Cómo las mujeres de una clínica de Arizona lidian con la resolución sobre el aborto

Un cartel de divulgación exigido por la ley de Arizona en el Centro de Mujeres Acacia de Phoenix, el 12 de abril de 2024. (Caitlin O’Hara/The New York Times)
Un cartel de divulgación exigido por la ley de Arizona en el Centro de Mujeres Acacia de Phoenix, el 12 de abril de 2024. (Caitlin O’Hara/The New York Times)

PHOENIX — Leah se enteró de que estaba embarazada de cinco semanas el mismo día en que la Corte Suprema de Arizona ratificó una ley de 1864 que prohibe casi todos los abortos en el estado.

La ley no entrará en vigor hasta junio, pero a Leah, de 29 años, le preocupaba que las clínicas abortistas del estado se vieran desbordadas por la afluencia de pacientes o cierren repentinamente. Además, no podía permitirse faltar a su trabajo como instaladora de regaderas para viajar a otro estado y someterse a la intervención.

Así que el sábado por la mañana pasó entre un grupo de manifestantes que agitaban pancartas en las que se leía “No matarás” y se registró en el Acacia Women’s Center de Phoenix.

“Podría haberme tomado un par de semanas más” para considerar las opciones, dijo. “Pero en cierto modo sentí que tenía las manos atadas”.

La semana pasada, el fallo del tribunal restableció una ley de la época de la Guerra Civil que prohíbe el aborto desde el momento de la concepción, lo que podría tener consecuencias de largo alcance para las mujeres y tiene el potencial de reconfigurar las elecciones de 2024. En el vestíbulo de Acacia, Leah y otras mujeres sintieron la sentencia como algo muy personal, una decisión que las convirtió en protagonistas reacias de una serie de batallas nacionales sobre la anticoncepción, la fecundación in vitro y la salud de la mujer.

La sentencia provocó indignación y maniobras políticas. Los legisladores demócratas del estado lucharon para derogar la ley, aunque sin éxito, y los abogados de ambos bandos se preparan para más batallas respecto a su implementación.

Ronald Yunis dirige una sesión informativa para las pacientes que acuden a su primera cita para someterse a un aborto en el Acacia Women’s Center de Phoenix, el 12 de abril de 2024. (Caitlin O’Hara/The New York Times)
Ronald Yunis dirige una sesión informativa para las pacientes que acuden a su primera cita para someterse a un aborto en el Acacia Women’s Center de Phoenix, el 12 de abril de 2024. (Caitlin O’Hara/The New York Times)

Este fin de semana , mientras las pacientes de Acacia consultaban sus teléfonos y enviaban mensajes de texto a sus amigos a la espera de que las llamaran por su nombre, dijeron que los jueces y políticos partidarios de prohibir el aborto no entendían sus vidas ni por qué habían decidido abortar.

En la decisión, los jueces afirmaron que, dado que el derecho federal al aborto en el caso Roe contra Wade había sido anulado, nada impedía a Arizona aplicar la ley de 1864. También afirmaron que su trabajo consistía en interpretar dos leyes estatales potencialmente contradictorias, no en emitir un juicio político sobre el aborto.

Los grupos de defensa del derecho al aborto argumentaron que la prohibición de 1864 —que desautoriza todos los abortos, incluidos los casos de violación o incesto, pero hace una excepción con los que salvan la vida de la madre— fue de hecho sustituida por una ley de 2022 que prohíbe los abortos después de las 15 semanas. Pero Arizona nunca retiró de la legislación la ley anterior, y la prohibición de las 15 semanas subrayaba que no derogaba la ley de 1864 ni creaba ningún derecho estatal al aborto.

Las mujeres de la clínica dijeron que ya era difícil abortar en Arizona. Las pacientes tienen que consultar con su médico y someterse a un ultrasonido con al menos 24 horas de antelación, además de escuchar un libreto exigido por el Estado en el que se describen los riesgos del aborto y el desarrollo del feto. Algunas de las siete clínicas de aborto en Arizona estaban llenas hasta finales de abril, dijeron, y les preocupaba que su ventana se estuviera cerrando rápidamente.

Las pacientes de Acacia se apresuraron a informarse: ¿Se cancelarían sus citas? ¿Adónde irían si las clínicas de Arizona cierran? ¿Tendrían que seguir adelante con sus embarazos?

“Me asusté. Es aterrador. Es desconcertante que incluso sea una realidad”, dijo Joanne, de 29 años, que llamó a la clínica en cuanto se enteró de la decisión.

La mayoría de las 10 mujeres entrevistadas para este artículo pidieron ser identificadas solo por su nombre de pila para proteger su intimidad o no perder su empleo.

Como el 60 por ciento de las mujeres de todo el país que abortan, Jordan, de 29 años, ya tenía un hijo. Pero dice que sufrió una depresión posparto tan grave después de tener a su hijo que estuvo a punto de suicidarse. Le preocupaba no sobrevivir a un segundo embarazo.

Esmerelda, de 25 años, también tenía ya un hijo, una niña de 7 meses, pero dijo que le sería imposible permitirse otro. Gasta 1000 dólares al mes en una niñera y dijo que otro bebé la obligaría a dejar su trabajo y perjudicaría la economía familiar.

Sentada en el vestíbulo, Esmeralda dijo que quería que el médico le diera píldoras abortivas mientras aún fueran legales. Dijo que le preocupaba lo que pudiera ocurrirles a las mujeres que necesitan abortar una vez que se aplique la ley de 1864.

Como muchas clínicas abortistas, Acacia ha sido durante mucho tiempo un campo de batalla. Los manifestantes con megáfonos les gritan a las mujeres que se den la vuelta y agitan carteles que condenan a su propietario, Ronald Yunis, ginecólogo y obstetra, como asesino de bebés.

“Sabemos que no les gusta que estemos aquí. Estos bebés son seres humanos, igual que un niño de 4 años es un ser humano”, comentó Chad McDonald, de 43 años, un trabajador de la construcción que formó parte de la protesta del sábado en la clínica.

Yunis enciende los aspersores y pone música de Nine Inch Nails a todo volumen afuera de la clínica para ahogar los gritos de los manifestantes, quienes dijeron que les había echado amoníaco en los pies. En 2019, el médico fue detenido por apuntar con un arma a los manifestantes mientras se alejaba de la clínica en su auto. Yunis se declaró culpable de un cargo de conducta desordenada y fue retirado de Medicare, pero dijo que se estaba defendiendo de manifestantes cada vez más agresivos.

“El tipo venía hacia mi auto. ¿Cuántos proveedores de aborto han sido asesinados en los últimos 20 años? Existe el temor legítimo de que alguien que corre hacia tu auto después de bloquear tu entrada quiera hacerte daño”, comentó.

Yunis y su reducido personal afirman que los dos años transcurridos desde la anulación de la sentencia del caso Roe contra Wade han estado llenos de caos e incertidumbre. Ahora, algunos se preparan para ser despedidos si ya no pueden practicar abortos en el estado.

Irma Jo Fernandez-Leos registra a las mujeres en la recepción. Estos días, también les pregunta si quieren firmar una petición para apoyar una medida electoral que protegería el aborto como un derecho constitucional en Arizona. Dice que la gran mayoría de las pacientes le dicen que no están registradas para votar.

“Me frustra. Porque, ¿sabes cuántos de nosotros se necesitan para crear un cambio?”, expresó.

c.2024 The New York Times Company