mediterránea”.
Desde su residencia donde residía, Branyas había expresado en los últimos años su plena consciencia sobre la excepcionalidad de su vida, y admitía en la intimidad que la muerte no le asustaba. “He vivido más de la cuenta”, acostumbraba a decir, “y la muerte es una visita esperada”. Según el portal especializado Longeviquest, la sucesora de Branyas como mujer más longeva del mundo es la japonesa Tomiko Itooka, de 116 años y 89 días, nacida en Osaka.
En España hay casi 20.000 personas de más de 100 años, de los cuales más de 700 son mayores de 105. La muestra de los que superan los 110 se reduce tanto que el Instituto Nacional de Estadística no tiene autorización legal para concretar la cifra exacta por una cuestión de “protección de datos” y de “secreto estadístico”. España es el quinto país del mundo con la esperanza de vida más alta (83 años) por detrás de Japón, Suiza, Corea y Singapur.
Por Bernat Coll
© EL PAÍS, SL