El mundo ama los corridos tumbados. En México, es complicado

Peso Pluma se ha convertido en el principal exponente de los corridos tumbados. (Photo by Medios y Media/Getty Images)
Peso Pluma se ha convertido en el principal exponente de los corridos tumbados. (Photo by Medios y Media/Getty Images)

Inspirado en un género centenario de la cultura mexicana, el último fenómeno de la música pop está atrayendo a miles de seguidores jóvenes, y críticas por sus referencias violentas.

En muchas ciudades de México, donde los enfrentamientos entre cárteles de las drogas siguen causando estragos, ver a un joven vestido de negro y con pasamontañas por la noche sería aterrador. Un sábado reciente en Ciudad de México, entre gritos emocionados, Peso Pluma se presentó en el escenario con ese atuendo: era el momento de los corridos tumbados.

La estrella revelación de 24 años, que le ha dado un giro moderno a la música tradicional mexicana, vestía de Fendi, una versión glamurosa del uniforme de un sicario. Frente a un estadio lleno de fans, gritó: “¿Están listos para presenciar el concierto más bélico de su vida?”.

La multitud respondió con un rugido: estaba lista. Más tarde, durante “El Gavilán”, el público cantó al unísono: “Soy de la gente del Chapo Guzmán”, en referencia a uno de los narcotraficantes más conocidos de México.

Peso Pluma, junto a artistas como Natanael Cano, Grupo Firme, Eslabón Armado y Banda MS, está a la vanguardia de un movimiento musical que este año ha encontrado un público cada vez mayor en Estados Unidos y otros países. Los artistas interpretan corridos tumbados, que combinan cantos y rapeos familiares para los seguidores del hip-hop y el reguetón con instrumentación y melodías comunes a la música tradicional mexicana, junto con letras inspiradas en los narcocorridos, canciones que cuentan historias del tráfico de drogas.

Pero incluso cuando Peso Pluma acumula millones de reproducciones y Grupo Firme se va de gira por estadios en Estados Unidos, a menudo, estos artistas se encuentran al centro de un debate en México, donde la guerra contra el narcotráfico no es una fantasía dramática, sino la realidad sangrienta de todos los días.

“Están tocando fibras súper sensibles de la cultura mexicana”, dijo Camilo Lara, de 48 años, un productor musical, compositor y exproductor discográfico con numerosos créditos en películas. Mencionó también cómo estos artistas han abordado “la relación con la violencia, la relación con la calle, con la política, con lo que está pasando con la moda”, y añadió: “Es para mí el momento más emocionante de la música mexicana en 20 o 30 años”.

La cruzada de las autoridades

El concierto de Peso Pluma en el Foro Sol, un recinto con capacidad para más de 60.000 personas, fue el último de sus conciertos en su país natal tras varias cancelaciones por amenazas de seguridad. Días antes, las autoridades de Tijuana habían prohibido los corridos tumbados en todos los espacios públicos con multas de hasta 70.000 dólares.

Aunque los sonidos y los rostros sean nuevos, estos artistas son herederos de una tradición musical que ha suscitado controversia durante mucho tiempo. En 1987, el gobernador de Sinaloa pidió a los medios de comunicación locales que dejaran de emitir música que hiciera referencia al narcotráfico. En 2002, las emisoras de radio del estado fronterizo de Baja California acordaron no incluir canciones que exaltaran a los narcos y pidieron a sus homólogas estadounidenses que hicieran lo mismo. En 2010, algunos legisladores conservadores mexicanos presentaron un proyecto de ley que habría enviado a prisión a los artistas que enaltecieran a los delincuentes.

“La decisión de prohibir estos corridos tumbados es para cuidar la salud mental de los niños tijuanenses”, declaró el mes pasado la alcaldesa de la ciudad, Montserrat Caballero Ramírez, a través de un portavoz. En mayo, Cancún prohibió los espectáculos públicos “que fomenten la violencia”, argumentando que tales eventos contradicen la búsqueda de la paz y la seguridad; poco tiempo después, Grupo Firme canceló un concierto allí. Dos meses después, el municipio de Chihuahua votó por unanimidad multar los espectáculos públicos que promuevan la violencia.

Las autoridades sostienen que no se trata de censura. “Pueden cantar lo que quieran”, dijo este verano el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, “pero no nos vamos a quedar callados cuando dicen de que son buenas las tachas y que tienen un arma calibre .50, y que son sus ídolos los narcos más famosos”. Un mes después, quizá en reconocimiento tácito de la influencia de los corridos tumbados, el gobierno lanzó su propio tipo de tumbado: una canción que advertía de los peligros del fentanilo.

Los artistas han señalado que sus letras no están dirigidas a los niños. “Yo sé que a veces no es bueno que los niños vean esto o que escuchen esto”, dijo Peso Pluma en una entrevista, “pero esa es una realidad”.

MEXICO CITY, MEXICO - NOVEMBER 8: Fans of Peso Pluma enjoy the concert at Estadio Mobil Super on November 8, 2023 in Mexico City, Mexico. (Photo by Medios y Media/Getty Images)
MEXICO CITY, MEXICO - NOVEMBER 8: Fans of Peso Pluma enjoy the concert at Estadio Mobil Super on November 8, 2023 in Mexico City, Mexico. (Photo by Medios y Media/Getty Images)

Del barrio a las listas de reproducción de los DJs

La realidad también es que este tipo de música, antes muy arraigada localmente y asociada a una generación mayor, está atrayendo la atención mundial por ser pegadiza y prestigiosa. Las canciones no solo son una constante en las emisoras de radio de Los Ángeles, sino que atraen a asistentes a conciertos en Lima y Madrid y han convertido en fans a celebridades como Mike Tyson y el grupo Maneskin.

