Mujeres de Veracruz buscan borrar las cicatrices que la violencia de género les dejó

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Todos los días cuando Valeria se levantaba veía las cicatrices en sus piernas y pie que le dejó su expareja cuando intentó asesinarla, por eso decidió especializarse en una técnica de la medicina estética que le permitió borrarse esas marcas que le recordaban que había sido víctima de violencia machista y ahora la comparte con otras mujeres para que puedan encontrar esa sanación que ella logró. 

Valeria, quien pidió no dar su nombre real, es una doctora del estado de Veracruz que logró no sumarse a las cifras de feminicidio que existen en la entidad aunque su expareja lo intentó. 

El ataque dejó las marcas en su cuerpo para las que encontró solución con una técnica parecida a un tatuaje que se realiza con un aparato llamado dermógrafo, con el que se hacen pequeñas punciones para incentivar al cuerpo a la producción de colágeno y otras sustancias que provocan que desaparezca la cicatriz. 

Ahora, lleva ese conocimiento a otras sobrevivientes de violencias machistas, a través de una campaña que junto a la Colectiva Sobrevivientes de Feminicidio realizarán este 25 de noviembre, Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, como una forma de conmemorar la fecha y llevar un tipo de ayuda para quienes tienen estas huellas. 

Una de ellas es Ayysselet Gutiérrez, quien a sus 29 años vive con 27 cicatrices que cubren su cara, manos, cuello y parte del cráneo, y que son consecuencia de un ataque que su expareja realizó en su contra con un arma punzocortante. Para ella estas marcas son un recordatorio constante de lo que vivió. 

Ayysselet se convirtió en una sobreviviente hace un año y medio, cuando ella intentaba rehacer su vida tras una relación violenta, pero su agresor intentó impedírselo provocándole heridas que la llevaron inconsciente al hospital, le hicieron perder la vista de uno de sus ojos, y que le dejaron huellas que todo el mundo puede observar. 

“A pesar de que, pues, ya pasó y todo, pues obviamente sigo lidiando con este recuerdo y con estos pensamientos de decir por qué, por qué a mí y por qué así, por qué actuar de esta forma (…) al verme en un espejo diario, pues obviamente peinarme, arreglarme, pues obviamente es este recordatorio”, sentenció. 

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Valeria sabe bien de lo que habla Ayysset, pues al ser sobreviviente sentía lo mismo. Por eso, ella inició la campaña donde dijo que busca llevar algo de consuelo a otras víctimas, ya que esas marcas no solo están en la piel, también lo están en la salud mental. 

“Busco quitarle las cicatrices a más personas que seguramente sienten lo mismo que yo, que a lo mejor no es una sanación definitiva porque pueden estar en muchos tipos de procesos, pero pueden aún no haber encontrado el consuelo en su proceso (…) Ya no vas a tener que verlas, es una manera de subir el autoestima en las personas que lamentablemente han padecido esta situación”, afirmó. 

Cuando vivió el atentado en su contra ya era doctora y buscaba especializarse en el área gineco-obstétrica. Aunque la medicina estética nunca había estado en sus planes de vida, sabía de un procedimiento que le ayudaría para tratar a las mujeres que habían sido madres y tenían estrías (un tipo de cicatriz) en el cuerpo. 

Al estar estudiando el procedimiento, se dio cuenta que esta técnica servía para eliminar diversos tipos de cicatrices y por lo tanto, aquellas que ella misma tenía. Con la colectiva de sobrevivientes de feminicidio vio que podía llevar sus conocimientos a otras mujeres que han pasado por lo mismo que ella y que viven una situación difícil. 

Valeria no quiere que se proporcione su nombre real, pues dijo que la jornada se trata de todas aquellas mujeres que han vivido violencia de género y que al igual que ella resultan con marcas en el cuerpo que afectan más allá de lo visible. 

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Cicatrices de la violencia machista | Foto: Especial

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Sanar la cicatrices de la violencia machista

Para Ana Valderrama, representante de la colectiva Sobrevivientes de Feminicidio, “hay variadas y diversas formas de sanar, habrá mujeres que tenemos cicatrices y tenemos una conversación con ellas y no nos duelen tanto, no nos recuerdan tanto, pero habrá otras mujeres que sí, que las cicatrices les es un recordatorio constante ya sea que estén sus piernas, en su pecho, en el brazo en el rostro inclusive”. 

Ayysselet afirmó que tiene una relación difícil con las cicatrices en todo su cuerpo, pues por un lado le afectan el bienestar mental y emocional, al tratarse de un recordatorio, en el que siempre está pensando en lo que le hicieron; pero por otro lado son también un recordatorio de que pese a eso aún está viva y tiene mucho porqué luchar. 

Sin embargo, la peor parte viene en los cuestionamientos de la gente, quienes en muchas ocasiones al ver las marcas no guardan silencio y quieren enterarse exactamente de lo que sucedió e inclusive juzgan lo que hizo o no hizo al respecto. 