“Yo lo escuché ya en una boda”, dijo Javier Nuño, socio de Indice, una empresa que ha licenciado canciones de Peso Pluma y Cano para HBO. Una vez que pasas a las listas de reproducción de DJ de bodas, “estás dentro de otro espectro”, añadió.

En el concierto de Peso Pluma en Ciudad de México, los chicos asistieron en multitudes, en su mayoría adolescentes con tenis Air Jordan, sudaderas holgadas y conjuntos con logotipos de Nike, Gucci, Fendi y Burberry en modelos, colores y materiales que Nike, Gucci, Fendi y Burberry probablemente nunca han fabricado. Algunos se atrevieron a lucir el característico mullet de Peso Pluma.

Oliver Medrano, de 35 años, dijo que su hija Sofía, de 9 años, le había pedido ir. Los dos renunciaron a sus asientos cerca del escenario y, en su lugar, observaron el concierto desde las gradas después de que la madre de la niña protestara. “A estos corridos se les dice que son muy bélicos”, afirmó Medrano. Sofía dijo que se había enganchado a “El belicón”, la canción de Peso Pluma sobre un hombre que presume de tener carros deportivos, bazucas y Kalashnikovs.

“Al principio estaba un poco preocupado por la seguridad”, dijo Medrano. Pero a mitad del concierto se sintió lo bastante seguro como para pedirle a la pareja que estaba a su lado que vigilara a su hija mientras él iba rápidamente al baño.

Leonardo Manuel, de 12 años, asistió al concierto con unos pants de terciopelo azul con el logo de Fendi en pedrería, acompañado de su tía, Elizabeth Rubí Cruz, quien trabaja en un negocio joyero; dijo que había mucha demanda de cadenas de estilo cubano, gracias a la influencia de Peso Pluma. A los clientes “les gusta cómo viste”, dijo. ¿La canción favorita de los dos? “Lady Gaga”, sobre un traficante que sale con influentes (“ninguna sube nada al Instagram”), con menciones a Cartier, la cocaína rosa y Louis Vuitton.

La polémica alrededor de los corridos tumbados

El entusiasmo, y la controversia, que rodea al contenido de las letras de los corridos tumbados en México refleja en muchos aspectos décadas de debate en Estados Unidos sobre las implicaciones en la vida real de las letras de rap. Desde N.W.A. hasta Jay-Z y Rick Ross, muchos de los artistas de hip-hop más populares han recurrido a los simbolismos de los líderes del narcotráfico para obtener tanto la opulencia como la garra. Desde el rap de gángsters de las décadas de 1980 y 1990 hasta los subgéneros del hip-hop del siglo XXI como el trap y el drill, las letras que documentan —y algunos dicen que glorifican— el tráfico de drogas, la violencia que conlleva y sus ganancias han seguido siendo un campo de batalla cultural y político. Actualmente, en Atlanta, la música del rapero Young Thug se está utilizando en los tribunales como prueba de su pertenencia a una pandilla criminal.

“Ves a estos muchachos en la fiesta con estos lujos y de pronto es: ‘¿Cómo puedo acceder a esto?’, sobre todo en este país, nuestro país, que tiene unas limitantes sociales muy fuertes”, dijo Graciela Flores, profesora de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Flores, quien se especializa en el crimen y la justicia del siglo XIX en la frontera de México, organizó este otoño en la universidad una serie de eventos centrados en los corridos tumbados a instancias de uno de sus alumnos. Se sintió abrumada por la asistencia. “Las personas estaban deseosas de hablar de lo que habían visto” en términos de violencia cotidiana en sus comunidades, explicó. Las canciones habían impulsado a la gente a compartir sus experiencias, algo que a Flores le pareció “valioso, pero al mismo tiempo muy perturbador”.

La primavera pasada, las escaleras del Auditorio Nacional en Ciudad de México se llenaron de madres que esperaban a sus hijos, que estaban en un concierto de Natanael Cano. De 22 años, Cano es reconocido como el pionero de los corridos tumbados, que toman muchos elementos de los corridos antiguos: voces nasales, tololoche, acordeón o instrumentos de viento, rasgueos de guitarra.

“Al principio como que me espantaban un poquito” las letras, dijo Dolores Saldívar, de 47 años, quien vende globos. “Pero ahora me gustan”. Había pagado unos 120 dólares por cada entrada para sus dos hijos adolescentes.

Juan Bosco de la Cruz Rangel, de 23 años, el estudiante que instó a Flores organizar el taller, dijo que cuando él y sus amigos empezaron a escuchar tumbados, buscó a los artistas en internet y le pareció que se podía identificar con ellos —chicos delgados a los que les gustaba la fiesta y veían a la policía como hostil— hasta el grado de decir: “Literal somos ellos”. Añadió: “Tenemos sus edades, pero sin dinero y sin grupos y sin esa vida”. Aunque se enfrenta a peligros cotidianos, considera que las canciones sobre crimen organizado y armas son provocativas e inquietantes. Aun así, agregó, entiende de dónde vienen las letras. A los críticos del género “que nunca han sentido el hambre se les hace fácil decir ‘hay otras formas’” de ganarse la vida, dijo.

Cuando Peso Pluma le dio la bienvenida a Cano al escenario en su concierto en Ciudad de México, dijo entre ovaciones que su compañero había pavimentado “un camino para que todos nosotros estemos viviendo esto esta noche”. Apenas unos días antes, Peso Pluma había conseguido otro hito: su primera nominación a los Grammy.

Elda Cantú, editora del buró en Ciudad de México, escribe El Times, un boletín en español. También escribe sobre la actualidad de México y Centroamérica.

c. 2023 The New York Times Company

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