“A los ojos de los demás es como que tenemos que dar una respuesta al por qué (se tienen cicatrices) aunque no debiera de ser así, no tendríamos por qué sentirnos señaladas o juzgadas de tener alguna marca en nuestro cuerpo”, sostuvo. 

Eso la ha llevado a pasar muchos momentos incómodos y aunque opta por ya no responder esas preguntas, siempre que debe ir a un lugar con personas nuevas sabe que es muy posible que le preguntarán y siempre que lo hacen se topa con comentarios sobre cómo tuvo que actuar o lo mucho que la compadecen.

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Cicatrices de la violencia machista | Foto: Especial

En Veracruz tan solo entre enero y septiembre, 3 mil 721 mujeres tuvieron que hacer llamadas de emergencia por ser víctimas de violencia de género, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es decir, casi 14 mujeres llamaron al día para pedir ayuda por estos delitos. No existen datos precisos de la cantidad de mujeres que resultaron con cicatrices o marcas físicas permanentes como productos de estas situaciones que vivieron. 

Del delito de feminicidio, 40 mujeres fueron víctimas en el mismo periodo; Veracruz ocupa el cuarto lugar a nivel nacional solo superado por Estado de México (72 feminicidios),  Nuevo León (54) y Ciudad de México (41), según el mismo Secretariado.

Ana Valderrama afirmó que dentro de la propia colectiva hay mujeres que tuvieron cicatrices o problemas dentales (dientes rotos o perdidas de piezas) producto de la violencia que vivieron, pero estos problemas no se encuentran contemplados dentro de las reparaciones de daño o acceso a la justicia.  

“Lamentablemente se considera como estético y como de vanidad, y pues es muy muy complejo, cuando en realidad pues sí debería (de haber una reparación), es la reparación integral de la salud y de la vida, de tu cuerpo, la reconciliación con lo que es tu primer territorio”. 

Jazmín Pérez es otro ejemplo de ello. Hace un año y dos meses, estaba conviviendo con unas personas cuando su agresor se le fue encima y la agredió física y sexualmente, al defenderse le arrancó la nariz de una mordida. 

Ella necesitaba operaciones médicas urgentes para evitar necrosis en la nariz por lo que fue intervenida quirúrgicamente con los medios económicos de la propia familia, pero después requería de más cirugías estéticas y no contaba con los recursos económicos para ello. 

A través de una campaña en redes sociales, colectivas feministas de Veracruz lograron que las cirugías que requería Jazmín fueran pagadas por una influencer local llamada Yeri Mua. Finalmente, Jazmín obtuvo las intervenciones quirúrgicas que necesitaba y continúa en tratamientos médicos. 

Por ello, la insistencia de Valderrama en que el estado intervenga para que las víctimas de este tipo de ataques puedan tener una reparación integral del daño.

Ayyselet contó que acceder a los apoyos para víctimas, como el de desempleo, resulta difícil porque se deben realizar muchos trámites gubernamentales que son complejos y revictimizantes, al hacerles narrar una y otra vez lo que vivieron. 

Por su parte, Valeria explicó que el tratamiento en el caso de las cicatrices que se pueden borrar, tiene un costo en el mercado entre 3 mil 500 y 4 mil pesos por sesión; sin embargo, en la jornada que realizan con la colectiva piden una cooperación de 500 pesos que es únicamente para el material que requieren como agujas y guantes, entre otros insumos. 

Valeria señaló que no todas las cicatrices son candidatas a borrarse ni todas las personas se pueden someter al proceso, por lo que cada una debe ser evaluada con un protocolo médico de manera individual. Para las jornadas, este protocolo lo inician vía whatsapp en el contacto que se encuentra en la página de Facebook. 

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En algunos casos donde se realiza el proceso, pueden desvanecerla hasta un 90% en una sesión y se pueden hacer posteriores sesiones para borrarlas por completo. En cada una de las sesiones deben tener cuidados previos como hidratar la zona y tomar mucha agua y cuidados posteriores como no exponerse al sol. 

Valderrama dijo que se han acercado mujeres de varias partes del país que están interesadas en esta campaña, pero que por la distancia no podrán participar ya que deben costear su viaje. 

También, apuntó que no es necesario comprobar que se trata de cicatrices por violencia pues basta con que las personas así lo consideren. Actualmente llevan registros de mujeres por varias causas como quemaduras por cigarro o salpingoclasias mal realizadas que dejaron marcas. Ellas buscan en esta jornada, de la mano de otras mujeres que vivieron lo mismo que ellas, dar un paso hacia la sanación.

“Hay distintos tipos de sanación, te sientes bien cuando acaba un juicio, te sientes bien cuando haces algo al respecto (…) cuando alzas la voz, cuando no te quedas callada, cuando sigues tu vida, cuando no dejas que te haga el miedo, cuando continúas yendo a trabajar y pues en este caso, pues también quitándote la cicatrices”, afirmó Valeria.